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viernes, 2 de diciembre de 2022

PRIMERA SEMANA DE ADVIENTO

 SABADO

“ Ve, y predica ”



La misión que tenemos todos los cristianos es propagar la misericordia y la compasión de Dios y haced saber al mundo de que Dios ha venido a hacerse cargo del sufrimiento del hombre. Y para preparar a sus discípulos a tal noble misión los invita a orar y a rogar al dueño de la mies que mande obreros a su mies.

según san Mateo 9, 35-10, 1. 5a. 6-8 

En aquel tiempo, Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, proclamando el evangelio del reino y curando toda enfermedad y toda dolencia. 

Al ver a las muchedumbres, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, «como ovejas que no tienen pastor». 

Orar antes de hacer, orar antes de servir, orar antes que nada en la vida nos recuerda que somos solo discípulos y no dueño de la mies. El Señor nos quiere libre de presunción y desaliento, porque solo el dueño de la mies es quien dispone de los tiempos y de la fecundidad de la misión, a nosotros solo nos toca propagar la misericordia y liberar al hombre de todo lo que le impide ser y vivir como tal.

Entonces dice a sus discípulos: «La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies». 

Llamó a sus doce discípulos y les dio autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y toda dolencia. A estos doce los envió Jesús con estas instrucciones: «Id a las ovejas descarriadas de Israel.

 Id y proclamad que ha llegado el reino de los cielos. Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, arrojad demonios. Gratis habéis recibido, dad gratis».



Los cristianos no deberíamos ser capaces de ver sufrir a nadie sin sufrir con él, no deberíamos ser capaces de ver llorar a nadie sin que nosotros lloremos. Los cristianos estamos llamados a ser misioneros de la alegría y hombres y mujeres propensos a usar la misericordia y el amor de Dios para con los demás. 


VIERNES

“ Ten compasión de nosotros, hijo de David ”



según San Mateo 9, 27-31 

En aquel tiempo, dos ciegos seguían a Jesús, gritando: «Ten compasión de nosotros, hijo de David». Al llegar a la casa se le acercaron los ciegos, y Jesús les dijo: «¿Creéis que puedo hacerlo?». Contestaron: «Sí, Señor». 

Los ciegos no se han desalentado. Han continuado gritando tras Él. La fachada de insensibilidad de Jesús se desmorona pronto. Los ciegos lo saben. Llegan a casa y le abordan. La fe que Jesús pide a los ciegos no es un credo doctrinal; es una confianza plena en su persona, en su capacidad de darles una vida llena de luz.

Entonces les tocó los ojos, diciendo: «Que os suceda conforme a vuestra fe». Y se les abrieron los ojos. Jesús les ordenó severamente: «¡Cuidado con que lo sepa alguien!». Pero ellos, al salir, hablaron de él por toda la comarca.

No es difícil identificarnos con los ciegos. No seremos del todo ciegos, pero sí muy miopes. No acabamos de ver las cosas como las ve Él. Necesitamos creer que Él nos puede hacer partícipes de su manera de verlo todo. Necesitamos confiar. Donde no hay fe, no hay milagro. Donde hay fe, todo es milagro.


JUEVES

“ El que escucha estas palabras mías... ”





según san Mateo 7, 21. 24-27 

La piedad y la observancia de muchos preceptos pueden estar vacías de contenido evangélico. Es posible disfrutar de hermosas liturgias y sentirse muy católico y, sin embargo, estar construyendo la casa sobre arena por no escuchar y no poner en práctica la Palabra de Dios.

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No todo el que me dice “Señor, Señor” entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. 

Construir sobre roca quiere decir poner todas las esperanzas en lo que no se pasa, es edificar sobre Dios. La presencia cercana y fiel del Señor es la roca que da firmeza a nuestra vida aun en medio de las contrariedades. Dios nos acompaña y se nos manifiesta en la obra de la creación, en la sagrada Escritura y en la Eucaristía.

Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca. 

Su compañía es nuestra fuerza. Jesús, Dios hecho hombre, está a nuestro lado en todos los momentos de nuestra vida, en los felices y los tristes. No nos debemos desanimar ante las contrariedades, porque si edificamos sobre roca, cuando lleguen esos momentos, tendremos la seguridad de contar con Cristo.

El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena. 

Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la casa, y se derrumbó. Y su ruina fue grande».

Sobre roca. El secreto está en escuchar y poner en práctica; las dos cosas. Si no escuchamos, no ponemos en práctica. Seremos insensatos que construyen sobre arena. Pero si somos sensatos tendremos una casa fuerte, a prueba de tormentas. Y cantaremos agradecidos: El Señor es mi luz y mi salvación, el Señor es la defensa de mi vida. ¿Quién me hará temblar? (Salmo 26, 1).


En el Evangelio de hoy, el Señor nos pregunta: cómo estamos construyendo la casa de nuestra vida y de nuestra fe. ¿Cuánto hay de roca y cuánto hay de arena? ¿Es el Señor mi roca? ¿O apoyo mi existencia en muchas cosas que son al fin y al cabo accidentales? Recuerda que el único que no falla nunca es Dios, roca inquebrantable de fidelidad y de amor.

MIERCOLES


“ Venid y seguidme, y os haré pescadores de hombres



según san Mateo 4, 18-22 

En aquel tiempo, paseando Jesús junto al mar de Galilea vio a dos hermanos, a Simón, llamado Pedro, y a Andrés, que estaban echando la red en el mar, pues eran pescadores. 

Les dijo: «Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres».

Dos hermanos faenando en el mar de Galilea a los que Jesús convence sin más argumentación que la de convertirse en pescadores de hombres. Su Palabra es tan eficaz que no precisan de detalles

Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. 

Si se nos hubiera presentado a nosotros una oferta así, habríamos presentado una batería de cuestiones antes de decidirnos: cuál es el cometido exactamente, de quién voy a depender, de qué voy a vivir, cuál es la responsabilidad que se me pide… Y, sobre todo, la gran pregunta que constantemente nos envuelve durante toda la vida cuando nos sentimos tocados por la gracia misericordiosa de Dios: por qué a mí.

Y pasando adelante vio a otros dos hermanos, a Santiago, hijo de Zebedeo, y a Juan, su hermano, que estaban en la barca repasando las redes con Zebedeo, su padre, y los llamó. 

Jesús llama de dos en dos. Luego los enviará de dos en dos. No somos llamados solos, sino con otros; en Iglesia. El Señor no quiere que vayamos por libre. Nos quiere en comunidad, aunque perdamos agilidad y eficacia.

Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron.



Señor, quiero introducirme hoy en la oración con las mismas palabras del evangelio:“paseando Jesús por la ribera del lago, vio a dos hermanos”. Señor, me encanta ese paseo tuyo por el lago, contemplando las maravillas de la naturaleza: respirando el perfume de las flores, contemplando la belleza de los lirios en primavera, escuchando el canto de los pajarillos. 

Andrés, junto a su hermano Simón, no pregunta nada ni se extraña por nada. Dice el evangelista que “inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron”. Para qué malgastar palabras… 


MARTES

según san Lucas 10, 21-24 



“ Estas cosas se las has revelado a los pequeños ”

Nuestros ojos se van detrás de las personas importantes, de los que cada día salen en los medios, de los famosos de turno. Pero la mirada de Dios es distinta.

En aquella hora Jesús se llenó de la alegría en el Espíritu Santo y dijo: «Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a los pequeños. 

Y eso lo ha mantenido a lo largo de 4000 años de historia Sagrada. Ha mirado a la viuda de Sarepta que sólo tenía “un poco de leña, un poco de harina, un poco de aceite”. Y, a la hora de buscar rey para su pueblo, Dios se acuerda de David el hermano más pequeño, el que está cuidando el rebaño, David. 

Y a la hora de elegir a su madre no va a buscarla ni a la sabia Grecia ni a la poderosa Roma sino a Nazaret un pueblo insignificante, sin historia

Sí, Padre, porque así te ha parecido bien. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre; ni quién es el Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar». 

Los poderosos, sabios y entendidos, están demasiado ocupados en sus cosas como para abrir espacios que no sean de su interés. La sencillez conquista y «subyuga» a Dios. Él se enamora de quien es pobre, pequeño y humilde.

Y, volviéndose a sus discípulos, les dijo aparte: «¡Bienaventurados los ojos que ven lo que vosotros veis! Porque os digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que vosotros veis, y no lo vieron; y oír lo que vosotros oís, y no lo oyeron».



Señor, la auténtica vida de oración es aquella que me lleva a conocerte, amarte, seguirte e imitarte. ¡Qué gran privilegio! ¡Qué inmensa alegría! No te pido una gran sapiencia, ayúdame a aceptar, con la sencillez de un niño, lo que quieres de mí. Sólo quiero crecer en mi amistad contigo y eso significa que necesito una confianza inquebrantable en tu infinito amor.

LUNES

según san Mateo 8, 5-11

“ No he encontrado en nadie tanta fe ”



La fe del centurión, a la fuerza, tenía que chocar. Al fin y al cabo, era un romano, del ejército de ocupación de Palestina, suplicando compasión para uno de sus criados al Maestro, rodeado de judíos, que predicaba el Reino a los descendientes de Abrahán, Isaac y Jacob.


En aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaún, un centurión se le acercó rogándole: «Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico y sufre mucho». 

Jesús no se lo piensa dos veces y se ofrece a acompañar al centurión a su casa: Yo iré a sanarlo. No se detiene a considerar los problemas legales en que puede incurrir entrando en casa de un pagano. Ante el sufrimiento humano, toda otra consideración carece de importancia

Le contestó: «Voy yo a curarlo». 

Pero el centurión le replicó: «Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo. 

Son las palabras que repetimos antes de la comunión eucarística. Pero en nuestro caso, el Señor sí que entra en nuestra casa. Y nosotros, aunque indignos, le recibimos, como Zaqueo, muy contentos. Si esperásemos a ser dignos nunca le recibiríamos. No tengamos miedo nunca, en ninguna circunstancia, de abrirle de par en par nuestras puertas porque, el Hijo del Hombre ha venido para salvar lo que se había perdido (Mt 18, 11).

Basta que lo digas de palabra, y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; y le digo a uno: "Ve", y va; al otro: "Ven", y viene; a mi criado: "Haz esto", y lo hace». 

tamaña demostración de fe tenía que impresionar a Jesús, que aprovecha para ensalzar la confianza del centurión por oposición a los recelos que mostraban los judíos a los que, en principio, iba dirigida su predicación.

El centurión se va agradecido y contento. Ni corre, ni salta de alegría. No le cabe la menor duda de que va a encontrar a su criado con buena salud. Vive el milagro sin aspavientos, con la mayor naturalidad. Para Él, el milagro es tan natural como la salida del sol mañanero

Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían: «En verdad os digo que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe. Os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos».



El centurión romano de Cafarnaún nos enseña una lección especialmente oportuna para este tiempo de Adviento. Pensemos también nosotros en las personas que tenemos cerca y necesitan una palabra del Señor para verse libres de sus trastornos de cuerpo o de espíritu.

DOMINGO 

DOMINGO

según san Mateo 24, 37-44 

“ Estad en vela ”


En el Evangelio de hoy la invitación es a estar vigilantes, “estad en vela”. Esta llamada a estar preparados para el encuentro , no debe estar motivada por el temor sino más bien por amor al Señor que viene, quien ama desea estar con el amado, anhela a quien ama muchísimo, ansía el encuentro, se mantiene esperando y preparado para cuando venga.

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuando venga el Hijo del hombre, pasará como en tiempo de Noé. En los días antes del diluvio, la gente comía y bebía, se casaban los hombres y las mujeres tomaban esposo, hasta el día en que Noé entró en el arca; y cuando menos lo esperaban llegó el diluvio y se los llevó a todos; lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre: dos hombres estarán en el campo, a uno se lo llevarán y a otro lo dejarán; dos mujeres estarán moliendo, a una se la llevarán y a otra la dejarán. 

Se llevaran a los hombres de esperanza y dejara a los que esperan en lo superfluo.

Por tanto, estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría en vela y no dejaría que abrieran un boquete en su casa. 

Lo que se nos pide es que estemos preparados al encuentro -preparados para un encuentro, un encuentro bello, el encuentro con Jesús- , que significa saber ver los signos de su presencia, tener viva nuestra fe, con la oración, con los sacramentos, estar vigilantes para no adormecernos, para no olvidarnos de Dios.

Por eso, estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre».

Vigilar, llenos de esperanza y alegres

La vida de los cristianos dormidos es una vida triste, no es una vida feliz. El cristiano debe ser feliz, la alegría de Jesús. ¡No nos durmamos!

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