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jueves, 4 de abril de 2024

VOSOTROS, SOIS MIS TESTIGOS

santo evangelio según san Lucas 24, 35-48 

En aquel tiempo, los discípulos de Jesús contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan. Estaban hablando de estas cosas, cuando él se presentó en medio de ellos y les dice: «Paz a vosotros».

Las escenas que nos va presentando la liturgia de este tiempo Pascual nos hablan de cómo se va gestando y consolidando la Fe, de los primeros pasos de una Iglesia que nace, también de los titubeos, miedos y cobardías. de las indecisiones y de los atrevimientos. Hoy vemos a los amigos de Jesús reunidos Y es fácil imaginar la de conversaciones cruzadas, los conatos por hacerse oír cada cual expresando su peculiar estado de euforia o de escepticismo, sus controversias, ¿estaba vivo o todo eran cuentos de fantasmas?



Los de Emaús cuentan, entusiasmados, su experiencia. Ellos habían querido rehacer su vida apartándose de la desazón y el miedo, del ambiente intoxicado de sentimientos tan convulsos. A Jesús lo mataron y todo había terminado, habían sido vanas la ilusión y la esperanza. Tenían que comenzar de nuevo. Un peregrino les acompaña, un desconocido que prende fuego en sus corazones. Y es que ¡¡era Él!! ¡¡lo reconocieron al partir el pan!!. 
 En este ambiente cargado de alegría y a la vez de una inmensa tristeza, de sospechas y temores aparece Jesús, pero lo confunden con un fantasma – «¿por qué os alarmáis? ¿porqué surten dudas en vuestro interior?»

Es Jesús que se identifica mostrando lo mas intimo y humano, las propias heridas, comiendo con ellos, incitando a ver y tocar. Es Jesús que se hace visible en medio de ellos. no se ha colado por ninguna parte, estaba ya allí. 
Una comunidad que habla con Jesús y de Jesús tiene garantizada su presencia, avalada por Él mismo. – “donde haya reunidos dos o tres en mi nombre allí estoy yo en medio de ellos” En comunidad es donde toma fuerza la fe. 
 Y les da su paz, no la del alboroto y la algarabía que anestesian embotando la mente, no la del desinterés o la del pasotismo y la evasión, ni la que da el mundo que nos dice “si quieres la paz prepara la guerra” ni tampoco la calma del camposanto.

La resurrección de Cristo es lo que da sentido a todas las vicisitudes y sentimientos, lo que nos ayuda a recobrar la calma y a serenarnos en las tinieblas de nuestra vida.
 Las otras pequeñas luces que encontramos en la vida sólo tienen sentido en esta Luz.

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