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viernes, 24 de marzo de 2023

CUARTA SEMANA DE CUARESMA

 

SÁBADO

“ Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo ”



Ciertamente se trata de un texto cercano y ya conocido, pero que siempre nos impacta e interpela.

según san Lucas 1, 26-38 

En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. 

El ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo». 

Ella se turbó grandemente ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. 

en el «alégrate, llena de gracia» (Lc 1,28) oímos por primera vez el nombre de la Madre de Dios: María (segunda frase del arcángel Gabriel). Ella tiene la plenitud de la gracia y de los dones.

Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin». 

Ángel hace vislumbrar a María que Dios la quiere sencilla, humilde, servidora, alegre, cerca de la gente.

Y María dijo al ángel: «¿Cómo será eso, pues no conozco varón?». 

El ángel le contestó: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer será llamado Hijo de Dios. 

También tu pariente Isabel ha concebido un hijo en su vejez, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque “para Dios nada hay imposible”». 

Tal vez podríamos fijar nuestra mirada en María, quien confiando en Dios, se atrevió a decir “SI”, un SI que cambió la historia del mundo. Sí que manifiesta disponibilidad total para aceptar una misión que, a ojos humanos, parecía imposible realizar y que significaba, para una joven “arriesgarse por Dios”.

María contestó: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mi según tu palabra». Y el ángel se retiró.


Por un momento el cielo y la tierra estaban pendientes de una palabra. Dios ya estaba decidido a hacerse hombre, a vivir entre nosotros, pero esperaba el consentimiento de una mujer. Y María dijo SÍ. Gracias. Señor, por tu gran amor. Y gracias María por haber dicho que sí.

MIÉRCOLES


“ El Verdadero es el que me envía ”


Jesús se sabe perseguido. Y toma sus humanas precauciones, como señala el Evangelio del día. Sube a la fiesta de las Tiendas sin dejarse ver mucho… hasta que empieza a predicar

san Juan 7, 1-2. 10. 25-30 

En aquel tiempo, recorría Jesús Galilea, pues no quería andar por Judea porque los judíos trataban de matarlo. Se acercaba la fiesta judía de las Tiendas. Una vez que sus hermanos se hubieron marchado a la fiesta, entonces subió él también, no abiertamente, sino a escondidas.

 Entonces algunos que eran de Jerusalén dijeron: «¿No es este el que intentan matar? Pues mirad cómo habla abiertamente, y no le dicen nada. 

“Los judíos buscaban a Jesús para matarle”. Y es que la verdad incomoda a aquellos que están anclados en la mentira y hacen de la mentira su medio de vida. Buscar a Jesús para matarlo es intentar “matar la vida”.

¿Será que los jefes se han convencido de que este es el Mesías? Pero este sabemos de dónde viene, mientras que el Mesías, cuando llegue, nadie sabrá de dónde viene». 

Entonces Jesús, mientras enseñaba en el templo, gritó: «A mí me conocéis, y conocéis de dónde vengo. 

Sin embargo, yo no vengo por mi cuenta, sino que el Verdadero es el que me envía; a ese vosotros no lo conocéis; yo lo conozco, porque procedo de él y él me ha enviado». Entonces intentaban agarrarlo; pero nadie le pudo echar mano, porque todavía no había llegado su hora.

Hoy viernes de Cuaresma, contempla al Crucificado camino de la cruz y ofrece el Vía Crucis por todos los que en este tiempo son crucificados en los campos de refugiados, en las periferias de las grandes ciudades, o los echados a la deriva en tantas pateras que terminan su sueño de dignidad en las fosas de nuestros mares o en tantos otros lugares donde la dignidad de la persona vale tan, tan poco. Aunque todos estos crucificados quedan solapados por los crucificados de la guerra de Ucrania que asola a toda la humanidad.


Señor, yo te agradezco, de corazón, tus bellas enseñanzas. Me encanta descubrir tus propios sentimientos. Te había observado muchas veces caminando, hablando, incluso llorando, pero nunca te había observado “gritando”. Y, sin embargo, yo necesito que me grites de vez en cuando, que sacudas mi alma, que me despiertes a la vida.

JUEVES

“ He venido en nombre de mi Padre, ”


En nuestro caminar cuaresmal bien sabemos que para ir escuchando al Señor que nos habla, la vida ilumina el texto y el texto ilumina la vida; desde esta premisa podemos seguir descubriendo lo que nos trae nuevamente el Evangelio según San Juan.

según san Juan 5, 31-47 

En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: «Si yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio no es verdadero. Hay otro que da testimonio de mí, y sé que es verdadero el testimonio que da de mí. Vosotros enviasteis mensajeros a Juan, y él ha dado testimonio en favor de la verdad. No es que yo dependa del testimonio de un hombre; si digo esto es para que vosotros os salvéis. 

En nuestro caminar cuaresmal bien sabemos que para ir escuchando al Señor que nos habla, la vida ilumina el texto y el texto ilumina la vida; desde esta premisa podemos seguir descubriendo lo que nos trae nuevamente el Evangelio según San Juan.

Juan era la lámpara que ardía y brillaba, y vosotros quisisteis gozar un instante de su luz.

 Pero el testimonio que yo tengo es mayor que el de Juan: las obras que el Padre me ha concedido llevar a cabo, esas obras que hago dan testimonio de mí: que el Padre me ha enviado. 

Y el Padre que me envió, él mismo ha dado testimonio de mí. Nunca habéis escuchado su voz, ni visto su rostro, y su palabra no habita en vosotros, porque al que él envió no lo creéis. 

Él denunciaba un modo de actuar y de leer las Escrituras que podía generar erudición, pero no encuentro con Dios Vivo. Qué bueno si en este tiempo cuaresmal frecuentamos un poco más la Palabra, nos familiarizamos con ella, guardamos como un tesoro en nuestro corazón su mensaje… dejando que nos transforme sin oponer resistencia…

Estudiáis las Escrituras pensando encontrar en ellas vida eterna; pues ellas están dando testimonio de mí, ¡y no queréis venir a mí para tener vida! 

No recibo gloria de los hombres; además, os conozco y sé que el amor de Dios no está en vosotros. Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me recibisteis; si otro viene en nombre propio, a ese sí lo recibiréis. 

¿Cómo podréis creer vosotros, que aceptáis gloria unos de otros y no buscáis la gloria que viene del único Dios?

Pidamos al Espíritu Santo que cada lectura de la Sagrada Escritura nos haga crecer en conocimiento y en relación con Jesús, el enviado del Padre. Que podamos reconocer el testimonio verdadero de quien no se promueve a sí mismo, ni se exalta a sí mismo, sino que procura la voluntad del Padre.

 No penséis que yo os voy a acusar ante el Padre, hay uno que os acusa: Moisés, en quien tenéis vuestra esperanza. Si creyerais a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él. 

“Moisés escribió de mí”. Es una bonita clave para leer todo el Antiguo Testamento. Escribieron de ti Moisés, los Profetas, los Sabios, los Salmistas. Por eso dirá San Agustín: “Si leo el A.T y no descubro en él a Cristo, su lectura me parece sosa y aburrida.

Pero, si no creéis en sus escritos, ¿cómo vais a creer en mis palabras?»


Nos dices que Moisés escribió de ti. A veces me aburren las lecturas del A.T. Hoy quiero leerlas con esta nueva luz que tú me das. Voy a verte a ti en ellas. Así su lectura me resultará no sólo interesante sino apasionante. Me acercaré a los profetas y te leeré a ti. Me acercaré a los salmistas y te escucharé a Ti.

MIÉRCOLES

“ El Padre ama al Hijo y le muestra todo ”


según san Juan 5, 17-30 

En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: 

«Mi Padre sigue actuando, y yo también actúo». Por eso los judíos tenían más ganas de matarlo: porque no solo quebrantaba el sábado, sino también llamaba a Dios Padre suyo, haciéndose igual a Dios. 

Jesús tomó la palabra y les dijo: «En verdad, en verdad os digo: el Hijo no puede hacer nada por su cuenta sino lo que viere hacer al Padre. 

Nos muestra cómo tras ser criticado por los judíos por haber curado en un día de sábado, Jesús responde: “Mi Padre trabaja hasta ahora, y yo también trabajo”.

Lo que hace este, eso mismo hace también el Hijo, pues el Padre ama al Hijo y le muestra todo lo que él hace, y le mostrará obras mayores que esta, para vuestro asombro. 

Lo mismo que el Padre resucita a los muertos y les da vida, así también el Hijo da vida a los que quiere. Porque el Padre no juzga a nadie, sino que ha confiado al Hijo todo el juicio, para que todos honren al Hijo como honran al Padre. 

Nos comunica su unión con el Padre. Jesús colabora con el Padre dando continuidad a la obra de la creación, para que un día, todos puedan entrar en el reposo prometido. Dios, que con tanto amor nos ha creado, en Jesús nos recrea y nos promete resurrección y vida eterna.

El que no honra al Hijo, no honra al Padre que lo envió. En verdad, en verdad os digo: quien escucha mi palabra y cree al que me envió posee la vida eterna y no incurre en juicio, sino que ha pasado ya de la muerte a la vida.

Dios es Padre y desea que en su Hijo todos seamos partícipes de su comunión de amor. Ese es el gran misterio que la entrega de Jesús en la cruz pone de manifiesto al mundo, pero que Él, con toda su vida nos lo testimonia.

 En verdad, en verdad os digo: llega la hora, y ya está aquí, en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que hayan oído vivirán. Porque, igual que el Padre tiene vida en sí mismo, así ha dado también al Hijo tener vida en sí mismo. 

Y le ha dado potestad de juzgar, porque es el Hijo del hombre. No os sorprenda esto, porque viene la hora en que los que están en el sepulcro oirán su voz: los que hayan hecho el bien saldrán a una resurrección de vida; los que hayan hecho el mal, a una resurrección de juicio. 

Yo no puedo hacer nada por mí mismo; según le oigo, juzgo, y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió»



Cuantos nos cuesta ver entre los pliegues de la vida  la mano de Dios.

Los judíos fueron incapaces y nosotros también muchos somos incapaces de ver a Dios en el amor ,en los detalles, en la entrega generosa.
¿donde ves a Dios tu?

MARTES

“ Levántate, toma tu camilla y echa a andar ”




El episodio en que Jesús cura a un paralítico que estaba echado en una camilla junto a la piscina de Betesda. Nos dice la Escritura que el hombre llevaba allí treinta y ocho años. Dos cosas nos llaman la atención sobre este pasaje.

según san Juan 5, 1-16

 Se celebraba una fiesta de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. Hay en Jerusalén, junto a la Puerta de las Ovejas, una piscina que llaman en hebreo Betesda. 

Esta tiene cinco soportales, y allí estaban echados muchos enfermos, ciegos, cojos, paralíticos.

 Estaba también allí un hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo. Jesús, al verlo echado, y sabiendo que ya llevaba mucho tiempo, le dice: «¿Quieres quedar sano?». 

Primero, es Jesús quien se toma la iniciativa. Han llegado los tiempos mesiánicos. Es Él quien se acerca al paralítico y le pregunta: “¿Quieres quedar sano?”

Una pregunta directa. Jesús sabe que el hombre lleva mucho tiempo, que ha puesto toda su esperanza en el agua de aquella piscina (en los versos 3b-4 se nos dice que cuando el agua que había en ella era agitada por las alas de un ángel del Señor que bajaba de vez en cuando, el primero que se metía se curaba).

El enfermo le contestó: «Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se remueve el agua; para cuando llego yo, otro se me ha adelantado».

Segundo, la respuesta del hombre ante esa pregunta trascendental: “Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se remueve el agua; para cuando llego yo, otro se me ha adelantado”. Jesús le había hecho una pregunta directa, lo único que tenía de decir era “sí”.

 Jesús le dice: «Levántate, toma tu camilla y echa a andar». 

No se daba cuenta que tenía ante sí al mismo Dios, aquél de quienes brotan torrentes de agua viva, capaz de echar demonios, curar enfermos, revivir muertos. Está ventilando su frustración, pero más que nada, su soledad: “no tengo a nadie…” La soledad, lo que el papa Francisco ha llamado la peor enfermedad de nuestro tiempo.

Y al momento el hombre quedó sano, tomó su camilla y echó a andar. 

Jesús se compadece y le dice: “Levántate, toma tu camilla y echa a andar”. Palabras de vida, palabras de sanación, de alegría. Dentro de toda su frustración y soledad, aquél hombre creyó las palabras de Jesús. Por eso pudo recibir los frutos del milagro. “Y al momento el hombre quedó sano, tomó su camilla y echó a andar”.

Aquel día era sábado, y los judíos)) al hombre que había quedado sano: «Hoy es sábado, y no se puede llevar la camilla». 


Él les contestó: «El que me ha curado es quien me ha dicho: “Toma tu camilla y echa a andar”».

 Ellos le preguntaron: «¿Quién es el que te ha dicho que tomes la camilla y eches a andar?». 

Pero el que había quedado sano no sabía quién era, porque Jesús, a causa del gentío que había en aquel sitio, se había alejado.

 Más tarde lo encuentra Jesús en el templo y le dice: «Mira, has quedado sano; no peques más, no sea que te ocurra algo peor».

 Se marchó aquel hombre y dijo a los judíos que era Jesús quien lo había sanado. Por esto los judíos perseguían a Jesús, porque hacía tales cosas en sábado.

Qué distinto el comportamiento de los judíos y el de Jesús. Los judíos tenían que celebrar el sábado, era fiesta para ellos. Y uno se pregunta: Estando rodeados de gente enferma, que lo está pasando mal, ¿todavía tienen ganas de fiesta? 


Para Jesús, la fiesta es precisamente eso: sanar las dolencias, curar las enfermedades, ayudar al que lo necesita, hacer el bien a todos. Esa debería ser nuestra fiesta de Domingo.


 LUNES


“ José, hijo de David, no temas acoger a María ”




Según San Mateo 1,16.18-21.24a


 Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo. 
La generación de Jesucristo fue de esta manera: María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo. 

José, su esposo, como era justo y no quería difamarla, decidió repudiarla en privado.
 Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: «José, hijo de David, no temas acoger a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo.

Lo importante es que José aceptó a María en una situación extraña, poco común y deseó rechazarla en secreto; gracias a que en sueños un ángel (soñar en la Biblia, ¡qué bien vienen!) le puso sobre aviso de quién era aquel Hijo. Recapacitó, recapituló y aceptó aquella paternidad subrogada, podríamos decir.


 Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados».

Cuando José se despertó, hizo lo que le habla mandado el ángel del Señor.

Al despertar, José hizo lo que el Ángel del Señor le había ordenado” (Mt 1,24). • La voluntad del Señor se puede descubrir de variadas formas. Importante la buena disposición para aceptarlas y ponerlas en práctica. 

José supo sustituir muy bien a Dios y se nos muestra, en lo poco que sabemos, como un padre amoroso y ejemplar.

José fue obediente a Dios y le inculcó esa obediencia a Jesús. “En la vida oculta de Nazaret, bajo la guía de José, Jesús aprendió a hacer la voluntad del Padre. Dicha voluntad se transformó en su alimento diario. Incluso en el momento más difícil de su vida, que fue en Getsemaní, prefirió hacer la voluntad del Padre y no la suya propia y se hizo «obediente hasta la muerte  de cruz»”
Quiera Dios que aprendamos de José, el carpintero, la confianza plena en la obra del Padre que hoy festejamos.

DOMINGO



Hay muchas clases de ceguera. Está la clásica del bastón y las gafas oscuras. Pero hay otras muchas cegueras ocultas, camufladas, difícilmente identificables etc… sobre éstas nos llama hoy la atención la Palabra de Dios: la ceguera del corazón.

“ Le abrió los ojos ”

según san Juan 9, 1. 6-9. 13-17. 34-38 

En aquel tiempo, al pasar, vio Jesús a un hombre ciego de nacimiento. Entonces escupió en la tierra, hizo barro con la saliva, se lo untó en los ojos al ciego, y le dijo: «Ve a lavarte a la piscina de Siloé (que significa Enviado)». 

Hay mucha gente que ve, sí, pero se queda en la superficie de las cosas, no llega a descubrir que hay otras luces: como la de comprender lo que hay en el fondo de cada mirada, o la de reconocer los propios errores, o la del amor, o la de la fe.

 Al abrirse sus ojos, este ciego pronto comprendió que aquella no era, todavía la luz, la verdadera y definitiva luz.

Él fue, se lavó, y volvió con vista. Y los vecinos y los que antes solían verlo pedir limosna preguntaban: «¿No es ese el que se sentaba a pedir?». 

Unos decían: «El mismo». Otros decían: «No es él, pero se le parece». El respondía: «Soy yo». Llevaron ante los fariseos al que había sido ciego. Era sábado el día que Jesús hizo barro y le abrió los ojos. 

También los fariseos le preguntaban cómo había adquirido la vista. Él les contestó: «Me puso barro en los ojos, me lavé y veo». 

Algunos de Los fariseos comentaban: «Este hombre no viene de Dios, porque no guarda el sábado». Otros replicaban: «¿Cómo puede un pecador hacer semejantes signos?». 

Cristo viene a librar de la ceguera de la noche. "Yo soy la luz del mundo". Limpia el ciego de nacimiento los ojos del cuerpo, para que vea; y hasta le abre los del alma, para que crea. Y quiere que sus seguidores pasemos decididamente de la muerte a la vida, de las tinieblas a la luz. Más aún: que acabemos convirtiéndonos en luz. " En otro tiempo eres tiniebla, ahora sois luz en el Señor.

Y estaban divididos. Y volvieron a preguntarle al ciego: «Y tú, ¿qué dices del que te ha abierto los ojos?». 

Él contestó: «Que es un profeta». Le replicaron: «Has nacido completamente empecatado, ¿y nos vas a dar lecciones a nosotros?». 

Y lo expulsaron. Oyó Jesús que lo habían expulsado, lo encontró y le dijo: «¿Crees tú en el Hijo del hombre?». 

Él contestó: «¿Y quién es, Señor, para que crea en él?». Jesús le dijo: «Lo estás viendo: el que te está hablando, ese es». Él dijo: «Creo, Señor». Y se postró ante él.



Caminamos como hijos de la luz. Este evangelio nos puede ayudar a descubrir lo que es realmente la cuaresma para un cristiano: tiempo para mirar hacia dentro, para revisar y rectificar, para conocer nuestra ceguera y acudir a Jesús para que nos la cure. Para dar el paso -Pascua-de dejar atrás la noche y hacernos hijos de la luz. Para ser ya, definitivamente, testigos, misioneros de la luz

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