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miércoles, 20 de marzo de 2024

CITA DEL EVANGELIO

 Dijo Jesús a los judíos que habían creído en él: «Si permanecéis en mi palabra, seréis de verdad discípulos míos; conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres».



Permanecer en la Palabra de Jesús es hacer sus obras. Es entrar en el conocimiento de la Verdad, que es el mismo Jesús: “Yo soy el camino y la verdad y la vida”.

Y esta adhesión a Él, nos da entrada a la libertad de ser hijo de Dios, el haber dejado el pecado para siempre, el haber abandonado el mundo de la esclavitud con sus apetencias y concupiscencias… ¡Qué gracia tan grande nos ha dado Dios al creer en Jesús su Hijo y pegarnos a Él…! 

 !Dios es bueno y cuida de nuestra alma, más que una madre cuida de su hijo de pecho…!


«Nuestro padre es Abraham». Jesús les dice: «Si sois hijos de Abraham, haced las obras de Abraham. Pero tratáis de matarme, a mí que os he dicho la verdad que oí de Dios. 

 No tenemos más padre que a Dios». Jesús les respondió: «Si Dios fuera vuestro Padre, me amaríais a mí, porque yo he salido y vengo de Dios; no he venido por mi cuenta, sino que Él me ha enviado».

Como eran descendientes de Abraham según la consanguineidad, esos tales discípulos de Jesús se consideraban superiores no solamente de los gentíos que vivían lejos de la fe, sino también superiores a cualquier discípulo no judío partícipe de la misma fe.
A pesar de ser discípulos de Jesús, tenemos la impresión de que Jesús nada representaba para ellos, nada acrecentaba al que ya poseían. Pero es ahí donde se encuentra el gran error de todos ellos: los verdaderos hijos no son los descendientes según la consanguineidad, sino los herederos de la promesa, o sea, aquellos que creen (cf. Rom 9,6-8). 
Sin la fe en Jesús no es posible que alguien alcance la promesa de Abraham. Por tanto, entre los discípulos «no hay judío o griego; no hay esclavo o libre; no hay hombre o mujer», porque todos son hermanos por el bautismo (cf. Gal 3,27-28).


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