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viernes, 24 de noviembre de 2023

DOMINGO XXXIII DEL TIEMPO ORDINARIO

SÁBADO

“ No es Dios de muertos, sino de vivos ”




«No es Dios de muertos, sino de vivos: por que para Él todos están vivos». Con esta afirmación, Jesús nos recuerda que la muerte no tiene la última palabra en nuestras vidas, sino que todos estamos llamados a una vida resucitada con Él. Pues Dios Padre que nos ama profundamente, nos ha creado para la vida y no para la muerte. Y la vida que nos espera, es la vida en Dios: donde todo llega a su plenitud y todo queda transformado.

según san Lucas 20,27-40 

En aquel tiempo, se acercaron algunos saduceos, los que dicen que no hay resurrección, y preguntaron a Jesús: «Maestro, Moisés nos dejó escrito: “Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer pero sin hijos, que tome la mujer como esposa y dé descendencia a su hermano». Pues bien, había siete hermanos; el primero se casó y murió sin hijos. El segundo y el tercero se casaron con ella, y así los siete, y murieron todos sin dejar hijos. Por último, también murió la mujer. Cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será la mujer? Porque los siete la tuvieron como mujer». 

Jesús les dijo: «En este mundo los hombres se casan y las mujeres toman esposo, pero los que sean juzgados dignos de tomar parte en el mundo futuro y en la resurrección de entre ¡os muertos no se casarán ni ellas serán dadas en matrimonio. 

Pues ya no pueden morir, ya que son como ángeles; y son hijos de Dios, porque son hijos de la resurrección. Y que los muertos resucitan, lo indicó el mismo Moisés en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor: “Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob”. 

No es Dios de muertos, sino de vivos: porque para él todos están vivos». Intervinieron unos escribas: «Bien dicho, Maestro».

Si bien la muerte es una realidad en nuestras vidas que todos pasaremos, sabemos por la fe que no es nuestro destino final, como creían los saduceos. Porque Cristo con su pasión ha destruido la muerte de una vez para siempre; gracias a ÉL la muerte y el pecado ya no tienen ningún poder sobre nosotros. Por Jesús, todos estamos llamados a ser partícipes de la resurrección y del mundo futuro. Pues Él por puro amor nos hizo dignos de esta gracia.

Señor, tu que te has dignado redimirnos y has querido hacernos hijos tuyos, míranos siempre con amor de padre y haz que cuantos creemos en Cristo, tu Hijo, alcancemos la libertad verdadera y la herencia eterna. Por Jesucristo nuestro Señor.

VIERNES

“ Mi casa es casa de oración ”



según san Lucas 19,45-48 

En aquel tiempo, Jesús entró en el templo y se puso a echar a los vendedores, diciéndoles: «Escrito está: “Mi casa será casa de oración”; pero vosotros la habéis hecho una “cueva de bandidos”». 

Jesús se une a tantos profetas que denuncian a quienes se creen en paz con Dios porque acuden con asiduidad al culto del Templo, despreocupándose de la justicia y de los prójimos.

Todos los días enseñaba en el templo. Por su parte, los sumos sacerdotes, los escribas y los principales del pueblo buscaban acabar con él, pero no sabían qué hacer, porque todo el pueblo estaba pendiente de él, escuchándolo.

También nosotros estamos supuestos a estar pendientes de sus palabras; como el centurión romano: Basta que lo digas de palabra… (Mt 8, 8). Su Palabra otorga luz y fuerza para cumplir con su mandamiento y con el auténtico culto. Su Palabra convierte nuestra casa en casa de oración, de acogida, de servicio al Señor y a los hermanos.

La religión judía había entrado en un proceso de degradación y había convertido en impuro el Templo. También nuestra Iglesia experimenta la tentación de la mundanidad y de un poder que no es el poder de Jesucristo

JUEVES

 “ No reconociste el momento de mi venida ”

según san Lucas 19, 41-44 

A Jesús le salen de muy dentro, de su corazón, las lágrimas ante Jerusalén. Muchos de sus habitantes le han rechazado. Les ha ofrecido, su luz, su amor, el camino que lleva al sentido, les ha hablado de Dios como el buen Padre que siempre nos ama, nos perdona y nos acoge… pero muchos de sus habitantes le han rechazado.

En aquel tiempo, al acercarse Jesús a Jerusalén y ver la ciudad, lloró sobre ella, mientras decía: «Si reconocieras tú también en este día lo que conduce a la paz! 

Llora más por ellos que por él. No van a disfrutar del tesoro que le ofrece, del gran regalo de su amor y de su luz.

Pero ahora está escondido a tus ojos. Pues vendrán días sobre ti en que tus enemigos te rodearán de trincheras, te sitiarán, apretarán el cerco de todos lados, te arrasarán con tus hijos dentro, y no dejarán piedra sobre piedra. 

Porque no reconociste el tiempo de tu visita».

Hace tiempo, cuando salió a nuestro encuentro, nos pidió que le siguiéramos y… le hemos seguido hasta el día de hoy. Con nuestra fortaleza y nuestras flaquezas, le hemos reconocido y le seguimos reconociendo como nuestro Dios, como nuestra luz, como nuestro el amor de nuestra vida. Y queremos darle gracias cada día que pasa.

 MIERCOLES

“ Al que tiene se le dará ”



Jesús se dirige a Jerusalén y, para algunos, ese propósito indica que el reino de Dios está cerca. Él quiere persuadirlos de que esa llegada no es inminente y de que hay que seguir trabajando.

La parábola prepara a los discípulos para lo que se avecina.

según san Lucas 19,11-28 

En aquel tiempo, Jesús dijo una parábola, porque estaba él cerca de Jerusalén y pensaban que el reino de Dios iba a manifestarse enseguida. Dijo, pues: «Un hombre noble se marchó a un país lejano para conseguirse el título de rey, y volver después. 

Es una profecía de la ausencia de Jesús. 

Para los discípulos de entonces, la ausencia de su muerte; para los de ahora, la ausencia del tiempo que transcurre hasta su venida definitiva. La tarea del discípulo durante la ausencia del Señor es: Negociad hasta que yo vuelva.

Llamó a diez siervos suyos y les repartió diez minas de oro, diciéndoles: “Negociad mientras vuelvo”. Pero sus conciudadanos lo aborrecían y enviaron tras de él una embajada diciendo: “No queremos que este llegue a reinar sobre nosotros”. 

Cuando regresó de conseguir el título real, mandó llamar a su presencia a los siervos a quienes había dado el dinero, para enterarse de lo que había ganado cada uno. El primero se presentó y dijo: “Señor, tu mina ha producido diez”. Él le dijo: “Muy bien, siervo bueno; ya que has sido fiel en lo pequeño, recibe el gobierno d

El segundo llegó y dijo: “Tu mina, señor, ha rendido cinco”. A ese le dijo también: “Pues toma tú el mando de cinco ciudades”. 

El otro llegó y dijo: “Señor, aquí está tu mina; la he tenido guardada en un pañuelo, porque tenía miedo, pues eres un hombre exigente que retiras lo que no has depositado y siegas lo que no has sembrado”. 

Es la lección fundamental de la parábola: El tercero de los siervos, al no conocer a su amo, no tiene una relación de confianza. No negocia y no arriesga. Tiene miedo y conserva. Podría perder el dinero y exponerse al castigo del amo.

Él le dijo: “Por tu boca te juzgo, siervo malo. ¿Conque sabías que soy exigente, que retiro lo que no he depositado y siego lo que no he sembrado? Pues ¿por qué no pusiste mi dinero en el banco? Al volver yo, lo habría cobrado con los intereses”. 

Entonces dijo a los presentes: “Quitadle a este la mina y dádsela al que tiene diez minas”. Le dijeron: “Señor, ya tiene diez minas”. 

“Os digo: al que tiene se le dará, pero al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene. Y en cuanto a esos enemigos míos, que no querían que llegase a reinar sobre ellos, traedlos acá y degolladlos en mi presencia”». 

Dicho esto, caminaba delante de ellos, subiendo hacia Jerusalén.




MARTES

“ El Hijo del Hombre ha venido a salvar lo que estaba perdido ”




Los publicanos eran mal vistos en tiempo de Jesús, ellos eran quienes recaudaban los impuestos para el Imperio Romano y muchos se enriquecían a costa de oprimir a sus hermanos. Zaqueo no solamente era uno de ellos, sino que era uno de los jefes de los publicanos… pero a pesar de su pecado, Zaqueo se dejó alcanzar por el Amor de Jesús (Lucas 19, 1-10).

según san Lucas 19, 1-10 

Alguna vez nos hemos acomodado en el pecado y hemos experimentado el vacío, la soledad y la tristeza que el pecado trae. Hasta que tomamos la decisión de subirnos al árbol a buscar a Jesús como hizo Zaqueo.

En aquel tiempo, Jesús entró en Jericó e iba atravesando la ciudad. En esto, un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de ver quién era Jesús, pero no lo lograba a causa del gentío, porque era pequeño de estatura. 

Ante esto, la respuesta de Jesús es clara: “baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa”. Y Zaqueo decide hacer unos cambios concretos en su vida.

Corriendo más adelante, se subió a un sicomoro para verlo, porque tenía que pasar por allí. Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y le dijo: «Zaqueo, date prisa y baja, porque es necesario que hoy me quede en tu casa».

 Él se dio prisa en bajar y lo recibió muy contento. 

El Evangelio nos muestra a un Jesús que quiere sanar, que quiere entrar en tu vida y la de tu familia hoy. Así mismo dice la Palabra “hoy”. No dejes pasar ni un día más para que Él se aloje en tu corazón.

Al ver esto, todos murmuraban diciendo: «Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador». 

Pero Zaqueo, de pie, dijo al Señor: «Mira, Señor, la mitad de mis bienes se la doy a los pobres; y si he defraudado a alguno, le restituyo cuatro veces más». 

Jesús le dijo: «Hoy ha sido la salvación de esta casa, pues también este es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido».


Anda, dale la oportunidad a Jesús para que se aloje en tu corazón hoy. ¡Adelante, con fe!

LUNES

“ ¿Qué quieres que haga por ti? ”


según san Lucas 18,35-43

 Cuando se acercaba Jesús a Jericó, había un ciego sentado al borde del camino pidiendo limosna. Al oír que pasaba gente, preguntaba qué era aquello; y le informaron: «Pasa Jesús el Nazareno». Entonces empezó a gritar: «¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!». 

Es muy sencillo identificarnos con el ciego. ¿Quizá por lo de la ceguera? ¿O quizá porque, cansados del seguimiento de Jesús, hemos decidido sentarnos junto al camino y conformarnos con las migajas que caen de la mesa del Padre? En este caso, nos veremos pronto necesitados de pedir socorro: Jesús, hijo de David, ten compasión de mí.

Los que iban delante lo regañaban para que se callara, pero él gritaba más fuerte: «Hijo de David, ten compasión de mí!». 

Es muy posible que nuestro grito se encuentre con el muro de quienes están cerca de Jesús y parece que abren camino. Será necesaria una muy determinada determinación. Será necesario no dejarnos condicionar por las obstrucciones de los buenos.

Jesús se paró y mandó que se lo trajeran. Cuando estuvo cerca, le preguntó: «¿Qué quieres que haga por ti?».

Jesús se detuvo y dijo: Mirad allí, traedlo a mí. Así hace que los discípulos giren la cabeza hacia las periferias que sufren. No me miréis solo a mí. Sí, tenéis que mirarme, pero no solo a mí. Miradme también en los demás, en los necesitados.

 Él dijo: «Señor, que recobre la vista». 

Jesús le dijo: «Recobra la vista, tu fe te ha salvado». 

Vuelve la luz, vuelve la vida, y el ciego se pone en camino. Ahora sí que vale la pena vivir. El ciego ve ahora lo que muchos de los que siguen a Jesús no ven todavía. Es fruto de su fe o confianza en Jesús. La fe que abre los ojos a la más auténtica visión del mundo y de la vida. La fe que hace que lo veamos todo con los ojos de Dios y apreciemos todo, personas y cosas, en su justo valor.

Y enseguida recobró la vista y lo seguía, glorificando a Dios. Y todo el pueblo, al ver esto, alabó a Dios.

DOMINGO


“ Has sido fiel en lo poco, entra en el gozo de tu señor



santo evangelio según san Mateo 25, 14-30 

Los talentos no son un derecho. Son un regalo que el Señor nos hace. Un regalo se recibe para usarlo, ponerlo en acción, compartirlo. No lo recibo para guardarlo sin destapar y mantenerlo ajeno a mi vida. Esto fue lo que hizo aquel siervo del evangelio.

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «Un hombre, al irse de viaje, llamó a sus siervos y los dejó al cargo de sus bienes: a uno le dejó cinco talentos, a otro dos, a otro uno, a cada cual según su capacidad; luego se marchó. 

El que recibió cinco talentos fue enseguida a negociar con ellos y ganó otros cinco. 

El que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos. En cambio, el que recibió uno fue a hacer un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor. 

Al cabo de mucho tiempo viene el señor de aquellos siervos y se pone a ajustar las cuentas con ellos. Se acercó el que había recibido cinco talentos y le presentó otros cinco, diciendo: “Señor, cinco talentos me dejaste; mira, he ganado otros cinco”. Su señor le dijo: “Bien, siervo bueno y fiel; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; entra en el gozo de tu señor”. 

Se acercó luego el que había recibido dos talentos y dijo: “Señor, dos talentos me dejaste; mira, he ganado otros dos”. Su señor le dijo: “Bien, siervo bueno y fiel; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; entra en el gozo de tu señor”. 

Se acercó también el que había recibido un talento y dijo: “Señor, sabía que eres exigente, que siegas donde no siembras y recoges donde no esparces, tuve miedo y fui a esconder tu talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo”.

 El señor le respondió: “Eres un siervo negligente y holgazán. ¿Conque sabías que siego donde no siembro y recojo donde no esparzo? Pues debías haber puesto mi dinero en el banco, para que, al volver yo, pudiera recoger lo mío con los intereses. 

Quitadle el talento y dádselo al que tiene diez. Porque al que tiene se le dará y le sobrará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. 

Y a ese siervo inútil echadlo fuera, a las tinieblas; allí será el llanto y el rechinar de dientes”».



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