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viernes, 17 de mayo de 2024

ASCENSION Y SEMANA VII DE PASCUA

SÁBADO

“ Tú, sígueme ”
Este sábado terminamos los evangelios feriales de Pascua, y lo hacemos con la continuación del de ayer donde Jesús nos preguntaba con toda claridad: ¿Mé amas?. Le respondimos como Pedro, con el corazón abierto y entregado.


según san Juan 21, 20-25 

En aquel tiempo, Pedro, volviéndose, vio que los seguía el discípulo a quien Jesús amaba, el mismo que en la cena se había apoyado en su pecho y le había preguntado: «Señor, ¿quién es el que te va a entregar?»
 Al verlo, Pedro dice a Jesús: «Señor, y éste, ¿qué?» 

Jesús le contesta: «Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué? 
Tú sígueme.» Entonces se empezó a correr entre los hermanos el rumor de que ese discípulo no moriría. 

Seguirle siempre a él, debería ser nuestro estilo de vida, nuestro camino cotidiano y nuestra espezanza. Pues él nunca defrauda y nunca se echa atrás cuando nos promete o nos dice algo. Seguirle, es tener vida, es decidirse a vivir desde un amor totalmente entregado y apasionado por la vida y por las historias personales de cada ser humano.
Pero no le dijo Jesús que no moriría, sino: «Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué?» 
Este es el discípulo que da testimonio de todo esto y lo ha escrito; y nosotros sabemos que su testimonio es verdadero. Muchas otras cosas hizo Jesús. 
Si se escribieran una por una, pienso que ni el mundo podría contener los libros que habría que escribir.



Hoy la invitación es ya casi una obligación. Tú, Sígueme. Así de claro: Sígueme.
Seguirle es ver siempre optimismos y arco iris donde otros solo ven pesimismos y oscuridades. Seguirle es realizarse, es ser feliz y hacer feliz, es amar y sobre todo vivir con amor desde el amor.

VIERNES

“ Cuando seas viejo, otro te ceñirá ”


según san Juan 21, 15-19

 Habiéndose aparecido Jesús a sus discípulos, después de comer, le dice a Simón Pedro: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?».

 Él le contestó: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero». 

El evangelio de hoy sobre el tema del amor, me fascina y, al mismo tiempo, me entristece. Me fascina y emociona que sea el mismo Jesús el que me pregunte personalmente a mí: ¿Me amas?

Jesús le dice: «Apacienta mis corderos». 

Por segunda vez le pregunta: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas?». Él le contesta: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero». 

Él le dice: «Pastorea mis ovejas».

 Por tercera vez le pregunta: «Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?».

 Se entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez: «¿Me quieres?» y le contestó: «Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero».

Yo creo que soy sincero cuando le digo que sí, como lo era San Pedro. Y esto me produce alegría. Pero me entristece el que me lo pregunte “por tercera vez”, porque me hace recordar que “por tres veces y más de tres” yo no le he sido fiel. Y no es que yo crea que Dios quiere que recuerde mi pasado para humillarme y caminar por la vida con complejo de culpabilidad

Jesús le dice: «Apacienta mis ovejas. En verdad, en verdad te digo: cuando eras joven, tú mismo te ceñías e ibas adonde querías; pero, cuando seas viejo, extenderás las manos, otro te ceñirá y te llevará adonde no quieras». 

«¿Me amas?… Apacienta mis ovejas». Las palabras de Jesús a Pedro en el Evangelio de hoy son las primeras que os dirijo, queridos hermanos. Estas palabras nos recuerdan algo esencial. Todo ministerio pastoral nace del amor… nace del amor.

Esto dijo aludiendo a la muerte con que iba a dar gloria a Dios. Dicho esto, añadió: «Sígueme».


Señor, el tema de mi oración en este día, basado en tu evangelio, me llena de satisfacción porque es tu tema, tu gran tema, el tema del amor. Y yo quiero darte gracias porque has puesto el amor como fundamento del cristianismo


JUEVES

“ Para que todos sean uno ”



según san Juan 17, 20-26 

En aquel tiempo, levantando los ojos al cielo, oró Jesús diciendo: «No solo por ellos ruego, sino también por los que crean en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí, y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado.

Las palabras del evangelio de hoy son escalofriantes, sublimes, estremecedoras. Jesús ha pedido al Padre que caigamos en la cuenta del amor que ese Padre nos tiene. Y este amor es tan inefable que es el mismo con que el Padre ama a Jesús.

 Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno; yo en ellos, y tú en mí, para que sean completamente uno, de modo que el mundo sepa que tú me has enviado y que los has amado a ellos como me has amado a mí. Padre, este es mi deseo: que los que me has dado estén conmigo donde yo estoy y contemplen mi gloria, la que me diste, porque me amabas, antes de la fundación del mundo.

Personalmente me parece que, además de todos los pecados que tenemos, el gran pecado es que pasamos la vida “sin enterarnos de todo lo que el Padre nos ama”.

 Padre justo, si el mundo no te ha conocido, yo te he conocido, y estos han conocido que tú me enviaste.

 Les he dado a conocer y les daré a conocer tu nombre, para que el amor que me tenías esté en ellos, y yo en ellos».


Por eso Jesús ha rezado al Padre para que esto se pueda cumplir. Cuando el mismo amor de Dios “manifestado a través de su Espíritu” venga a nosotros e inunde nuestros corazones, podremos convertir “el desierto en vergel”, “la tierra en cielo”, y “el infierno en paraíso”. Es el milagro del amor.

MIÉRCOLES

“ Santifícalos en la verdad ”



según san Juan 17, 11b-19


En aquel tiempo, levantando los ojos al cielo, oró Jesús diciendo: «Padre santo, guárdalos en tu nombre, a los que me has dado, para que sean uno, como nosotros. 

Cuando estaba con ellos, yo guardaba en tu nombre a los que me diste, y los custodiaba, y ninguno se perdió, sino el hijo de la perdición, para que se cumpliera la Escritura. 

Sabe que ha llegado la hora, la hora de dar la vida a todos los que el Padre ha amado desde el primer día del mundo; la hora de nacer a la vida de Dios.

Ahora voy a ti, y digo esto en el mundo para que tengan en sí mismos mi alegría cumplida. 

Yo les he dado tu palabra, y el mundo los ha odiado porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No ruego que los retires del mundo, sino que los guardes del maligno. 

Ha llegado la hora de contemplar la profundidad del amor divino, ese amor que Cristo ha revelado, pues sólo Él ama como Dios puede amar. Cristo, ora por sus discípulos.

No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Santifícalos en la verdad: tu palabra es verdad. 

Han creído en El; le ha dado su confianza y su vida. Ya no son siervos, sino amigos. Son de Dios como lo eran de Cristo. ¡Misterio de amor¡

Como tú me enviaste al mundo, así yo los envío también al mundo. Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad».



MARTES

 “ Como yo os he amado ”



Qué distinta la piedad de Jesús de la de los judíos de su tiempo. Éstos tenían muchas leyes, muchos preceptos, muchas normas. J

según san Juan 15, 9-17 

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor. 

Jesús sólo tiene una. La Ley del amor. Lo que nos dejó Jesús como testamento y norma suprema es “que nos amemos unos a otros como Él nos ha amado”.

Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. 

Lo que nos distingue como cristianos ni siquiera es el amor sino el amor tal y como lo entendió Jesús. Y Jesús entendió el amor hasta estar dispuesto a dar la vida por las personas que amaba.

Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud. Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. 

. Lo ideal del cristiano es vivir para amar, vivir desviviéndose por los demás, gastar la vida amando, de modo que la mejor manera de perder el tiempo sea emplearlo en algo que no se pueda reciclar en amor.

Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando. 

Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. 

Jesús no obliga a nadie a ser cristianos, pero en el momento que uno opta por serlo, ya no es libre para el amor, porque en el momentoque dejo de amar dejo de ser cristiano

No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca. De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros».




Es imposible encontrar a un cristiano sin amor como no es posible encontrar a un ser humano sin pulso. Lo dice muy bien San Juan; “El que no ama está muerto” (1Jn. 3,14). Y la religión de Jesús no es religión de muertos sino de vivos.


 LUNES

“ ¿Ahora creéis? ”



según san Juan 16, 29-33 

En aquel tiempo, los discípulos dijeron a Jesús: «Ahora sí que hablas claro y no usas comparaciones.

 Ahora vemos que lo sabes todo y no necesitas que te pregunten; por ello creemos que has salido de Dios». 

Les contestó Jesús: «¿Ahora creéis? Pues mirad: está para llegar la hora, mejor, ya ha llegado, en que os disperséis cada cual por su lado y a mí me dejéis solo. 

Sin embargo algo que nos comunica el Evangelio es la victoria sobre el mal, el Señor nos invita a tener paz en Él. A confiar en que Él ha vencido al mundo. Jesús ha vencido al mundo, es decir, ha salido victorioso. “Os he hablado de esto, para que encontréis la paz en mí. En el mundo tendréis luchas; pero tened valor: yo he vencido al mundo”.

Pero no estoy solo, porque está conmigo el Padre. 

Os he hablado de esto, para que encontréis la paz en mí. En el mundo tendréis luchas; pero tened valor: yo he vencido al mundo».

Es todo un camino apasionante pero no sin adversidades, ya señala a sus discípulos que “en el mundo tendréis luchas”, siempre podremos verlas como un reto para poner a prueba nuestra respuesta de amor, se nos brindara la ocasión para dejarnos podar y manifestar nuestra fidelidad, entrega, sacrificio y la importancia que tiene la fe en nuestras vidas.

Recordar que el discípulo no es mas que el maestro, que tenemos que contar con la incomprensión, la burla, el ataque… Y una de las bienaventuranzas ya nos prepara para la persecución como camino de autenticidad: “Dichosos cuando os persigan por mi causa”.


Su Palabra debe de ser donde radique nuestra fuerza. En los momentos de duda, de dolor, de adversidad, cuando tengamos que atravesar las mayores tribulaciones, que indudablemente sobrevendrán, tengamos en cuenta estas palabras del Señor para renovarnos en la esperanza y seguir adelante. Todo es posible con Él.

DOMINGO  DIA DE LA ASCENSIÓN

“ Salieron a proclamar por todas partes ”



El Evangelio no ha de quedar en el interior del pequeño grupo de sus discípulos. Han de salir y desplazarse para alcanzar al «mundo entero» y llevar la Buena Noticia a todas las gentes, a «toda la creación».

según San Marcos 16, 15-20 

La Ascensión es la culminación de la misión redentora de Jesús. Deja el mundo y regresa al mismo lugar de donde “descendió” al momento de su encarnación: a la derecha del Padre. Pero no regresa solo

En aquel tiempo, se apareció Jesús a los once y les dijo: «Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y sea bautizado se salvará; el que no crea será condenado.

El Evangelio de hoy nos presenta lo que parecería ser la “conclusión” del relato evangélico de Marcos (Mc 16,15-20), pero que en realidad es el “comienzo” de la historia de la Buena Noticia del Evangelio:

 A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. 

Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos». 

Después de hablarles, el Señor Jesús fue llevado al cielo y se sentó a la derecha de Dios. 

Estas palabras, pronunciadas por Jesús justo antes de su gloriosa ascensión, le imprimen a la Iglesia su talante misionero. Nos dice la lectura que inmediatamente Jesús se fue al cielo y los apóstoles “se fueron a pregonar el Evangelio por todas partes, y el Señor cooperaba confirmando la palabra con las señales que los acompañaban”.

Ellos se fueron a predicar el Evangelio por todas partes, y el Señor cooperaba confirmando la palabra con las señales que los acompañaban.


Ahora que el Resucitado vive en la Gloria de Dios Padre, pidámosle que envíe sobre nosotros su Santo Espíritu para que, al igual que los apóstoles, tengamos el valor para continuar su obra salvadora en este mundo para que ni uno solo de sus pequeños se pierda

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