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viernes, 31 de marzo de 2023

RECORRIDO DE JESUS EL DOMINGO DE RAMOS

 Faltaban cinco días para la Pascua, y era domingo –el primer día de la semana–, según una antiquísima tradición que armoniza bien con los datos que nos ofrecen los cuatro evangelios. Los días que faltaban para la muerte de Jesús estaban contados. 




BETANÍA
Aldea en la falda oriental del Monte de los Olivos, a unos 2,5 km al este de Jerusalén, en el camino de Jerusalén a Jericó. 

En Betania vivían Lázaro, Marta y María, a quienes Jesús visitó en varias ocasiones (Mat 21:17; Mar 11:1,11,12; Luc 10:38; Jn 11:1). 

Ahí vivía también Simón el leproso, en cuya casa una mujer ungió a Jesús con un perfume sobre su cabeza (Mat 26:6-13; Mar 14:3). 
La ascensión de Jesús ocurrió cerca de esta aldea (Luc 24:50-51).



Desde Betania, Jesús se encaminó a Jerusalén,

 rodeado de una gran muchedumbre. Dejó la casa de los amigos en BETANIA

Los peregrinos a Tierra Santa pueden ver:

- la tumba de Lazoro



-Santuario de Marta, Maria y Lazaro. 



 En ese camino hacia la ciudad santa se pasaba por una pequeña aldea llamada Betfagé, junto al Monte de los Olivos

BETFAGE 

 Cuando ya estaban cerca de la población envió a dos de sus discípulos con este encargo: Id a la aldea que tenéis enfrente, y nada más entrar en ella encontraréis un borriquillo atado, sobre el que todavía no ha montado ningún hombre; desatadlo y traedlo.



Betfagé (arameo בית פגי, literalmente 'casa de los higos verdes') es un sitio religioso cristiano en Israel. Se menciona a Betfagé en los Evangelios sinópticos (Mateo 21:1; Marcos 11:1; Lucas 19:29) como el lugar del antiguo Israel, cercano a Betania, desde donde Jesús de Nazaret envió a sus discípulos por un borrico, con el que entró a Jerusalén.


 El nombre haría referencia anacrónica al episodio en el que Jesús, al día siguiente de su entrada triunfal a Jerusalén, y como preludio a la expulsión de los mercaderes del Templo, maldice una higuera sin frutos a la salida de Betania (Marcos 11:12-14). Eusebio de Cesarea (Onom 58:13) localiza el sitio en el monte de los Olivos,1​ probablemente en el camino de Jerusalén a Jericó y dentro de los 2000 codos (aproximadamente un kilómetro) de Jerusalén, la máxima distancia que se puede recorrer durante un sabbat.

 En el sitio donde la Iglesia católica considera que ocurrió el hecho bíblico, se ha erigido una iglesia franciscana.

Vista de Betfage Betfagé es el nombre del pequeño pueblo justo al este de Jerusalén, donde Jesús comenzó su viaje en el burro el Domingo de Ramos . Una pequeña capilla y el convento existe allí ahora, incluyendo el montaje de piedra que la tradición dice que Jesús utiliza para conseguir en el burro.




Después que se lo llevaron, colocaron sobre sus lomos algunos mantos. Jesús se subió sobre el asno y, rodeado de un grupo exultante, se encaminó hacia Jerusalén. Y le aclamaban diciendo: “El es el hijo de David, el profeta Jesús de Nazaret”.




 De Betfagé a Jerusalén:

 1. Santuario y convento franciscano de Betfagé. 

 2. Monasterio de las carmelitas del “Pater Noster”. 

3. Edícula de la Ascensión del Señor. 

 4. Capilla del “Dominus Flevit”. 

 5. Iglesia rusa-ortodoxa de Sta. María Magdalena. 

 6. Getsemaní. 

7. Tumba de la Virgen María y Gruta del Prendimiento. 

 8. Lugar del martirio de San Esteban 

 9. Puerta de San Esteban. 10. Piscina Probática.




















VIERNES DE DOLORES EN SIRUELA

 NUESTRA MADRE DOLOROSA DURANTE TODO EL SEPTENARIO



ANTES DE LA PROCESIÓN
Madre, he venido esta tarde  a contemplar tu rostro bello y para que Tu  mires  mi rostro, mi  corazón
y el fondo de mi alma.


A tus plantas en este viernes de Dolores te pido:

para que tus labios derramen,  en este tiempo donde todo vale, semillas del Reino, 

 que en tus manos  abracen la oración  de aquellos que en Ti esperan e imploran , confianza y esperanza,
 y te pido por esas madres que sufren y supieron estar al pie de la  cruz que Ella nos cubra con su  manto.


Que en la procesión  de esta tarde una gran manifestación y convencidos  de nuestra fe, fervor y amor  a Nuestra Ssantisima Virgen de los Dolores. hoy la acompañamos a Ella  un día Ella nos  acompañará al cielo.
A Ti Madre piadosa que estabas junto a la cruz .......gracias ....contigo lo tengo todo


Que este su manto barra todo lo negativo de nuestro pueblo y a partir de hoy Siruela se convierta ni más ni  menos en un racimo de santidad y vida.


Llora la Virgen, Madre de Amor porque tu y yo ofendemos  a su Hijo Dios
Madre mia , cesen tus lágrimas......perdón piedad







1. Primer Dolor: La profecía de Simeón. (Lucas 2,22-35)




 «Simeón les bendijo y dijo a María, su madre: «Éste está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y como signo de contradicción. ¡y a ti misma una espada te atravesará el alma! a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones». (Lc2,34-35) La profecía de Simeón 




2. Segundo Dolor: La huida a Egipto. (Mateo 2,13-15)




 «Cuando ellos se retiraron, el ángel de Señor se apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, toma contigo al niño y a su madre y huye a Egipto; y estate allí hasta que yo te diga. Porque Herodes va a buscar al niño para matarle. Él se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y se retiró a Egipto; y estuvo allí hasta la muerte de Herodes: para que se cumpliera lo dicho por el Señor por medio del profeta: De Egipto llamé a mi hijo». (Mt 2,13-15) La huida a Egipto 



3. Tercer Dolor: El Niño perdido en el Templo. (Lucas 2,41 -50) 




«Al cabo de tres días, le encontraron en el Templo sentado en medio de los maestros, escuchándoles y haciéndoles preguntas…Cuando le vieron quedaron sorprendidos y su madre le dijo: «Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira, tu padre y yo, angustiados, te andábamos buscando…» (Lc2,46-48) Jesús perdido en el Templo 

4. Cuarto Dolor – María se encuentra con Jesús camino al Calvario. (Lam 1,12) 







«Vosotros que pasáis por el camino, mirad, fijaos bien si hay dolor parecido…» (Lam 1,12) María se encuentra con Jesús 


5. Quinto Dolor – Jesús muere en la Cruz. (Juan 19,17-39)





 «Junto a la cruz de Jesús estaban su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Clopás, y María Magdalena. Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo.» Luego dice al discípulo :»Ahí tienes a tu madre…» (Lc 19, 25-27) Jesús muere en la cruz 










6. Sexto Dolor – María recibe el Cuerpo de Jesús al ser bajado de la Cruz. (Juan 19, 38) 






«Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, aunque en secreto por miedo a los judíos, pidió a Pilato autorización para retirar el cuerpo de Jesús. Pilato se lo concedió.» (Jn 19,38) María recibe el cuerpo de Jesús 




7. Séptimo Dolor -Jesús es colocado en el Sepulcro. (Lucas 23, 53-54)




 «…y, después de descolgarle, le envolvió en una sábana y le puso en un sepulcro excavado en la roca en el que nadie había sido puesto todavía.» (Lc 23, 53-54)

ENTRADA EN LA IGLESIA











QUINTO DOMINGO DE CUARESMA

SÁBADO

“ Y aquel día decidieron darle muerte ”




Según san Juan 11, 45-57

 En aquel tiempo,muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él. 

Los sumos sacerdotes y los fariseos, convocados en Sanedrín, deciden que hay que dar muerte a Jesús. No está diciendo nada herético ni blasfemo, salvo para aquellos que lo escuchan posicionados en la presunción de poseer la verdad absoluta.

Pero algunos acudieron a los fariseos y les contaron lo que había hecho Jesús. Los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron el Sanedrín y dijeron: «¿Qué hacemos? 

No está diciendo nada herético ni blasfemo, salvo para aquellos que lo escuchan posicionados en la presunción de poseer la verdad absoluta. No está haciendo nada malo sino todo lo contrario, realiza signos que alivian y sanan al pueblo levantándole de su postración, cosa que los que ostentan el poder entienden como soliviantar a las masas.

Este hombre hace muchos signos. Si lo dejamos seguir, todos creerán en él, y vendrán los romanos y nos destruirán el lugar santo y la nación». 

 No está reuniendo en torno a sí a un ejército para derrotar a los poderosos, solo lo siguen desahuciados y gentes de mala reputación. Habla de misericordia, de fraternidad, de paz y de amor para todos y entre todos, pero no deja de denunciar las injusticias que cometen unos cuantos que han pervertido la religión, olvidando el rostro de Dios para idolatrar la Ley.

Uno de ellos, Caifás, que era sumo sacerdote aquel año, les dijo: «Vosotros no entendéis ni palabra; no comprendéis que os conviene que uno muera por el pueblo, y que no perezca la nación entera». 

Esto no lo dijo por propio impulso, sino que, por ser sumo sacerdote aquel año, habló proféticamente, anunciando que Jesús iba a morir por la nación; y no solo por la nación, sino también para reunir a los hijos de Dios dispersos. 

Jesús es un peligro, no para el hombre sino para el sistema que los hombres han organizado donde unos son privilegiados y muchos son descartados. Es un peligro para los que están seguros en sus esquemas y en su propia organización y anteponen sus intereses particulares al interés general.

 Es un peligro para los que manipulan al pueblo según su conveniencia e ideología. Es un peligro para los que han olvidado la dimensión trascendente de la persona porque han quitado a Dios y se han puesto ellos, endiosados por el orgullo y la vanidad.

Y aquel día decidieron darle muerte. Por eso Jesús ya no andaba públicamente entre los judíos, sino que se retiró a la región vecina al desierto, a una ciudad llamada Efraín, y pasaba allí el tiempo con los discípulos. 

“os conviene que uno muera”, pensaría el Sumo Sacerdote: “muerto el perro se acabó la rabia”, “quitamos al que nos estorba y continuamos con nuestro sistema”. No podía intuir que Jesús entregaría su vida por amor para redimir y salvar, no sólo a la nación sino a todos los hombres, comenzando una revolución imparable, la de los hijos de Dios que renacen a una nueva vida por la muerte y resurrección de Aquel que dio su vida por amor.

Se acercaba la Pascua de los judíos, y muchos de aquella región subían a Jerusalén, antes de la Pascua, para purificarse. 

Buscaban a Jesús y, estando en el templo, se preguntaban: «¿Qué os parece? ¿Vendrá a la fiesta?». Los sumos sacerdotes y fariseos habían mandado que el que se enterase de dónde estaba les avisara para prenderlo.


A este mundo no lo salvará la técnica, los aparatos sofisticados, los coches eléctricos o los viajes espaciales. A este mundo lo salvará el amor. Personas que, como Jesús, estén dispuestas a amar a los demás más que a sí mismos. Jesús pasará por todo, incluso por el sufrimiento y la muerte en Cruz. Pero jamás pasará de estar cerca de los que sufren, de los que lo están pasando mal. Y nunca dejará de acudir a la gran fiesta del amor, a la verdadera fiesta de la vida”.

VIERNES

“ Soy Hijo de Dios ”





según san Juan 10, 31-42 

En el Evangelio de hoy comienza con un episodio nada grato, quieren apedrear a Jesús, seguimos con el rechazo, la repudia y la poca estima entre los suyos;

En aquel tiempo, los judíos agarraron piedras para apedrear a Jesús. Él les replicó: «Os he hecho ver muchas obras buenas por encargo de mi Padre: ¿por cuál de ellas me apedreáis?». 

Los judíos le contestaron: «No te apedreamos por una obra buena, sino por una blasfemia: porque tú, siendo un hombre, te haces Dios». 

Dos actitudes bien diferentes, unos intentaron apedrearlo, aún viendo los milagros que había realizado, sin embargo, no creyeron. Y en el otro grupo, podríamos colocar a los que sí creen en el Señor, y quieren acogerlo en su totalidad, incluida la cruz, la persecución, la muerte y la resurrección.

Jesús les replicó: «¿No está escrito en vuestra ley: “Yo os digo: sois dioses”? 

Si la Escritura llama dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios, y no puede fallar la Escritura, a quien el Padre consagró y envió al mundo, ¿decís vosotros: “¡Blasfemas!” Porque he dicho: “Soy Hijo de Dios”? 

Jesús es el revelador del Padre. Jesús dedicó toda su vida a decirnos cómo era Dios, su Padre. Jesús no vino a decirnos que Dios existe sino a descubrirnos lo maravilloso que es ese Dios a quien tantas veces nombramos, tantas veces escuchamos, tantas veces lo estudiamos y, sin embargo, tan poco y tan mal lo conocemos.

Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis, pero si las hago, aunque no me creáis a mí, creed a las obras, para que comprendáis y sepáis que el Padre está en mí, y yo en el Padre».

Jesús nos revela al Padre por medio de sus palabras, de sus silencios, de sus actuaciones. Si Jesús acaricia a un niño es para decirnos: así de cariñoso es el Padre. Si Jesús cura a un enfermo, es para decirnos: así de compasivo es el Padre. Si perdona los pecados, es para decirnos: así de misericordioso es el Padre.

 Intentaron de nuevo detenerlo, pero se les escabulló de las manos. 

es acusado de querer hacerse Dios, ante la negativa y el rechazo se marchó el Señor al otro lado del Jordán, y nos dice el pasaje evangélico que “muchos acudieron a él” y termina constatando que “muchos creyeron en él”


Se marchó de nuevo al otro lado del Jordán, al lugar donde antes había bautizado Juan, y se quedó allí. Muchos acudieron a él y decían: «Juan no hizo ningún signo; pero todo lo que Juan dijo de este era verdad». 

Y muchos creyeron en él allí.

Son los que confían, aun en la adversidad, como dice el salmista: “en el peligro invoqué al Señor y me escuchó… yo te amo, Señor, tú eres mi fortaleza, mi roca, mi libertador…”. La página evangélica nos dice que aquel día muchos creyeron en Jesús. Ojalá que renovemos hoy nuestra fe en Él. Que para nosotros creer se traduzca en darnos a Dios, trabajar por Él y dar testimonio con las obras.

Nosotros conocemos a Dios a través de las obras de Jesús. Haciendo nosotros las mismas obras que hacía Jesús, también nosotros podremos revelar hoy el rostro del Padre a tantas personas que lo desconocen totalmente.

 JUEVES

“ Quien guarda mi palabra no verá la muerte ”




según san Juan 8, 51-59 

En el Evangelio de hoy nos habla de la grandiosidad e importancia de la Palabra de Dios, “Quien guarda mi Palabra no verá la muerte para siempre”, S. Pablo en los consejos dados a Timoteo le insiste en la Sagrada Escritura: “ellas pueden darte la sabiduría que conduce a la salvación por medio de la fe en Cristo Jesús  toda Escritura es inspirada por Dios y además útil para enseñar, para argüir, para corregir, para educar en la justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto y esté preparado para toda obra buena.”

En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: «En verdad, en verdad os digo: quien guarda mi palabra no verá la muerte para siempre». 

Si alguno guarda mi Palabra, no verá la muerte jamás», declarando así que había sido enviado por Dios, que es su Padre, a traer a los hombres la libertad radical del pecado y de la muerte, indispensable para entrar en la vida eterna.

La Palabra de Dios no nos deja indiferentes, siempre es un aldabonazo, una llamada , un aviso, un toque de atención, una invitación a cambiar algo en nuestras vidas.

Los judíos le dijeron: «Ahora vemos claro que estás endemoniado; Abrahán murió, los profetas también, ¿y tú dices: “Quien guarde mi palabra no gustará la muerte para siempre”? ¿Eres tú más que nuestro padre Abrahán, que murió? 

También los profetas murieron, ¿por quién te tienes?». 

los fariseos cierran el corazón y la mente a cualquier novedad, no entienden el camino de la esperanza.

Jesús contestó: «Si yo me glorificara a mí mismo, mi gloria no valdría nada. El que me glorifica es mi Padre, de quien vosotros decís: “Es nuestro Dios”, aunque no lo conocéis. 

.Es el drama del corazón cerrado, el drama de la mente cerrada y cuando el corazón está cerrado, este corazón cierra la mente, y cuando corazón y mente están cerrados no hay sitio para Dios, sino solamente para lo que nosotros creemos que se debe hacer.

Yo sí lo conozco, y si dijera “No lo conozco” sería, como vosotros, un embustero; pero yo lo conozco y guardo su palabra. Abrahán, vuestro padre, saltaba de gozo pensando ver mi día; lo vio, y se llenó de alegría». 

Los que tienen corazón y mente cerrados no consiguen acoger el mensaje de novedad llevado por Jesús, que es el que había sido prometido por la fidelidad de Dios y de los profetas.

Los judíos le dijeron: «No tienes todavía cincuenta años, ¿y has visto a Abrahán?». Jesús les dijo: «En verdad, en verdad os digo: antes de que Abrahán existiera, yo soy». 

Entonces cogieron piedras para tirárselas, pero Jesús se escondió y salió del templo.

Los descendientes de Abrahán han recogido piedras para lapidar a Jesús, no soportan el pacto con la vida que hace Jesús manifestando su condición de Hijo de Dios y como tal, su ser eterno. Rechazan este Dios que apuesta por la vida.


Gracias, Señor, porque hoy me has enseñado a situarme en la vida como soy: con mis limitaciones y mis pecados. Pero sobre todo quiero darte gracias por habernos hecho el inmenso regalo de la Encarnación. EN TU HIJO, EL HOMBRE PERFECTO, podemos soñar con llegar a ser lo que no somos capaces de ser por nosotros mismos. Podemos ser hijos en tu Hijo. Y disfrutar de la felicidad que Él posee.

MIÉRCOLES

“ La verdad os hará libres ”

según san Juan 8, 31-42 

Nos vamos aproximando a la Semana Santa. El Evangelio de hoy nos invita a perseverar en su Palabra. ¡Qué importante es referir nuestra vida siempre al Evangelio! Preguntémonos: ¿qué haría Jesús en esta situación que debo afrontar? ¿Cuál sería su reacción ante esta circunstancia?

En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos que habían creído en él: «Si permanecéis en mi palabra, seréis de verdad discípulos míos; conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres». 

¿Cuál sería su reacción ante esta circunstancia? El cristiano debe ser —según san Pablo— “otro Cristo”: “Vivo, pero no yo, sino que es Cristo quien vive en mí”

Le replicaron: «Somos linaje de Abrahán y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: “Seréis libres”?».

El reflejo del Señor en nuestra vida de cada día, ¿cómo es? ¿Lo muestro a Él?

 El Señor nos asegura que, si perseveramos en su palabra, conoceremos la verdad, y la verdad nos hará libres. Decir la verdad no siempre es fácil. ¿Cuántas veces se nos escapan pequeñas mentiras?

 Jesús les contestó: «En verdad, en verdad os digo: todo el que comete pecado es esclavo. El esclavo no se queda en la casa para siempre, el hijo se queda para siempre. 

Quienes aparentemente creían en él pero al mismo tiempo se sentían dueños de la “verdad” por ser hijos de Abrahán según lo manifiestan; Jesús insiste que para ser verdaderos discípulos deben permanecer fieles a su palabra, a sus enseñanzas, para conocer la VERDAD que los hará libres realmente.

Y si el Hijo os hace libres, seréis realmente libres. Ya sé que sois linaje de Abrahán; sin embargo, tratáis de matarme, porque mi palabra no cala en vosotros. 

Yo hablo de lo que he visto junto a mi Padre, pero vosotros hacéis lo que le habéis oído a vuestro padre». 

Por eso podemos afirmar que ser discípulos de Jesús, es entender lo que significa seguirlo para descubrir y vivir la Verdad que nos haga libres, es crecer como dignos hijos de Dios, viviendo con coherencia cada día sus enseñanzas.

Ellos replicaron: «Nuestro padre es Abrahán». Jesús les dijo: «Si fuerais hijos de Abrahán, haríais lo que hizo Abrahán. 

Sin embargo, tratáis de matarme a mí, que os he hablado de la verdad que le escuché a Dios; y eso no lo hizo Abrahán. 

Vosotros hacéis lo que hace vuestro padre». Le replicaron: «Nosotros no somos hijos de prostitución; tenemos un solo padre: Dios». 

Jesús les contestó: «Si Dios fuera vuestro padre, me amaríais, porque yo salí de Dios, y he venido. Pues no he venido por mi cuenta, sino que él me envió».



Estamos en tiempo de Cuaresma, detengámonos a meditar en nuestro papel de seguidores de Cristo, busquemos con afán en cada una de nuestras actividades esa Verdad que nos haga libres del pecado, de las ataduras, de las incoherencias de cada día.

MARTES

“ ¿Quién eres tú? ”


El evangelio de hoy nos sigue presentando el desarrollo de una larga controversia entre Jesús y los fariseos

según san Juan 8, 21-30 

En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos: «Yo me voy y me buscaréis, y moriréis por vuestro pecado. Donde yo voy no podéis venir vosotros». 

De algún modo ellos buscan a Jesús, pero no lo encuentran porque no le conocen y lo buscan con criterios equivocados.

Y los judíos comentaban: «¿Será que va a suicidarse, y por eso dice: “Donde yo voy no podéis venir vosotros”?». 

El misterio de Dios en Jesús no cabe en los criterios con los que ellos lo miran. Por eso, Jesús insiste en varios momentos de este discurso, que es enviado; no hace nada por su propia cuenta, sino que responde totalmente a la voluntad del Padre; lo que dice y hace, es expresión del Padre

Y él les dijo: «Vosotros sois de aquí abajo, yo soy de allá arriba: vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo. Con razón os he dicho que moriréis en vuestros pecados: pues, si no creéis que Yo soy, moriréis en vuestros pecados». 

“Levantar en alto” es una manera simbólica de hablar de la Cruz. Jesús muere en lo alto del Monte Calvario. Y con su muerte “por amor” nos ha levantado a nosotros de nuestras bajezas, nuestras miserias, nuestros pecados. Sí, el pecado es lo más bajo donde podemos caer.

Ellos le decían: «¿Quién eres tú?». Jesús les contestó: «Lo que os estoy diciendo desde el principio. 

Podría decir y condenar muchas cosas en vosotros; pero el que me ha enviado es veraz, y yo comunico al mundo lo que he aprendido de él». 

Y Jesús no quiere que permanezcamos hundidos en lo más bajo. Nos quiere elevar al amor más alto, más auténtico, más sublime y, por consecuente, el más sacrificado. “Nadie ama más al amigo que aquel que da la vida por él” (Jn. 14,13)

Ellos no comprendieron que les hablaba del Padre. 

Y entonces dijo Jesús: «Cuando levantéis en alto al Hijo del hombre, sabréis que “Yo soy”, y que no hago nada por mi cuenta, sino que hablo como el Padre me ha enseñado. El que me envió está conmigo, no me ha dejado solo; porque yo hago siempre lo que le agrada». Cuando les exponía esto, muchos creyeron en él.

Sólo después que hayan levantado al Hijo del Hombre, lo comprenderán. La Buena Nueva de la muerte y de la resurrección revelará quién es Jesús. En el horizonte de la Pascua, la liturgia nos invita a mirar al Crucificado, porque su amor clavado nos impulsa a corresponderle; su obediencia nos ayuda a contemplar, también, nuestra propia misión como respuesta fiel a la voluntad de Dios.


Jesús, entregando su vida por amor nos ha descubierto que lo importante de la vida es el amor. Una vida vivida sin amor es una vida malograda, perdida. Pero Jesús muriendo en la Cruz por amor, nos ha dado la clave para entender el verdadero amor. Hace falta amar mucho a una persona para dar la vida por ella.

LUNES

“ Yo tampoco te condeno ”



según san Juan 8, 1-11 

En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos. Al amanecer se presentó de nuevo en el templo, y todo el pueblo acudía a él, y, sentándose, les enseñaba. 

El pasaje evangélico narra el episodio de la mujer adúltera en dos escenas sugestivas: en la primera, asistimos a una disputa entre Jesús, los escribas y fariseos acerca de una mujer sorprendida en flagrante adulterio y, según la prescripción contenida en el libro del Levítico, condenada a la lapidación.

Los escribas y los fariseos le traen una mujer sorprendida en adulterio, y, colocándola en medio, le dijeron: «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. 

La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras; tú, ¿qué dices?». 

En la segunda escena se desarrolla un breve y conmovedor diálogo entre Jesús y la pecadora. Los despiadados acusadores de la mujer, citando la ley de Moisés, provocan a Jesús —lo llaman «maestro»—, preguntándole si está bien lapidarla. Conocen su misericordia y su amor a los pecadores, y sienten curiosidad por ver cómo resolverá este caso que, según la ley mosaica, no dejaba lugar a dudas.

Le preguntaban esto para comprometerlo y poder acusarlo.

 Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el suelo. Como insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: «El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra». E inclinándose otra vez, siguió escribiendo. 

Pero Jesús se pone inmediatamente de parte de la mujer; en primer lugar, escribiendo en la tierra palabras misteriosas, que el evangelista no revela, pero queda impresionado por ellas; y después, pronunciando la frase que se ha hecho famosa: «Aquel de vosotros que esté sin pecado, que le arroje la primera piedra» y comience la lapidación.

Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo uno a uno, empezando por los más viejos. Y quedó solo Jesús, con la mujer en medio, que seguía allí delante. 

San Agustín, comentando el evangelio de san Juan, observa que «el Señor, en su respuesta, respeta la Ley y no renuncia a su mansedumbre». Y añade que con sus palabras obliga a los acusadores a entrar en su interior y, mirándose a sí mismos, a descubrir que también ellos son pecadores. Por lo cual, «golpeados por estas palabras como por una flecha gruesa como una viga, se fueron uno tras otro».

Jesús se incorporó y le preguntó: «Mujer, ¿dónde están tus acusadores?; ¿ninguno te ha condenado?». Ella contestó: «Ninguno, Señor». 

Jesús dijo: «Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más».


Termina el pasaje evangélico con las palabras de Jesús: «tampoco yo te condeno», nos muestra cómo el Señor no ha venido a condenar sino a salvar, nos indica el camino a seguir a los cristianos, no condenar, no juzgar, eliminar de nuestro actuar todo lo que pueda herir al otro, trabajarnos para acercarnos a él, aunque nuestras ideas y comportamientos sean distintos, también él, es amado por Dios, aunque no lo sepa y tenemos que dejarnos amar por el Señor para que con su mismo amor poder acercarnos al otro y ser instrumento que les pueda ofrecer o hacer descubrir cómo son mirados por Dios.

DOMINGO

“ Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá ”


El relato de la resurrección de Lázaro es sorprendente. Por una parte, nunca se nos presenta a Jesús tan humano, frágil y entrañable como en este momento en que se le muere uno de sus mejores amigos. Por otra, nunca se nos invita tan directamente a creer en su poder salvador: «Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque muera, vivirá… ¿Crees esto?».

evangelio según san Juan 11, 3-7. 17. 20-27. 33-45 

En aquel tiempo, las hermanas de Lázaro le mandaron recado a Jesús diciendo: «Señor, el que tú amas está enfermo». Jesús, al oírlo, dijo: «Esta enfermedad no es para la muerte, sino que servirá para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella». 

Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro. Cuando se enteró de que estaba enfermo se quedó todavía dos días donde estaba. Solo entonces dijo a sus discípulos: «Vamos otra vez a Judea». 

Cuando Jesús llegó, Lázaro llevaba ya cuatro días enterrado. Cuando Marta se enteró de que llegaba Jesús, salió a su encuentro, mientras María se quedó en casa. Y dijo Marta a Jesús: «Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano. 

Pero aún ahora sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá». Jesús le dijo: «Tu hermano resucitará». 

Marta respondió: «Sé que resucitará en la resurrección en el último día». Jesús le dijo: «Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre.

 ¿Crees esto?». Ella le contestó: «Sí, Señor: yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo». 

Jesús se conmovió en su espíritu, se estremeció y preguntó: «¿Dónde lo habéis enterrado?». Le contestaron: «Señor, ven a verlo». Jesús se echó a llorar. 

Tenía muchas cosas que hacer. Mucho trabajo. No le quedaba tiempo ni para comer. Pero sacaba tiempo para estar con la gente que sufre. No fue a casa de su amigo Lázaro a dar discursos. Al ver llorar, se echó a llorar.

Los judíos comentaban: «¡Cómo lo quería!». Pero algunos dijeron: «Y uno que le ha abierto los ojos a un ciego, ¿no podía haber impedido que este muriera?». 

Jesús, conmovido de nuevo en su interior, llegó a la tumba. Era una cavidad cubierta con una losa. 

Dijo Jesús: «Quitad la losa». Marta, la hermana del muerto, le dijo: «Señor, ya huele mal porque lleva cuatro días». Jesús le replicó: «¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?» Entonces quitaron la losa. 

El error de Marta fue «mirar el sepulcro. Ahí solo hay corrupción. Jesús no mira el sepulcro. Mira al cielo dónde está su Padre que nos quiere mucho más de lo que pensamos. Es escuchado por el Padre. Jesús da un grito de poder y sale Lázaro, aunque atado con vendas, es decir, está atado al espacio y al tiempo. Volverá a morir.

Jesús, levantando los ojos a lo alto, dijo: «Padre, te doy gracias porque me has escuchado; yo sé que tú me escuchas siempre; pero lo digo por la gente que me rodea, para que crean que tú me has enviado». 

A pesar de dudas y oscuridades, los cristianos creemos en Jesús, Señor de la vida y de la muerte. Solo en él buscamos luz y fuerza para luchar por la vida y para enfrentarnos a la muerte. Solo en él encontramos una esperanza de vida más allá de la vida.

Y dicho esto, gritó con voz potente: «Lázaro, sal afuera». El muerto salió, los pies y las manos atados con vendas, y la cara envuelta en un sudario. 

Y ¿qué hizo Lázaro? Obedecer. El creyente, por si lo hemos olvidado, es alguien que confía en Dios, que se fía de Dios y que obedece al Pastor. ¡Cuántas personas muertas en vida que viven de espaldas a la novedad del Evangelio! Prefieren quedarse en sus sepulcros fletados por el poder, el bienestar o el dinero.

Jesús les dijo: «Desatadlo y dejadlo andar». Y muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él.



¿Somos vida como creyentes? ¿La anunciamos? ¿Somos portadores de la Buena Noticia de Jesús? ¿Recurrimos a Jesús para hacerle sabedor de aquellos que, tal vez, han muerto un poco o un todo para la fe? ¿Llamamos a Jesús para que nos socorra y nos reanime –aunque sea eventualmente como lo fue en Lázaro- y luego, a continuación, buscarle, creer en El y seguir sus caminos? Hoy, con el Evangelio de Lázaro, tenemos que reafirmar nuestra fe en Cristo surtidor de vida eterna.

jueves, 30 de marzo de 2023

VIERNES , VIA CRUCIS PARA LA AMADA MADRE DOLOROSA

 VIACRUCIS CON LA VIRGEN MARIA                Javier Leoz




 1ª estación: Jesús es entregado

El ángel me lo anunció en Nazaret, y yo lo alumbré en Belén, pero uno de los suyos, representando al amigo ingrato, lo entregó a la muerte.

Hoy, sigo recordando como Madre aquella noche especial y celestial: ¡qué gran y humilde señal de Dios a la tierra! ¡Dios amor!

Una vez más, mi Hijo, como en el día de su alumbramiento, es puesto delante del mundo sin defensa, sin aplausos, sin grandes reconocimientos, sin proclamar lo que en verdad es: ¡Hijo de Dios! 

Os lo dice vuestra Madre la Dolorosa. 


 2ª estación: El Señor con la cruz a cuestas 

No hay vida sin cruz. El anciano Simeón, al calor de mi alegría, me alertó: “una espada te traspasará el alma”. Así es. Hoy compruebo la certeza de aquella premonición: mi hijo, Aquel al cual arrullé y acuné en mis brazos, va con una cruz, camino del Calvario. 

¡Nunca pensé que, el peso de esos dos maderos, lo iba a sentir en mis entrañas, lo sentí tanto como la madera del pesebre pobre donde nació mi Hijo en Belén. 

Al ser preguntado Miguel Ángel por qué esculpió el rostro de la Madre tan joven como el del Hijo respondió: “las personas enamoradas de Dios no envejecen nunca” 

Os lo dice vuestra Madre la Dolorosa. 

 3ª estación: Cae el Señor por primera vez  

Con idéntico silencio. Con el mismo con el que “Dios Hombre” bajó a la tierra, se desploma mi Hijo camino del Monte Calvario. ¡Cuántas veces recuerdo sus pequeñas caídas por las cuestas y calles de Nazaret! 

Yo ea madre  ÉL era niño. Estas son las de un joven que a los 33 años  lo da todo , es mi Hijo, miro sus hombros heridos y miro su cruz.....qur gran cruz..... aquellas fueron calidas las del pesebre estas son inconscientes; éstas son tropiezos que producen un milagro: levantete Hijo mio te lodice tu Madre......la Virgen Dolorosa

 


 4ª estación: Jesús se encuentra a su Madre

Nunca olvidaré el primer encuentro con mi Hijo ni tampooco su primer beso en Nazaret. Era entrada la noche. José estaba inquieto ¡hubiera querido tantas cosas para Dios Emmanuel! 

La coincidencia de hoy, con mi Hijo, es más cruel y, a la vez, similar a la de su nacimiento. Entonces en el pesebre lo contemplé con amor de Madre y hoy lo quiero con un amor de Madre , hoy lo quiero con un amor de madre que ha madurado en el árbol del dolor. 

Me agarrándo Hijo mio a yu cruz, ¡bien lo sabe Jesús y también lo sabeís vosotros!, me podréis encontrar como corredentora, como compañera e intercesora al pie de la cruz.

Os lo dice vuestra Madre la Dolorosa. 


 5ª estación: El Cirineo ayuda a Jesús a llevar la cruz

Escasos auxilios, por no decir ninguno, tuvimos José y yo, encaminándonos hacia la gruta de Belén. ¡Una! ¡Tan sólo una! La de un cirineo, se atreve a asomarse, aunque sea por obligación, entre la multitud. 

Mis manos mecían la cuna cuando eras niño ahora es el Cirineo quien acuna y acaricia esa otra cuna en forma de cruz

¡Ayuda! ¡Ayuda quiere el Señor para que su Palabra jamás se apague! ¡Para que su amor se extienda! ¡Ayuda, quiere el Señor! ¿Se la quieres prestar tu? Te lo aseguro que, El, te lo devolverá con creces como tanto amor me ha dado a mi.

 6ª estación: la Verónica enjuga el rostro de Jesús

Que rostro tan bello tenías Hijo mio, cuantas veces te acaricie en la cuna y en Nazaret cuando corrias hacia arriba y abajo

 Aquel al que a multitud de ocasiones, en la fuente de Nazaret, yo con mi cantaro de Madre le calmé la sed. Aquel al que con el agua limpia y cristalina le limpié una y otra vez desde la cabeza a los pies. Si aquel, hoy, es aliviado no poor su madre sino poor una mujer valiente..... Verónica.

 ¡Gracias, buena mujer! Tú si que sabes comprender lo que es descubrir, en el que sufre, en el que llora y en los rostros desfigurados, al mismo rostro de Dios. En mi pensamiento de Madre han quedado muchas imágenes de Jesús, pero hoy, Veronica en el lienzo de tus manos quedará para siempre grabado el rostro del pesar de mi Hijo Jesucristo.

Te lo dice la Dolorosa. 

 7ª estación: Cae el Señor por segunda vez

En interminable subida por la vía dolorosa, observo como Madre, al que tantas veces curé, mimé,abracé y levanté. Y, hoy, la sangre de mi sangre, corre a ríos por las calles de Jerusalén. Y, hoy, la carne de mi carne, se desgarra por el pecado de los hombres, bajo el peso mortífero de la cruz. 

¡Adelante, hijo mío! Tu madre te ve, tu Madre te empuja¡Por Dios y por los hombres, no hay cruz pesada sino fuertes hombros! Te lo digo Hijo mio.

 ¡Por Dios y por los hombres,no hay cruz pesada sino fuertes hombros. Te espera un mañana, una madrugada donde tu cuerpo ha de renacer, para que el de los hombres no se desplomen en el olvido de la tierra.

Te lo dice Tu Madre, la Dolorosa. 



 8ª estación: Jesús habla a las hijas de Jerusalén 

Jesús siempre tuvo una palabra para cada hombre, un aliento para cada alma, buen vino sobre el agua, una respuesta distinta para quien se acercaba con diferentes dramas. Orgullosa estoy de Ti

Aquel que tuvo compasión, con su mirada, nos dice que tengamos compasión de El. Que nos miremos a nosotros mismos pero qu no nos  quedemos en nosotros,

Hijo mio cómo no compadecerte de Aquel que tanto te admiraba  hasta no hace muchos días, hoy se encuentra bajo el peso de una cruz y sin voces que le defiendan? Bueno no, aqui me tienes como  Madre, te di a luz en Belen, te acune en su cuna


 9ª estación: Cae el Señor por tercera vez

Muchas veces me pregunté;¿Era necesario tanto dolor? ¿Por qué tantas caídas? ¿Sirve esta cruel transfusión de sangre para alguien? ¿Moverá los corazones fríos este cuerpo dolorido 

Como  Madre os lo digo en esta noche?No tuve respuesta. Tan sólo, en los días de la Pascua, comprendí que la locura de Dios era de tal magnitud que, mi Hijo, si mi Hijo  que habia habitado 9 meses en mis entrañas, esos hijos que muchas madres tiran al basurero,el aborto, se convirtio para mi en precio y tambien para vosotros de rescate de vida eterna

¡Gracias! como Madre os lo digo y gracias a vosotros por acompañarme en estas horas amargas como  hijos, os lo dice la Dolorosa

 10 estación: Jesús despojado de sus vestidos

 AqueL desnudo lo abracé en la noche más santa de Navidad, despojado de todo, envuelto en pañales acunado en cuna de madera lo vuelvo a contemplar en la tarde del Viernes Santo sin pañal y pronto  con sudario.

Que coincidencia el pesebre con la cruz, de madera el pesebre de madera la cruz, Jesús en Belen en la oscuridad de una gruta con el vertigo de la oscuridad te contemple y ahora desnudo vienes, vienes Dios a la tierra desnudo subira mi  hijo a la cruz.

 ¿Por qué no te vistes tú con el manto de la verdad y de la fe, de la esperanza y del amor a Dios? Por que no  os revestir vosotros  con todo eso sin perder ni la esperaza ni la fe

 Os lo dice vuestra Madre la Dolorosa.

 11ª estación: Jesús clavado en la cruz

El que nació rey de la gloria, asciende con burlas al grito  de fuera ese “rey”  Yo miraba a todos lados y buscaba a mi Hijo en la cruz. Me acordaba de aquellos momentos cuando, ya en la cama , no quería soñar ni verlo como ahora cargando con la cruz. ¡Rey de los judíos! 

Para mí si que lo fue. ¡Desde el primer momento! ¡Fue el rey del mundo; mi rey ofrendado por los pastores; mi rey adorado por los reyes. Cuántas veces, siendo pequeño le dije, ¡mi pequeño niño, mi gran rey! 


 12ª estación: Jesús muere en la cruz

¡Cuántas veces me lo preguntaba 

En ti Hijo mio se clavan mis penas y las penas del mundo. En Ti Hijo mio desaparecen las discordias, la enemistad,  En Ti, en tu mudez y muerte Jesús, los hombres se hacen más hermanos. 

 La cruz se alza como el pasaporte para alcanzar la eternidad.

Nunca entendi, nunca comprendi, tu sabes Hijo mio en el pesebre te recogi  duerme Hijo mio , duerme  tu lo sabes hijo yo al pie  de la cruz siempre te esperaré,

Y como Madre Dolorosa te sigo arrullando y queriendo. 


 13ª estación: Jesús en los brazos de la madre¡

Bajadlo! ¡Bajadlo! No lo tengáis más tiempo. “Todo se ha cumplido” 

Mirar que lo tuve pequeño en mis brazos,  y lo quiero sostener de nuevo en los mios, para que nadie me lo arrebate en estos ultimos instante con Ël, esta muerto pero os lo aseguro como Madre que estará pronto resucitado 

¡Duerme, mi Señor! ¡Descansa Hijo mio!  

Mis besos y mis arrullos cuando fuiste pequeño, mis  besos y mis arrullos de Madre cuando  ahora cierras  tus ojos en la cruz. ¡Duerme, mi Hijo! ¡Siente de nuevo el pecho de tu Madre! La que, en Nazaret, te levantó cuando caías, y la que en este Calvario, te recoge con más emoción y con el amor más probado, maternal y puro que nunca. ¡Duerme, mi Hijo! Te lo  dice tu Madre, la Dolorosa.

 

 14ª estación: Jesús es puesto en el sepulcro

Llega el momento, que una madre, no quisiera vivir ni presenciar: desprenderse de un hijo. Hay dos grandes dolores que  tiene una madre: cuando da a luz que pronto lo olvida y cuando muere un hijo ante que ella.

Te vas Señor, te vas Hijo mio Te vas como viniste: al fondo de una gruta. Entonces rodeado de angeles y reyes, de pastores. Ahora lo haces rodeado de traidores, de romanos y de judios, eso si vinisteal mundo  rodeado  de la  Madre y hoy te vas del mundo abrazadopor el cariño de tu Madre

 ¡Baja, Hijo mío, al sepulcro! Baja para que Dios cumpla lo que estamos llamados a vivir. ¡Baja, y vuelve pronto, mi Señor!


SEPTENARIO A NUESTRA MADRE DOLOROSA

 ORACION    

Séptimo Dolor:
El entierro de Jesús y la soledad de María




Virgen María: por las lágrimas que derramasteis y el dolor que sentisteis al enterrar a vuestro Hijo; El, que era creador, dueño y Señor de todo el universo, era enterrado en tierra; llevó su humillación hasta el último momento; y aunque Vos supierais que al tercer día resucitaría, el trance de la muerte era real; os quitaron a Jesús por la muerte más injusta que se haya podido dar en todo el mundo en todos los siglos; siendo la suprema inocencia y la bondad infinita, fue torturado y muerto con la muerte más ignominiosa; tan caro pagó nuestro rescate por nuestros pecados; y Vos, Madre nuestra le acompañasteis en todos sus sufrimientos: y ahora os quedais sola, llena de aflicción; os acompañamos en este dolor . . . Y, por los méritos del mismo, concedednos a cada uno de nosotros la gracia particular que te pedimos.

No debe entenderse en este dolor la soledad de María como una soledad triste, sino gozosamente contemplativa, y de absoluta confianza en que, incluso contra toda humana esperanza, las cosas –y sobre todo las personas- pueden cambiar, pueden mejorar, pueden volver a la vida.


Primer dolor: La profecía de Simeón en la presentación del Niño Jesús.




Virgen María: por el dolor que sentiste cuando Simeón os anunció que una espada de dolor atravesaría vuestra alma, por los sufrimientos de Jesús, y ya en cierto modo os manifestó que vuestra participación en nuestra redención como corredentora sería a base de dolor; os acompañamos en este dolor. . . 

El primer dolor de María nos trae como principal y fundamental lección de amor la de querer al otro como es. En este dolor se resalta, en primer lugar, la obediencia y oblación de María al plan salvífico de Dios cuya mejor expresión se encuentra en su fiat.

Acepta el mensaje y dice si con la mirada, con las manos y ojos.  Ella prepara  su corazón para llenarlo de Dios para que la herida sane pronto.


Segundo Dolor La huida a Egipto con Jesús y José 



 Después que ellos se retiraron, el Ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, toma contigo al niño y a su madre y huye a Egipto; y estate allí hasta que yo te diga. Porque Herodes va a buscar al niño para matarle.» Él se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y se retiró a Egipto; y estuvo allí hasta la muerte de Herodes; para que se cumpliera el oráculo del Señor por medio del profeta: De Egipto llamé a mi hijo.

 La huida a Egipto con Jesús y José Virgen María: por el dolor que sentiste cuando tuviste que huir precipitadamente tan lejos, pasando grandes penalidades, sobre todo al ser tu Hijo tan pequeño; al poco de nacer, ya era perseguido de muerte el que precisamente había venido a traernos vida eterna; te acompañamos en este dolor . . .

En este dolor el contexto bíblico-espiritual nos invita a descubrir en María la actitud valiente del emigrante y peregrino que, por amor a los suyos, es capaz de dejar casa, trabajo, comodidades y seguridades para protegerles de un presente amenazador o para procurarles un mañana mejor.


Tercer Dolor: La pérdida de Jesús. 


Virgen María: por las lágrimas que derramasteis y el dolor que sentisteis al perder a vuestro Hijo; tres días buscándolo angustiada; pensaríais qué le habría podido ocurrir en una edad en que todavía dependía de vuestro cuidado y de San José; os acompañamos en este dolor . . . Y, por los méritos del mismo, haced que los jóvenes no se pierdan por malos caminos.

Se evidencia en este dolor el sentimiento de angustia que lleva a María a la búsqueda afanosa –cariñosa y preocupada- de quien anda por la vida perdido de orientación o necesitado de afecto y comprensión, se convierte así en la actitud más relevante de este dolor.


Cuarto Dolor: El encuentro de Jesús con la cruz a cuestas camino del calvario. 



Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al ver a tu Hijo cargado con la cruz, como cargado con nuestras culpas, llevando el instrumento de su propio suplicio de muerte; Él, que era creador de la vida, aceptó por nosotros sufrir este desprecio tan grande de ser condenado a muerte y precisamente muerte de cruz, después de haber sido azotado como si fuera un malhechor y, siendo verdadero Rey de reyes, coronado de espinas; ni la mejor corona del mundo hubiera sido suficiente para honrarle y ceñírsela en su frente; en cambio, le dieron lo peor del mundo clavándole las espinas en la frente y, aunque le ocasionarían un gran dolor físico, aún mayor sería el dolor espiritual por ser una burla y una humillación tan grande; sufrió y se humilló hasta lo indecible, para levantarnos a nosotros del pecado; te acompañamos en este dolor . . . Y, por los méritos del mismo, haz que seamos dignos vasallos de tan gran Rey y sepamos ser humildes como Él lo fue.

Se muestra en este dolor a María cuando va presurosa al encuentro de su Hijo, se puede deducir fácilmente la lección de amor que la Virgen nos ofrece de salir al encuentro de quien viene por el camino viviendo su viacrucis y cargado con la cruz del desafecto, de la incomprensión, del desamparo, de la enfermedad, de la persecución.

Quinto Dolor: La crucifixión y la agonía de Jesús 






Virgen María: por las lágrimas que derramasteis y el dolor que sentisteis al ver la crueldad de clavar los clavos en las manos y pies de vuestro amadísimo Hijo, y luego al verle agonizando en la cruz; para darnos vida a nosotros, llevó su amor hasta la muerte, y éste era el momento cumbre de su pasión; Vos misma también os sentiríais morir de dolor en aquel momento; os acompañamos en este dolor. Y, por los méritos del mismo, no permitáis que jamás muramos por el pecado y haced que podamos recibir los frutos de la redención.

La actitud fundamental que nos testimonia María en su quinto dolor de permanecer de píe junto a la cruz es, quizá, la manifestación más extraordinaria de la capacidad de encarnación que necesita todos aquellos que se sienten llamados a colaborar con Cristo en la gratificante tarea de crear humanidad nueva y una nueva civilización cimentada en el amor.

Sexto Dolor: La lanzada y el recibir en brazos a Jesús ya muerto 




Virgen María: por las lágrimas que derramasteis y el dolor que sentisteis al ver la lanzada que dieron en el corazón de vuestro Hijo; sentiriais como si la hubieran dado en vuestro propio corazón; el Corazón Divino, símbolo del gran amor que Jesús tuvo ya no solamente a Vos como Madre, sino también a nosotros por quienes dio la vida; y Vos, que habiais tenido en vuestros brazos como Niño sonriente y lleno de vida y de bondad, ahora os lo devuelven muerto, víctima de la maldad de algunos hombres y también víctima de nuestros pecados; os acompañamos en este dolor... Y, por los méritos del mismo, haced que sepamos amar a Jesús como El nos amo.

Se muestra en este dolor la maternal ternura de la Madre acogiendo al Hijo muerto, recibiéndolo en su regazo, se nos presenta A maría como la madre de una gran familia, cuya capacidad de acogida no se agota nunca, porque sabe que siempre falta algún hijo por llegar.


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