Lectura del santo evangelio según san Lucas (10,21-24) En aquella hora Jesús se llenó de la alegría en el Espíritu Santo y dijo:
Las has revelado a los pequeños
En este tiempo de adviento se debe apoderar de nosotros una loca esperanza para poder entender las palabras de Jesús: ¡Dichosos los ojos que ven lo que vosotros veis!
Los profetas y reyes, figuras destacadas de la Antigua Alianza vivieron con la esperanza de ver tiempos mejores, pero no los vieron;; en cambio los discípulos de Jesús son dichosos porque tienen el especial privilegio de ver el cumplimiento de todas las promesas del Antiguo Testamento, ahora, en la persona, la actuación y predicación del Maestro de Nazaret.
Pero ¿ qué es lo vemos? Los prudentes, los sabios, los jefes no necesitan de la esperanza, en cambio, los pobres, los sencillos si, para ellos, un rayo de sol, una palabra de consuelo, una mano tendida, vale más que mil tratados de paz.
Los pobres y sencillos son los que saben descifrar lo invisible, porque están habituados a vivir al nivel de lo imperceptible.
Muchos no se darán cuenta de nada, no serán capaces de ir más allá de la apariencia, de lo que ven sus ojos. Y en cambio, los pobres y sencillos ya se han dado cuenta de que hay una rama seca en flor, de que del tronco seco empieza a brotar la vida, que Jesús viene sin armas y como servidor sin corona.
También hoy nos destaca la sencillez. El sencillo es el que lucha contra la soberbia, combate la autosuficiencia. El sencillo aprende a hacerse pequeño, entra en la espiritualidad de hacerse niño, se sabe que por sus propias fuerzas no puede nada, “sin Mí no podéis hacer nada”, – me has advertido y yo no me lo termino de creer- . En la vida cristiana hay siempre dos elementos: la gracia de Dios y mi correspondencia.
¿No lo notáis? ¿Lo ves o no? Hay mucha vida, mucha, debajo de tanta apariencia.
NOSOTROS
Somos muy distintos a Jesús....... Nuestros ojos se van detrás de las personas importantes, de los que cada día salen en los medios, de los famosos de turno. Pero la mirada de Dios es distinta. Y eso lo ha mantenido a lo largo de 4000 años de historia Sagrada.
Jesús, lleno de alegría en el Espíritu Santo, da gracias a Dios y nosotros tambien las danos?
Los apóstoles son bienaventurados porque ven a Jesús en directo.
Tú también lo eres. Tú también lo has visto, no te lo han contado: tienes tu propia historia de salvación personal, tu itinerario de fe en el que te has ido haciendo como un niño para entender lo que la Palabra tenía reservado para ti.
Has visto cómo Dios ha obrado en ellas, no es un relato de hace dos mil años, está ante tus ojos y lo has visto, nadie te lo ha contado. Bienaventurado eres porque has visto y oído lo que muchos quisieron ver y oír. Lo que muchos más querrían ver y oír. ¿No vas a estar agradecido por ello?
Nuestra mirada es distinta a la mirada de Dios.
A la hora de elegir a su madre no va a buscarla ni a la sabia Grecia ni a la poderosa Roma sino a Nazaret un pueblo insignificante, sin historia “Y es que la mirada de Dios no es como la mirada de los hombres”. Los poderosos, sabios y entendidos, están demasiado ocupados en sus cosas como para abrir espacios que no sean de su interés. La sencillez conquista y «subyuga» a Dios. Él se enamora de quien es pobre, pequeño y humilde.
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