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viernes, 13 de octubre de 2023

DOMINGO XXVII DEL TIEMOI ORDINARIO

 SABADO

“ Bienaventurado el vientre que te llevó ”



según san Lucas 11,27-28

 En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba a la gente, una mujer de entre el gentío, levantando la voz, le dijo: «Bienaventurado el vientre que te llevó y los pechos que te criaron». 

está fascinada con Jesús. Le cautivan la sencillez y la elegancia de su señorío; le seduce la persona de Jesús. ¿No habría sido hermoso que Jesús hubiese agradecido el elogio antes de decir lo que dijo? La mujer sabe bien lo que un hijo significa para una madre.

 Pero él dijo: «Mejor, bienaventurados los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen».

Pensemos más bien que Jesús estableció contacto visual con la mujer. A los ojos acompaña el corazón. Y el reconocimiento. Y la mujer no se siente desairada. Tampoco se sentiría desairada la madre de Jesús que estaría cerca.

Por eso es dichosa María. Ella lo sabe y lo vive y lo expresa en el Magnificat. Viéndose a sí misma inmersa en el torbellino del amor gratuito de Dios, su canto es un arrebato de emoción. Su canto, como las palabras de la mujer del Evangelio, es un hermoso modelo de oración y de vida; de cómo comunicarnos con Dios sintiéndonos gozosos portavoces de toda la creación y de toda la humanidad.



VIERNES

“ El reino de Dios ha llegado a vosotros ”

según san Lucas 11,15-26 



En aquel tiempo, habiendo expulsado Jesús a un demonio, algunos de entre la multitud dijeron: «Por arte de Belzebú, el príncipe de los demonios, echa los demonios».

La gente se admiró. La mayoría; no todos. Porque algunos encuentran explicaciones ocultas y reaccionan con escepticismo y desdén ante el milagro.

 Otros, para ponerlo a prueba, le pedían un signo del cielo. Él, conociendo sus pensamientos, les dijo: «Todo reino dividido contra sí mismo va a la ruina y cae casa sobre casa. 

Y es precisamente ahora cuando más necesitamos, el covid-19, acudir al evangelio para constatar que hay “Alguien que es más fuerte que el fuerte”.

Ése es Jesús que, resucitando de entre los muertos, ha vencido la muerte y todo tipo de muerte, de modo que las fuerzas del mal tienen que ceder.

Si, pues, también Satanás se ha dividido contra sí mismo, ¿cómo se mantendrá su reino? Pues vosotros decís que yo echo los demonios con el poder de Belzebú. Pero, si yo echo los demonios con el poder de Belzebú, vuestros hijos, ¿por arte de quién los echan? 

Donde esta la mano de Dios está la mano de su presencia...el Reino de Dios. A veces nos cuesta comprender  y acoger los signos de la presencia de Dios en las personas y en los acontecimientos , nos olvidamos que  el Reino de Dios está mñas cerca de lo que creemos,

Por eso, ellos mismos serán vuestros jueces. Pero, si yo echo los demonios con el dedo de Dios, entonces es que el reino de Dios ha llegado a vosotros. 

Cuando un hombre fuerte y bien armado guarda su palacio, sus bienes están seguros, pero, cuando otro más fuerte lo asalta y lo vence, le quita las armas de que se fiaba y reparte su botín.

 El que no está conmigo está contra mí; el que no recoge conmigo desparrama. 

Por eso, es el mismo Jesús quien nos dice: “El que no está conmigo, está contra mí”. Y es como si dijera: el que no está con Jesús que es verdad, bondad, alegría y vida, se deshumaniza.

Y va contra Jesús todo aquel que atenta contra la persona humana. El fuerte, trata de desunirnos, deshumanizarnos; pero “El más fuerte” nos atrae a la unidad, a la libertad, a la alegría y a la vida en plenitud.

 Cuando el espíritu inmundo sale de un hombre, da vueltas por Jugares áridos, buscando un sitio para descansar, y, al no encontrarlo, dice: “Volveré a mi casa de donde salí”. 

Pero también tenemos muy cerca  al Maligno que intentara algo no  muy bueno.

 Al volver se la encuentra barrida y arreglada. Entonces va y toma otros siete espíritus peores que él, y se mete a vivir allí. Y el final de aquel hombre resulta peor que el principio».


Pidamos al  Señor que su dedo anos ayude a no caer en la trampa del Maligno.

JUEVES

“ Dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen ”



Y es que la grandeza de María está en ser la madre del Hijo de Dios en cuanto que, además de ser Dios ha querido ser hombre.

según san Lucas 11, 27-28 

En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba a la gente, una mujer de entre el gentío, levantando la voz, le dijo: «Bienaventurado el vientre que te llevó y los pechos que te criaron». 

Evangelio donde una mujer arrebatada por la emoción del momento, corazón en mano, alaba a Jesús y le dice cuán orgullosa tenía que estar su madre por haberlo llevado en su seno. Pero Jesús, humilde y sencillo como su madre, traslada la atención de Él mismo y de su madre a una insistencia más central: realmente, es más dichoso el que escucha la Palabra de Dios y la pone en práctica.

Pero él dijo: «Mejor, bienaventurados los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen».

Las palabras de Jesús, como en otras ocasiones resultan misteriosas. Parece que rechaza el piropo de aquella mujer. Pero en realidad lo que hace es elevar el sentido profundo de aquellas palabras.


La grandeza personal de María está en haber escuchado a Dios y haber dado un "si". Maria escuchó y puso en práctica la Palabra de Dios al responder en la anunciación:"He aquí la esclava del Señor".

 Es una actitud humilde, valiente, libre y auténtica. María, que meditó en su corazón las palabras y los gestos de Jesús, hace pensar en aquellos que "escuchan la Palabra con un corazón noble y generoso".

MIÉRCOLES

“ Señor, enséñanos a orar ”


En el Evangelio de hoy nos aparece el Señor orando, era algo cotidiano, son muchas las veces en las que nos aparece que se retiraba a orar o que pasaba la noche en oración, es algo normal en la vida de Ntro. Señor. Oraba con frecuencia, solo, en la montaña, apartado de la muchedumbre, inclusive cuando todos lo buscaban. Oraba antes de momentos importantes como la elección de los Doce y oró antes de enseñar el Padrenuestro a sus discípulos.

según san Lucas 11,1-4 

Una vez que estaba Jesús orando en cierto lugar, cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: «Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos». 

Jesús no impartió a sus discípulos cursillos sobre la oración. Aprendieron a orar con sus ojos. Advertían cómo por la mañana temprano Él se retiraba a lugares solitarios para orar. A veces le observaban a distancia, y lo que veían les seducía. Ellos sabían rezar oraciones y salmos, pero no sabían orar como Él. Así que le piden que se lo enseñe.

Al contemplar la importancia que Él daba a la oración, es lo que les hace a los discípulos pedirle que les enseñe a orar, es su vida la que contagia y crea la necesidad, la actitud del Señor les hacía entender la importancia del momento, y lo respetaban, pues se esperaron a que terminara para pedir que les enseñe a orar.

 Él les dijo: «Cuando oréis, decid: “Padre, santificado sea tu nombre, venga tu reino, danos cada día nuestro pan cotidiano, perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe, y no nos dejes caer en tentación”».

Y Jesús les/nos enseña el Padrenuestro. El Padrenuestro es más que una oración; es una escuela de oración y de vida. Oración que es vida y vida que es oración. Todo desde la primera palabra: PADRE.



MARTES

“ María escuchaba su palabra ”


Qué bonita escena la que nos relata Lucas y nos resulta familiar. Jesús va de camino, posiblemente con sus discípulos, se dirigen a Jerusalén, pero se detiene en una aldea. Esta aldea, aunque aquí no dice su nombre, pudiera ser Betania, donde, según narra el evangelista Juan, se dirigió Jesús a la casa de Marta, María y Lázaro y tuvo lugar la resurrección de Lázaro. Si así fuera, Betania no está muy lejos de Jerusalén. Lugar donde le aguardan trágicos acontecimientos y quizá en su corazón sintiera el peso de la incomprensión, de los ataques, del rechazo de algunos y humanamente ¡que consolador, entrar en la casa de sus amigos! Nos resulta fácil comprender sus sentimientos y ofrecernos como anfitriones de la casa.

Dentro del mundo judío es sorprendente que Jesús entrara en la casa de dos mujeres.

según san Lucas 10, 38-42 

En aquel tiempo, entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa. 

Esta tenía una hermana llamada María, que, sentada junto a los pies del Señor, escuchaba su palabra.

La escucha de María es más profunda. Escucha las palabras que salen de la boca de Jesús. Es momento de dejarnos interpelar por la actitud de María.

 Marta, en cambio, andaba muy afanada con los muchos servicios; hasta que, acercándose, dijo: 

«Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola para servir? Dile que me eche una mano». 

Respondiendo, le dijo el Señor: «Marta, Marta, andas inquieta y preocupada con muchas cosas; solo una es necesaria. María, pues, ha escogido la parte mejor, y no le será quitada».

Marta, símbolo de la hospitalidad, de la acogida. Se desvive por atenderle, pero no llega a todo y esto le produce agitación, nerviosismo, juicio precipitado ante la actitud de su hermana. Y se hace merecedora de un reproche cariñoso de Jesús “Marta, Marta…”

 La escena de Marta y María me parece encantadora. Simbolizan dos actitudes esenciales en la vida cristiana: la de hacer, trabajar, servir a los demás y la de escuchar a Dios y a los hermanos.
Estas dos actitudes de las dos hermanas, hay complementariedad para la vida de un cristiano, Marta y María, acogida, hospitalidad, escucha, oración se han de dar simultáneamente en nuestra vida.

LUNES

“ Haz eso y vivirás ”


Dentro de la gran “sección del camino” (Lc. 9,51-19,28) se encuentra la parábola del Buen Samaritano. Esto quiere decir que, entre las cosas esenciales para ser un buen seguidor de Jesús, está el amor concreto al hermano necesitado. Los personajes están elegidos por Jesús

según san Lucas 10,25-37 

En aquel tiempo, se levantó un maestro de la ley y preguntó a Jesús para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?». Él le dijo: «¿Qué está escrito en la ley? ¿Qué lees en ella?».

 El respondió: «“Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu fuerza” y con toda tu mente. Y “a tu prójimo como a ti mismo”». 

Él le dijo: «Has respondido correctamente. Haz esto y tendrás la vida». 

Pero el maestro de la ley, queriendo justificarse, dijo a Jesús: «¿Y quién es mi prójimo?». Respondió Jesús diciendo: «Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos bandidos, que lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándolo medio muerto. Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino y, al verlo, dio un rodeo y pasó de largo. Y lo mismo hizo un levita que llegó a aquel sitio: al verlo dio un rodeo y pasó de largo. 

El sacerdote y el levita son hombres religiosos que vienen de cumplir sus ceremonias solemnes en el Templo.

Pero un samaritano que iba de viaje llegó adonde estaba él y, al verlo, se compadeció, y acercándose, le vendó las heridas, echándoles aceite y vino, y, montándolo en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó. 

El samaritano es, para los judíos, un hereje, un enemigo del pueblo de Dios.

Y ese que está herido en el suelo, ¿Quién es? ¿De dónde viene? No lo sabemos. Sólo sabemos que es un hombre. Nada más. ¡Y nada menos! Pues bien, en esta parábola este desgraciado, excluido, abandonado y medio muerto, es el verdadero protagonista.

Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y le dijo: “Cuida de él, y lo que gastes de más yo te lo pagaré cuando vuelva”. 

¿Cuál de estos tres te parece que ha sido prójimo del que cayó en manos de los bandidos?». 

El amor no consiste en bonitas teorías sino en bajar a la arena y cargar con aquella persona que nos necesita, sin pedir su carnet de identidad. Si alguien te pregunta por Dios, ya sabes la respuesta: Dios es amor, Dios es todo corazón, y está muy cerca de mí. Es mi próximo. El judío se sitúa ante la ley, y se pregunta: ¿Qué me pasará si quebranto esta ley? El cristiano se debe preguntar: ¿Qué será de mi hermano necesitado si no le ayudo?

Él dijo: «El que practicó la misericordia con él». Jesús le dijo: «Anda y haz tú lo mismo».


Señor, antes de entrar a conocer esta bella enseñanza sobre el amor concreto al hermano, necesito rezar. ¿Quién es capaz de tener misericordia de un desconocido y tratarle con ese mimo que lo trata el buen samaritano? Sólo aquel que tiene el Espíritu de Jesús. Por eso yo, en esta oración, te pido que me des tu Santo Espíritu para que pueda cumplir con el mandamiento del amor.



DOMINGO XXVII

“ La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular ”


Esta parábola no fue recogida por los evangelistas para alimentar el orgullo de la Iglesia, nuevo Israel, frente al pueblo judío, dispersado por todo el mundo. La preocupación era otra: ¿le puede suceder a la Iglesia lo mismo que le sucedió al antiguo Israel? ¿Está la Iglesia a la altura de lo que le pide Dios? Ciertamente, es la Iglesia soñada por Dios; pero ¿está respondiendo a esos sueños?

evangelio según san Mateo 21, 33-43 

En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: «Escuchad otra parábola: “Había un propietario que plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar, construyó una torre, la arrendó a unos labradores y se marchó lejos.

Es el canto de amor de Dios a la viña: la cuida, la protege, la cerca, la vigila. Y, sobre todo, pone en ella su esperanza. La viña es el pueblo de Dios, es la Iglesia, es tu propia alma. En la Biblia aparecen varias imágenes de Dios: la imagen de Dios Artesano, Arquitecto, Pastor, Labrador, pero nunca la imagen de un Dios CANTOR. Y sabemos que las canciones de Dios sólo pueden ser canciones de amor. ¡Y en estas canciones de amor! cuánto anhelo, ¡cuánta ilusión, cuánto afán, cuánto mimo! Los proyectos de Dios sobre el hombre son prodigiosos, fantásticos.

 Llegado el tiempo de los frutos, envió sus criados a los labradores para percibir los frutos que le correspondían. Pero los labradores, agarrando a los criados, apalearon a uno, mataron a otro y a otro lo apedrearon. 

 Envió de nuevo otros criados, más que la primera vez, e hicieron con ellos lo mismo.

La locura del hombre, simbolizada por aquellos viñadores inicuos, y que aparecen en la parábola con todo realismo: “Lo arrojaron fuera del viñedo y lo mataron”. No ha habido en la historia de la humanidad otra locura semejante: matar al autor de la vida, al inocente, al justo, al único capaz de construir un mundo nuevo

 Por último, les mandó a su hijo diciéndose: ‘Tendrán respeto a mi hijo’. Pero los labradores, al ver al hijo se dijeron: ‘Este es el heredero: venid, lo matamos y nos quedamos con su herencia’. 


la locura de Dios. Aparece en la parábola de aquel Padre cuando dice: “Por último, les mandó a su propio hijo”. ¿Qué padre hay en la tierra que, después de haber matado a sus siervos, les entrega el hijo? Es una locura, pero una locura de amor. Lo expresa muy bien San Juan cuando nos dice: «De tal manera amó Dios al mundo que entregó a su propio hijo” (Jn. 3,16).

 Y agarrándolo, lo sacaron fuera de la viña y lo mataron. 

Cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?». Le contestan: «Hará morir de mala muerte a esos malvados y arrendará la viña a otros labradores que le entreguen los frutos a su tiempo». 

 Y Jesús les dice: «No habéis leído nunca en la Escritura: “La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente” Por eso os digo que se os quitará a vosotros el reino de Dios y se dará a un pueblo que produzca sus frutos».



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