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viernes, 10 de mayo de 2024

SEXTO DOMINGO

SÁBADO

“ Que vuestra alegría sea completa ”


según san Juan 16, 23b-28

Jesús quiere que todo lo pidamos “en su nombre”. ¿Por qué? Porque quiere recordarnos que “sin Él no podemos hacer nada”.

 En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «En verdad, en verdad os digo: si pedís algo al Padre en mi nombre, os lo dará. Hasta ahora no habéis pedido nada en mi nombre; pedid, y recibiréis, para que vuestra alegría sea completa.

El mundo de la gracia no es otra cosa que el mundo del don, de la donación. Es Dios el que quiere que nos veamos como puro regalo suyo

 Os he hablado de esto en comparaciones; viene la hora en que ya no hablaré en comparaciones, sino que os hablaré del Padre claramente. 

Y el mayor don que Dios me puede dar es el que nos anuncia Jesús en este evangelio: “El mismo Padre os quiere”.

Aquel día pediréis en mi nombre, y no os digo que yo rogaré al Padre por vosotros, pues el Padre mismo os quiere, porque vosotros me queréis y creéis que yo salí de Dios.

Son los brazos de mi Padre los que me mecen y me acunan; son sus manos, las que me acarician; son sus ojos los que me miran con ternura; es su propio corazón de Padre el que está cerca del mío.

 Salí del Padre y he venido al mundo, otra vez dejo el mundo y me voy al Padre».


Y esto no es un sueño, una ingenuidad, un vano deseo. Todo esto es verdad. Me lo acaba de decir Jesús: EL MISMO PADRE OS AMA.

VIERNES

“ El que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante ”





según san Juan 15, 1-8 

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento que no da fruto en mí lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto. 

Lo esencial de nuestra vida cristiana no es saber que estamos unidos a Cristo como los sarmientos a la vid. Lo importante es vivirlo, experimentarlo, disfrutarlo. Separarse es arrancarse.

Vosotros ya estáis limpios por la palabra que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. 

. Algo duele por dentro cuando me separo de Jesús. Separarse es “secarse”. Algo terrible pasa en mi vida cuando me separo de Jesús. ¿Para qué sirven unos sarmientos separados de la vid? Sólo para alimentar el fuego.

Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. 

Sin Cristo, mi vida se va apagando, se va secando, se va muriendo. En cambio, el sarmiento unido a la vid, echa yemas, pámpanos, uvas. ¡Qué vida tan llena! Por otra parte, en la vida práctica, una vid sin sarmientos tampoco produce frutos. ¡Qué responsabilidad tan enorme!

Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden. Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará. Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos».


Señor, hoy necesito que me hagas entender vivencialmente esta relación que se da entre la vid y los sarmientos. Una misma sangre de vida divina corre debajo de mi piel. Mi pobre, frágil y menesterosa vida humana está sostenida y alimentada por la Vida,

MARTES

JUEVES

“ Vuestra tristeza se convertirá en alegría ”



según san Juan 16, 16-20 

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Dentro de poco ya no me veréis, pero dentro de otro poco me volveréis a ver». 

En el Evangelio de hoy el Señor anuncia a sus discípulos su inminente partida y su pronto retorno, que cambiara la tristeza de los suyos en alegría. Los apóstoles no entienden de momento las palabras del Señor: “dentro de poco ya no me veréis”, no siempre entendían los planes de Dios sobre ellos, después irán viendo que se refiere a su muerte inminente,

Comentaron entonces algunos discípulos: «¿Qué significa eso de “dentro de poco ya no me veréis, pero dentro de otro poco me volveréis a ver”, y eso de “me voy al Padre”?». 

La Resurrección del Señor fundamenta la alegre esperanza de la nuestra. Es necesario por tanto, aprender a ver con ojos de esperanza los dolores de esta vida. Los dolores no nos faltarán pero tampoco los consuelos y las ayudas de Dios.

Y se preguntaban: «¿Qué significa ese “poco”? No entendemos lo que dice». 

Comprendió Jesús que querían preguntarle y les dijo: «¿Estáis discutiendo de eso que os he dicho: “Dentro de poco ya no me veréis, y dentro de otro poco me volveréis a ver”? 

En verdad, en verdad os digo: vosotros lloraréis y os lamentaréis, mientras el mundo estará alegre; vosotros estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría».

Tenemos que ser lo suficientemente humildes y desear con todo nuestro ser tener el Espíritu de Dios para dejarnos modelar por Él, pues solo Él nos conducirá a la Verdad plena. ¿Estás dispuestos a aprender, a dejarte enseñar, a descubrir el misterio de amor que hay debajo de la corteza de todo lo que hacemos, decimos y vivimos?


MIÉRCOLES

“ El Espíritu os guiará hasta la verdad plena ”



según san Juan 16, 12-15 

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora; cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena. 

El don del Espíritu es para todos. Jesús no habla aquí de nada que cualquier cristiano no pueda experimentar en su vida: la luz del Espíritu Santo guiándolo hasta la verdad plena

Pues no hablará por cuenta propia, sino que hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir. 

Ese don es para todos y es para siempre. Como un hontanar que no cesa de manar, como el oleaje del mar que nunca se cansa de bregar, el Paráclito nos introduce cada vez más en el misterio del Hijo y en el misterio del Padre.

Él me glorificará, porque recibirá de lo mío y os lo anunciará. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que recibirá y tomará de lo mío y os lo anunciará».



Necesitamos pedir con frecuencia al Espíritu Santo: para confesar a Cristo, para ser miembros activos de una iglesia evangelizadora, para poder orar, para luchar contra el pecado, para vivir como hijos de Dios, para poder transparentar a Cristo en nuestras vidas, para capacitarnos para amar y poder dar testimonio de Él. ¡Ven, Espíritu Santo!

MARTES

“ Si te vas, ¿cómo podremos salvarnos? ”



según san Juan 16, 5-11

 En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Ahora me voy al que me envió, y ninguno de vosotros me pregunta: “¿Adónde vas?”.

Terrible situación la de los apóstoles cuando Jesús les anuncia que se va a ir de este mundo. La emoción les embarga hasta el punto de cortarles la palabra. Y su corazón se les ha llenado de tristeza. Se va el que les llenaba por dentro, el que era el sentido de sus vidas, el que no les dejaba ni a sol ni a sombra.

 Sino que, por haberos dicho esto, la tristeza os ha llenado el corazón. 

Sin embargo, os digo es la verdad: os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Paráclito. 

Si no me voy no puedo daros el Espíritu. Para Jesús, la presencia del Espíritu Santo es mejor que su propia presencia física. Por eso salen ganando con su partida. Por medio de Espíritu Santo, nuestro corazón vacío se llena de Amor, no de un amor cualquiera, sino del mismo amor de Dios.

En cambio, si me voy, os lo enviaré. Y cuando venga, dejará convicto al mundo acerca de un pecado, de una justicia y de una condena. 

De un pecado, porque no creen en mí; de una justicia, porque me voy al Padre, y no me veréis; de una condena, porque el príncipe de este mundo está condenado».

Este es el amor que llena de gozo nuestras vidas; este es el amor que llena de presencia nuestras ausencias sentidas; este es el amor con el cual construimos fraternidad y edificamos la Iglesia. ¡Ven, oh Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor!

LUNES

“ Daréis testimonio ”



según san Juan 15, 26 — 16, 4a 

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuando venga el Paráclito, que os enviaré desde el Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, él dará testimonio de mí; y también vosotros daréis testimonio, porque desde el principio estáis conmigo. 

Jesús nos promete el Espíritu Santo como el Espíritu de la verdad. Hay muchos cristianos, incluidos sacerdotes y religiosos, que van en busca de “verdades”

Os he hablado de esto, para que no os escandalicéis.

Porque no es humana disposición de ánimo ni mundanal carácter el que infundimos (o tratamos de infundir) en quienes nos escuchan, sino el aliento del Paráclito que vela por nosotros, cuanto decimos y cuanto hacemos.

 Os excomulgarán de la sinagoga; más aún, llegará incluso una hora cuando el que os dé muerte pensará que da culto a Dios. 

Hoy toma protagonismo la tercera persona de la Trinidad, el Espíritu Santo, denominado “Paráclito”, que viene a significar: “Defensor” y la otra advertencia que nos transmite es que se presentaran momentos y situaciones para demostrar nuestro amor al Señor

Y esto lo harán porque no han conocido ni al Padre ni a mí. Os he hablado de esto para que, cuando llegue la hora, os acordéis de que yo os lo había dicho».

Cuando lleguen esos momentos de prueba, de persecución, de ataques y contradicciones, tendremos la oportunidad y será el momento crucial de mostrar nuestra fidelidad, permanencia y autenticidad en el seguimiento del Señor, sin embargo, viene a decirnos que no estamos solos en la lucha contra el mal.


Dios mismo viene en nuestra ayuda, contamos con la presencia viva del Espíritu que conforta, alienta, anima a no desanimarnos ante las contrariedades, a hacernos fuertes ante las adversidades e incluso a alegrarnos por poder dar la cara por el Señor y el Evangelio.

DOMINGO

Hay una palabra que resuena en las lecturas de este domingo: “amor”. ¿Pero no pensáis que es una palabra que aparece algo desgastada de tanto usarla o por no usarla bien? 

Sin embargo, Jesús la escoge para decir cómo es Dios. Dios es amor y por ello es una realidad fácilmente comprensible, accesible porque ¿quién no entiende qué es el amor? ¿Quién no desea ser amado? 

DOMINGO

“ Esto os mando: que os améis unos a otros ”



según San Juan 15, 9-17

El amor no es un atributo de Dios sino Dios mismo. Dios es amor (1Jn. 4,8).

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor. 

Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. 

Si Dios es amor y nosotros estamos hechos a “imagen y semejanza de Dios”, cuando vivimos en el amor nos realizamos plenamente como personas; y cuando no vivimos en el amor nos vamos destruyendo poco a poco

Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud.

 Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. 

Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. 

Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. 

Lo esencial es que nos tenemos que amar “como Jesús nos ha amado”. “Como el Padre me ha amado a mí así os he amado yo”. Estamos llamados a amarnos con el mismo amor que el Padre ha amado a Jesús.

No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca. 

Cada uno de nosotros puede decir: “Me ama a mí”. “Conoce mi nombre”. Para saber qué significa ser llamado por nuestro propio nombre, habría que acudir a la experiencia de María Magdalena cuando Jesús Resucitado le dice: ¡María!

De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros».

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