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lunes, 25 de diciembre de 2023

NOCHEBUENA Y NAVIDAD, NATIVIDAD DEL SEÑOR

 25 DE DICIEMBRE

“ El Verbo era la luz verdadera ”



EN el prologo del evangelio de San Juan, se nos dice que a Dios nadie lo ha visto. Pero se hizo presencia a través de Jesús y gracias a Él conocemos a Dios.
san Juan 1, 1-18

 En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios. Él estaba en el principio junto a Dios. 
Por medio de él se hizo todo, y sin él no se hizo nada de cuanto se ha hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. 

La Palabra de Dios es Luz que ilumina nuestro camino y da claridad a nuestra vida.
Y la luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no lo recibió. 
Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio d él. No era él la luz, sino el que daba testimonio de la luz. 


El Verbo era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, viniendo al mundo. En el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de él, y el mundo no lo conoció. 
Vino a su casa, y los suyos no lo recibieron. Pero a cuantos lo recibieron, les dio poder de ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre. 
Estos no han nacido de sangre, ni de deseo de carne, ni de deseo de varón, sino que han nacido de Dios. 
Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad. 

Lo importante para nosotros, y la Solemnidad que estamos celebrando, es que ya no se trata de un Dios distante, extraño, misterioso, inalcanzable. Ahora encontramos a un Dios que se hace uno de nosotros, que “acampa” entre nosotros.

Juan da testimonio de él y grita diciendo: «Este es de quien dije: el que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo».
 Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia. Porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad nos ha llegado por medio de Jesucristo. 
A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Unigénito, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.
Un Dios que nació pequeño y frágil, como todos nosotros, que necesitó de los cuidados y el cariño de una madre, y las enseñanzas y disciplina de un padre. “Dios-con-nosotros”, Emmanuel. Hoy celebramos el nacimiento del Emmanuel, cuyo nacimiento fue anunciado a coro por los heraldos celestiales (Lc 2,13-14), tal como lo había profetizado Isaías en la primera lectura de hoy.


Ya el tiempo de espera gozosa del Adviento ha culminado, y si nuestra preparación para este gran día fue adecuada, podemos adorar y besar al Niño Dios.

 Pero, ¿sabes qué? ¡Todavía estás a tiempo! Si te postras ante el Niño y le adoras de todo corazón, notarás una sonrisa en su rostro, esa sonrisa que solo los niños pueden regalarnos, y con ella derramará su Gracia sobre ti, y podrás recibirlo en tu corazón. Entonces sabrás lo que es una Feliz Navidad.

24 DE DICIEMBRE

“ …habitaban tierras de sombras, y una luz les brilló ”





san Lucas 2, 1-14 


Sucedió en aquellos días que salió un decreto del emperador Augusto, ordenando que se empadronase todo el Imperio. Este primer empadronamiento se hizo siendo Cirino gobernador de Siria. Y todos iban a empadronarse, cada cual a su ciudad. También José, por ser de la casa y familia de David, subió desde la ciudad de Nazaret, en Galilea, a la ciudad de David, que se llama Belén, en Judea, para empadronarse con su esposa María, que estaba encinta. Y sucedió que, mientras estaban allí, le llegó a ella el tiempo del parto y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo recostó en un pesebre, porque no había sitio para ellos en la posada.
El misterio que se encierra en un niño nacido, en un pesebre, en extrañas circunstancias en las afueras de Belén.

En este pesebre comienza Dios su aventura entre los hombres. No le encontraremos entre los poderosos, sino en los débiles. No está en lo grande y espectacular, sino en lo pobre y pequeño. Vayamos a Belén; volvamos a las raíces de nuestra fe. Busquemos a Dios donde se ha encarnado.

 En aquella misma región había unos pastores que pasaban la noche al aire libre, velando por turno su rebaño. 
De repente un ángel del Señor se les presentó; la gloria del Señor los envolvió de claridad, y se llenaron de gran temor. 
Estas son las primeras palabras que hemos de escuchar: «No temáis. Os anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo». Es algo muy grande lo que ha sucedido. Todos tenemos motivo para alegrarnos. Ese niño no es de María y José. Nos ha nacido a todos. No es solo de unos privilegiados. Es para toda la gente.

El ángel les dijo: «No temáis, os anuncio una buena noticia que será de gran alegría para todo el pueblo: hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor. Y aquí tenéis la señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.» De pronto, en torno al ángel, apareció una legión del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo: «Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad».



Amar al recién nacido ante el Niño Dios es el amor. ¿Por qué ha querido venir Jesucristo a este mundo? ¿Qué necesidad tenía Él, Dios inmenso y glorioso, de venir a este mundo, de nacer como un niño, débil, indefenso, que depende totalmente del cuidado de sus padres? 
Sólo el amor explica este rebajamiento de Dios, un amor total, desinteresado, generoso hacia el hombre, hacia cada hombre, hacia mí. «Amor con amor se paga».

 Por eso el mejor regalo que podemos poner a los pies del pesebre es nuestro amor a Él. Cuando Jesús nació en Belén sólo los pastores, y tres Magos Sabios, le ofrecieron algún regalo. Y seguro que Jesús recibió con mucha alegría los regalos de los pastores. No eran grandes cosas, pues ellos también eran pobres: un queso, un poco de leche, quizás alguna oveja. Pero era todo lo que tenían y se lo daban con todo su amor. Igual hemos de hacer nosotros: ofrecer al Niño Jesús nuestro corazón, pobre y pequeño, pero entregado con alegría y amor.


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