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sábado, 4 de febrero de 2023

ORACIONES DEL TIEMPO ORDINARIO 3ª Y 4ª SEMANA

CUARTO DOMINGO DEL T ORDINARIO



¡HAZME BIENAVENTURADO, SEÑOR! 
Con las antenas de mi vida, en dirección a Ti y, descubriendo que, en la pobreza de espíritu brota la riqueza que tú quieres en mí. Abriéndome a Ti, para no perderme. Que, en el dolor, sepa descubrir tu mano y, en el de los demás, que salga a su encuentro la mía con sencillez y humildad.

¡HAZME BIENAVENTURADO, SEÑOR! Imprime en mi corazón el color de tu amor y, en mi alma, el brillo del Evangelio en mis pies la huella que marcan tus caminos y, en mis ojos, el deseo de mirarte para no perderte 
¡HAZME BIENAVENTURADO, SEÑOR! Feliz, por estar junto a Ti Feliz, de hacer lo que te gusta a Ti Feliz, por ir contracorriente ¡HAZME BIENAVENTURADO, SEÑOR

L

Y Jesús sanaba: dejaos curar por Jesús. Todos nosotros tenemos heridas, todos: heridas espirituales, pecados, enemistades, celos. Este es nuestro Dios y Señor, siempre dispuesto, a sanar y salvar.

El quiere que anuncies, en medio de este mundo donde todo vale, la misericordia de Dios.  Tengo Señor que cultivar mi corazón, pensamientos, caridad y sobe todo el alma para actuar como hija tuya.

M

Señor, tú te has manifestado hoy como el “Dios de la vida”. Y me acerco a Ti con fe para que de Ti salga esa fuerza que necesito para que mi corazón sea semejante al tuyo. Y si caigo me digas a Talita Kumi. 

X

Es posible que nosotros, los de casa, los que le oímos todos los días, los que le tocamos en la Eucaristía, no creamos de verdad. Me pregunto: ¿Estará Jesús sorprendido de mi poca fe?

Quien entendió verdaderamente esta realidad es la Virgen María, bienaventurada porque creyó. María no se escandalizó de su Hijo: su asombro por él está lleno de fe, lleno de amor y de alegría, al verlo tan humano y a la vez tan divino. Así pues, aprendamos de ella, nuestra Madre en la fe, a reconocer en la humanidad de Cristo la revelación perfecta de Dios.”

J

Simeon vio al Salvador gracias a María que lo llevo en sus brazos al Templo

Yo Señor que me encontré contigo en mi cruz de asfalto, que sin Ti no puedo vivir, que ilumine con mi luz para las personas de mi entono. 

V

El Señor es mi luz a quien temeré, quien me hará temblar. haz que nada ni nadie me haga perder la cabeza por el mundo si la pierdo sea por Ti...pienso en Ti ....amo tu corazón ...y porque mis labios proclaman tu Reinado.

Mis espinas son muchas Señor, en el corazón cuando me olvido de Ti, en mi alma cuando no  hacer ruido porque esta vacia de Ti, espinas en los ojos en mis manos, espina de la pereza.

S

Me has hecho Señor para Ti y mi corazón está inquieto hasta que no descanse en Ti. 

Pero descansar en Dios no significa desentenderse de aquellos que no tienen descanso, de aquellos que sufren, que lo pasan mal. En el evangelio de hoy vemos que Jesús, al ver a la gente como ovejas sin pastor, “se le removían las entrañas”. No basta que se muevan nuestras manos, nuestros pies, si no se nos mueve antes el corazón. Decía a sus monjas San Vicente Paúl: “hermanas, más corazón en las manos”. Más corazón en las manos y en los pies, y en la cabeza y, sobre todo, más corazón en el corazón. Que el corazón más que un músculo del cuerpo sea un vehículo de amor.



 TERCER DOMINO DEL T ORDINARIO



Ti. CONTIGO, SEÑOR, MIS PRIMEROS PASOS Porque, cuando me dices “sígueme” siento que, todavía, no te conozco lo suficiente Que, soy cristiano sin saber lo qué significa y que me da miedo seguirte por lo que ello implica 

 Porque, cada día Tú pasas por la orilla de nuestra vida pidiendo algo tan grande como personas que crean, esperen y te amén a Ti, Señor. 

 ¿Dejaré algo por Ti? ¿Haré algo por tu Reino? ¿Sacaré mis excusas para quedarme sentado en lo mío? ¿CÓMO DAR MIS PRIMEROS PASOS, SEÑOR? ¡Ah! ¡Ya lo sé, Señor! Dejando que Tú, conviertas todo lo que en mí, Señor está un tanto desorientado y pervertido. ¡Gracias, Señor!

L

Gracias Señor, la fuerza de Espíritu Santo me hacer tu Palabra que cambia mi vida y seguir tus pasos. 

Que no me resista a tu gracia entra en mi ser y transforma. 

M

Procurando hacer tu voluntad Señor

Dios de esperanza, ayúdanos a recordar que estás con nosotros en el sufrimiento.
Ayúdanos a encarnar la esperanza entre nosotros cuando la desesperanza venga a habitar sin más remedio en nuestros corazones. Concédenos el don de estar arraigados en tu Espíritu de amor, mientras trabajamos juntos para erradicar toda forma de opresión e injusticia.

 Concédenos el valor de amar lo que tú amas, a quienes tú amas y como
tú amas, y de expresar este amor con nuestras obras.  Amén

X

Recordando que Él los envió a todas las gentes. Y en ese “todos” de hace más de dos mil años estábamos también nosotros. Jesús nos señala también a no seleccionar quién es digno y quién no de recibir su mensaje y su presencia. Dios ama a todos y quiere salvar a todos, y por eso llama a algunos, «conquistándolos» con su gracia, para que a través de ellos su amor pueda llegar a todos. La misión del pueblo de Dios es la de anunciar las maravillas del Señor.

J

Señor, en la fiesta de la conversión de San Pablo, dame la gracia de experimentar, como el Apóstol, la alegría de la verdadera fe en Jesús. A Pablo no le hizo feliz el cumplimiento exacto y riguroso de las leyes de los fariseos. A Pablo le hizo feliz una persona, la persona de Jesús. Haz, Señor, que hoy me encuentre vivencialmente contigo. Haz que pueda decir con él: “Desde que he conocido a Jesucristo, todo lo considero basura”.

V

Soy una pequeña semilla e insignificante pero con gran poder interno que no es mío... me lo has dado Tu Señor. 

Soy pequeña, silenciosa y paciente y te dejo ser lo que eres y así seré instrumento apto para tu obra. 

S
“Se levantó una fuerte tempestad…” 
Hay en momentos en la vida donde todo se nos tambalea, parece que nos hundimos, que nos arrancan la esperanza, que todo se desmorona, situaciones difíciles como la perdida del ser querido, una enfermedad grave, penurias económicas, catástrofes, accidentes, calumnias, mentiras, falsedades… y podríamos seguir enumerando en la lista.
A veces nos parece que el Señor se duerme y que las olas amenazan con hundirnos.
 Pero Él va con nosotros y nada tenemos que temer.  Una fe  fuerte que debe superar el miedo, el desánimo y la desconfianza.
Señor aumenta mi fe.


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