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sábado, 6 de abril de 2024

ORACION DE LA MAÑANA DE LA PASCUA

CUARTO DOMINGO



¡CUANDO MAS TE NECESITO, SEÑOR! Javier Leoz 
Te asomas, despertándome de mi letargo cristiano y me pones en guardia frente a tantas cosas que debilitan y distorsionan mi amistad contigo. Cuando más ten necesito, Señor, eres cayado en el que me apoyo para sujetarme nunca caer y siempre levantarme. Cuando, veo que mi nombre se pierde el abismo, suena tu voz clara y nítida: ¡AMIGO!
 Y, compruebo una y otra vez, que eres Pastor que guarda mis pensamientos en el día y hasta vela mis sueños entrada la noche. Sí; Jesús. Siempre surges en el momento oportuno. Conoces mi vida como nadie y, a pesar de estar tan llena de briznas, la pones sobre tus hombros para, una y otra vez, redimirla de sus pecados y dolencias. Y es que, Tú, Señor, como Pastor diligente, oportuno y puntual te haces el encontradizo cuando más te necesito Si, debilitado por mis esfuerzos, pienso en el abandono me elevas sobre tus hombros me cubres con tus brazos y me rodeas con tus Palabras de liberación Si, paralizado por mis errores, miro al fracaso susurras palabras de consuelo a mis oídos: ¡Yo estaré contigo todos los días! Y es que, Tú, Señor, como Pastor que conoces mis atajos y mis dudas te presentas cuando más te necesito. Si, confundido por mil ideas, temo desertar me confirmas en la fe verdadera: ¡YO SOY! 
Si, añorando poder y riquezas, dirijo mis ojos hacia el escaparate del mundo me llevas ante el tesoro de tu amor. Y es que, Tú, Señor, como Pastor, no quieres que –aún siendo débil oveja- me pierda y me vaya lejos de tu rebaño. Por eso y por tantas cosas, Señor, te doy gracias bendigo tu nombre avanzo en tus sendas proclamo tu Palabra y, hoy como ayer, te digo: ¡TÚ ERES EL BUEN PASTOR! Apareces siempre cuando más te necesito
D
Surges Señor en el momento oportuno porque conoces mi vida. Y hoy que te necesito me pones en tus hombros. Gracias por tanto Buen Pastor
L
Solo a travesde Jes´us encuentras la vida verdadera. El es la puerta de esa vida. Cruzarla es parecerse a El. Recuerda que El pasó haciendo el bien.Concédeme amarte más a ti que a mí mismo, dame la gracia de saber entrar por la puerta que me señalas y que en definitiva seas Tú realmente el Señor de mi vida entera.
M
Señor, Tú que eres el buen pastor, dame la gracia de poder seguirte en todo momento y en todo lugar. Te pido la gracia de escuchar tu voz en medio del desorden de este mundo; que en medio de tinieblas yo te siga para llegar a los verdes prados donde me haces reposar.

X
Jesucristo, creo en ti; creo en el Padre que te ha enviado; creo en tu Palabra que es la luz que ilumina mi camino. Por eso quiero oírte y poner en práctica tu mandamiento, que me promete la vida eterna. Ayúdame a que mi oración me ayude a gustarla ya desde ahora.
J
Señor, vengo a encontrarme contigo en este rato de oración. Ayúdame a acallar mis preocupaciones y pendientes, a desechar ruidos, planes, sueños, que no me dejan escucharte. Quiero quedarme un rato contigo y prestar mucha atención a lo que me quieres decir hoy.

V
Jesús capta su tristeza y su turbación. Su corazón se conmueve. Olvidándose de sí mismo y de lo que le espera, Jesús trata de animarlos: «No os inquietéis. Confiad en Dios y confiad también en mí». Más tarde, en el curso de la conversación, Jesús les hace esta confesión: «Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie puede llegar hasta el Padre sino por mí». No lo hemos de olvidar nunca.
S
Gracias, Señor, por llamarme a estar contigo. Quiero acercarme a ti con la confianza que me da el saberme que me quieres, que buscas siempre mi bien y que siempre me escuchas. Que este rato de oración me ayude a confiar más en ti.


La obra de Cristo no se acaba en él. Los discípulos, imitaran al Viviente, realizarán las mismas obras que él realizó, y aún mayores. Cristo muere, y los discípulos se levantan. Habitados por el Espíritu, proclaman la resurrección y confirman que el amor es más fuerte que la muerte.
SEGUNDO DOMINGO DE PASCUA


¡CON MI IGLESIA, CREO EN TI, SEÑOR! (2ºPASCUA) 
Abriré las puertas, cuando me llamen a tiempos y a deshoras y, aun con incertidumbres o dudas, proclamaré que estás vivo y operante Que, en mis miedos y temores, me das la valentía de un león para hacer frente a mis adversarios.
 ¡CON MI IGLESIA, CREO EN TI, SEÑOR! Ven, Señor, y como a Tomás muéstrame tu costado no para que crea más o menos sino para sentir un poco el calor de tu regazo. Ven, Señor, y como a Tomás, enséñame tus pies no porque desee verlos taladrados sino porque, al contemplarlos, conoceré el precio que se paga a los que desean andar por tus caminos Ven, Señor, y como a Tomás, dame tus manos no para advertir los agujeros que los clavos dejaron sino para, juntando las mías sobre las tuyas, comprender que he de ayudar al que está abatido animar al que se encuentra desconsolado o servir con generosidad, a todo hombre que ande necesitado
 ¡CON MI IGLESIA, CREO EN TI, SEÑOR! Porque, sé que, los Apóstoles débiles y santos, con virtudes y defectos, nos han dejado esta Iglesia que es Madre y sierva Santa y pecadora, grande y pequeña, Rica y pobre, pero esplendorosa por la alegría de tu Pascua Resucitadora 
¡ALELUYA, CREO CON TU IGLESIA, EN TI SEÑOR!
D


L
Gracias, Dios mío, por el Misterio de la Encarnación. Gracias porque has querido venir a nuestro mundo para compartir con nosotros las penas y las alegrías; nuestras sonrisas y nuestras lágrimas. Así eres nuestro hermano. Gracias porque has trabajado con manos de hombre; has mirado con mirada de hombre; has amado con corazón de hombre.
Señor y Dios mío, creo firmemente que estás aquí, que me ves, que estas junto a mí, que me oyes, y es por eso que quiero hablarte desde lo más profundo de mi corazón; te pido la gracia de hacer de este rato de oración, un momento de intimidad gozosa con tu corazón misericordioso.
X
J
Somos testigos de lo que Dios ofrece graciosamente a los hombres en su Hijo, por eso nuestra fe no consiste solo en afirmar que Jesús es el Cristo, sino en aceptar ser hijo de Dios en Él y vivir como tales.
V

Jesús, pon tu palabra, pon tus manos, pon tus ojos, mírame y dame tu bendición.
S


 DOMINGO DE RESURRECCION




¡FELIZ PASCUA DE RESURRECCIÓN A TODOS! También yo, en el amanecer de esta jornada con el alma sujetada por la penumbra pero con el corazón inquieto me he acercado hasta el lugar donde creía y me dijeron se encontraba tu cuerpo amarrado entre vendas, sudarios o desfigurado por los sucesos de estos últimos días. Más, cual ha sido mi sorpresa, Señor, cuando al cruzarme con María Magdalena con Simón Pedro y luego con Juan me han dicho que, no tenga prisa, que tu losa no está ni sellada ni centrada Que la piedra de tu sepulcro se encuentra movida y que abra bien los ojos para la gran sorpresa que me espera
 ¡ABREME LOS OJOS, SEÑOR! Pues quiero verte para nunca más perderte Porque, después de avanzar hasta tu sudario necesito certezas para comprender y gritar al mundo que ¡Creo! ¡Creo! ¡Y mil veces creo! Que has vuelto para devolvernos vida abundante Que, a partir de hoy, la asignatura difícil de la muerte ha sido resuelta y superada por el Maestro que más enseñó con palabras de amor y con gestos de humildad con milagros y promesas felizmente cumplidas.
 ¡ABREME LOS OJOS, SEÑOR! Quiero, sin temor ni temblor, y aunque algunos me digan lo contrario asomarme y ver el golpe definitivo que tu triunfo sobre la muerte ha dejado. Quiero, con la emoción de los discípulos y de la mano de Santa María Virgen comprender y creer que, era cierto, ¡Has resucitado! ¡Lo has hecho por nosotros! 
¡ABREME LOS OJOS, SEÑOR PARA VERTE Y NUNCA PERDERTE!
D
Mi vida una ofrenda de alabanza, la resurrección ofrenda de La vida de Cristo al Padre y el Padre acepta esa ofrenda
L
Ven, Señor, a mi encuentro. Creo en ti, espero en ti, te amo. Permíteme escuchar tu palabra con esperanza, ver tu rostro con la fe y transmitirte motivado por tu amor. Amén.
A quien buscas...... responder a Tu llamada Señor resucitado en la fe y a ser testigo del Señor resucitado delante del mundo
X

¿a quién buscas?
 Esta pregunta Jesús la dirige a ti, quiere que veas en tu corazón y respondas; es fácil responder “te busco a ti, Señor”, pero existe la posibilidad que te busques a ti mismo o busques a otra persona y, aun así, Jesús se acerca para que te des la oportunidad de verle y reconocerle y, al igual que María, te llenes de gozo y puedas decirle “¡Rabuní!” al momento que le escuches decir tu nombre, en tu corazón o de forma audible.
J

Al igual que los primeros discípulos, necesitamos que el Resucitado nos abra la mente para comprender las Escrituras. Y eso parece que pide el vivir siempre abierto al Espíritu, en actitud de dejarse sorprender cada día, dispuesto a aprender, a dejarse seducir cada día por Jesús. Termina el Evangelio de hoy invitándonos a ser testigos. A mostrarle a Él con nuestra forma de vivir.
V
Pedro había conocido a Cristo. Vivió con Él, comió junto a Él; lo escuchó…, lo traicionó, lo amó; era su amigo. De repente se ve sin Él, se ve sin el amigo que a su vida le dio sentido; el amigo que alguna vez le dijo: “desde ahora ya no solo serás pescador sino que serás pescador de hombres…, uno de los apóstoles, mi discípulo, mi amigo.”
S
Jesús, vengo ante ti, una vez más para poner en tus manos todo lo que soy y todo lo que tengo. Tú me conoces y sabes que es lo que llevo en el corazón, cuáles son mis tristezas y mis alegrías. Te doy las gracias porque nunca me has abandonado, siempre has estado a mi lado, aun cuando no me he dado cuenta. Aumenta mi fe para creer en ti,

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