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viernes, 21 de octubre de 2022

DOMINGO XXIX DEl TIEMPO ORDINARIO

SÁBADO
“ A ver si da fruto en adelante... ”


Lucas en este texto nos ayuda a reflexionar en la llamada de Jesús a nuestra propia conversión, no por mero capricho, sino porque nos ama y sabe que sólo en Dios está el camino de la verdadera felicidad. Jesús sigue hablando y preparando el Reino de Dios, pero para ello, necesita que las personas cambiemos, que seamos capaces de reorientar nuestra actitud y forma de vida, para crear un mundo mejor, más humano y más fraterno. No acabamos de tomar conciencia de que tenemos que sembrar la paz, el amor y la justicia porque esto es lo que Dios quiere de nosotros, pero el odio y los egoísmos no nos dejan ver la luz, y esto nos impide que cambiemos.

según san Lucas 13, 1-9. 
En aquel momento se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los galileos, cuya sangre había mezclado Pilato con la de los sacrificios que ofrecían. 
 Jesús respondió: «¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos porque han padecido todo esto? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis lo mismo. 

Los judíos creían que la desgracia de una persona era el castigo merecido por el pecado de esa persona o de sus antecesores.
O aquellos dieciocho sobre los que cayó la torre en Siloé y los mató, ¿pensáis que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera». 
 Y les dijo esta parábola: «Uno tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto en ella, y no lo encontró. Dijo entonces al viñador: “Ya ves, tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a perjudicar el terreno?”. 
La parábola de la higuera nos habla de la piedad de Dios con todos.

 Pero el viñador respondió: “Señor, déjala todavía este año y mientras tanto yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto en adelante. Si no, la puedes cortar”».

Esa higuera en realidad somos nosotros. Nos decimos seguidores, pero nuestro fruto no llega nunca, queremos cambiar a los demás en lugar de cambiarnos nosotros. Jesús nos nutre cada día con su Palabra, su ejemplo de vida, pero nosotros preferimos seguir viviendo de espaldas a Él, cumplir con los preceptos antes que abrir nuestro corazón y, como el barro en manos del alfarero, dejarnos amasar.

Jesús nos da siempre otra oportunidad para que seamos capaces de salir de la rutina y ser una higuera fértil. Una higuera que da el fruto generoso del amor entre todos los hermanos, haciendo visible a Dios en la tierra, pero para ello, tenemos que estar dispuestos a cambiar y trabajar en nuestra propia conversión.

VIERNES

“ Haz lo posible por llegar a un acuerdo ”
según san Lucas 12,54-59 

En aquel tiempo, decía Jesús a la gente: «Cuando veis subir una nube por el poniente, decís enseguida: “Va a caer un aguacero”, y así sucede. 
Cuando sopla el sur decís: “Va a hacer bochorno”, y sucede. Hipócritas: sabéis interpretar el aspecto de la tierra y del cielo, pues ¿cómo no sabéis interpretar el tiempo presente? ¿Cómo no sabéis juzgar vosotros mismos lo que es justo?

Las especies animales con mayor probabilidad de sobrevivir a condiciones adversas son las de mayor capacidad de adaptación. 
Lo mismo podría decirse de los seguidores de Jesús. Si no sabemos adaptarnos a los cambios de los nuevos tiempos nos convertimos en piezas de museo. Jesús nos invita hoy a saber interpretar y a saber adaptarnos a los nuevos tiempos. San Pablo lo hacía muy bien: Olvidando lo que queda atrás, me esfuerzo por lo que hay por delante y corro hacia la meta (Flp 3, 13).

 Por ello, mientras vas con tu adversario al magistrado, haz lo posible en el camino por llegar a un acuerdo con él, no sea que te lleve a la fuerza ante el juez y el juez te entregue al guardia y el guardia te meta en la cárcel. Te digo que no saldrás de allí hasta que no pagues la última monedilla».

Para calibrar mejor y disfrutar de tal avalancha del amor que Dios prodiga sobre el mundo, es necesario activar la sensibilidad religiosa.
 Para esto, necesitamos desconectar de tantos ruidos que nos aturden. Solamente así, conectados a la Palabra de Dios, llegaremos a apreciar la esperanza a la que nos llama, la espléndida riqueza de la herencia que promete a los consagrados y la grandeza extraordinaria de su poder a favor de nosotros los creyentes, según la eficacia de su fuerza poderosa (Ef 1, 18-19).


Tú puedes hablarnos a través de cada época. Haz que yo no esté anclado en el pasado, cerrando mi corazón a las sorpresas que Tú me ofreces en el presente.


JUEVES


JUEVES

“ He venido a prender fuego en el mundo ”


Estas palabras de Jesús no pueden entenderse al pie de la letra sino en sentido simbólico. “He venido a traer fuego a la tierra”. ¿Acaso Jesús es un pirómano? “No he venido a traer la paz” ¿Acaso Jesús es violento? ¿Qué es eso de bautismo de sangre?

según san Lucas 12, 49-53 

El fuego del que habla Jesús no es material sino espiritual, es decir, el fuego del amor. Dios se le manifestó a Moisés en una “zarza que ardía y no se consumía”.

Ese fuego de la zarza arde en nuestros corazones si nos abrimos a la Palabra de Dios y procuramos llevarla a la práctica es el fuego del Espíritu Santo. 

Una viva imagen de un Dios que arde en llamaradas de vida, en llamaradas de amor. Y ojalá que este amor avanzase en el gran bosque del mundo.


En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «He venido a prender fuego a la tierra, ¡y cuánto deseo que ya esté ardiendo! Con un bautismo tengo que ser bautizado, ¡y qué angustia sufro hasta que se cumpla!

El bautismo de sangre alude al bautismo de la Cruz. Pero no es la sangre, ni la Cruz, ni el sufrimiento lo que nos redime, sino EL AMOR. 

 ¿Pensáis que he venido a traer paz a la tierra? No, sino división.

No estoy para dar la paz”. Jesús ha venido a traer la paz, la verdadera paz, pero no las “paces” a cualquier precio. Cristo no puede pactar con un mundo injusto, egoísta, materialista, hedonista. Quiere la paz, fruto de la verdad, la justicia y el amor. 

Desde ahora estarán divididos cinco en una casa: tres contra dos y dos contra tres; estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra su nuera y la nuera contra la suegra».

La muerte de Cristo en la Cruz es la carta más bella escrita por Dios sobre el amor: el más grande, más sublime, más escandaloso.


MIERCOLES

“ Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá ”



Jesús introduce la parábola del administrador fiel y prudente para explicar a los suyos que creer en el Verbo encarnado tiene consecuencias. No se puede creer en Jesucristo, segunda persona de la Santísima Trinidad, y que todo siga su curso.

según san Lucas 12,39-48

 En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, velaría y no le dejaría abrir un boquete en casa. Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre». 

Pedro le dijo: «Señor, ¿dices esta parábola por nosotros o por todos?». Y el Señor dijo: «¿Quién es el administrador fiel y prudente a quien el señor pondrá al frente de su servidumbre para que reparta la ración de alimento a sus horas? 

Bienaventurado aquel criado a quien su señor, al llegar, lo encuentre portándose así. 

Nos lo grita San Pablo en la epístola a los romanos que se proclama hoy como primera lectura: somos criaturas nuevas una vez que hemos acogido con libertad el don del Espíritu Santo. Y esa criatura nueva necesita que el hombre viejo muera

En verdad os digo que lo pondrá al frente de todos sus bienes. Pero si aquel criado dijere para sus adentros: “Mi señor tarda en llegar”, y empieza a pegarles a los criados y criadas, a comer y beber y emborracharse, vendrá el señor de ese criado el día que no espera y a la hora que no sabe y lo castigará con rigor, y le hará compartir la suerte de los que no son fieles. 

El criado que, conociendo la voluntad de su señor, no se prepara ni obra de acuerdo con su voluntad, recibirá muchos azotes; pero el que, sin conocerla, ha hecho algo digno de azotes, recibirá menos. 

En el Evangelio, Jesús nos advierte de que ese tesoro que se nos ha concedido llevar en vasijas de barro nos obliga a comunicarlo, como una vela que enciende otras velas. Pobres los que no han recibido la buena noticia del reino de Dios, pero a ellos no se les puede imputar responsabilidad alguna. A ti, a quien se te ha anunciado, claro que sí.

Al que mucho se le dio, mucho se le reclamará; al que mucho se le confió, más aún se le pedirá».


También nosotros, como los discípulos, somos administradores que debemos repartir a los demás todo lo que hemos recibido por la fe. Pero hay dos clases de administradores, los "avispados" que cumplen su función según las instrucciones que se le han dado, y los "necios" que administran para si.

MARTES

“ ¡Poneos en camino! ”




según san Lucas 10,1-9 

En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos, y los mandó delante de él, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. 

De dos en dos, para contarse por el camino la belleza de Dios y las maravillas que hace su misericordia. Setenta y dos para ir por todos los caminos.

Y les decía: «La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies. ¡Poneos en camino! 

Jesús los envía, nos envía, porque la mies es mucha y hay que apresurarse por esos campos dorados del verano.

Dios es optimista. Le espera la cruz en Jerusalem y él grita: "¡La mies es abundante!" La urgencia de la situación provoca un entusiasmo renovado: es preciso que se anuncie la palabra. Aprisa. Cueste lo que cueste. No es momento para lamentarnos de la poca práctica religiosa, de la pérdida de costumbres, de la moral que ya no se respeta y de la tradición que se está olvidando.

Mirad que os envío como corderos en medio de lobos. No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias; y no saludéis a nadie por el camino. Cuando entréis en una casa, decid primero: “Paz a esta casa”. Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros. 

Quedaos en la misma casa, comiendo y bebiendo de lo que tengan: porque el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa en casa. Si entráis en una ciudad y os reciben, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya en ella, y decidles: “El reino de Dios ha llegado a vosotros”».



Al buen evangelizador, las estrategias les sobran, las maletas les estorban, los seguros les son inútiles. Mirad a los setenta y dos discípulos partir sin más certeza que la de ser portadores de paz y testigos de una noticia de gracia.

 La Iglesia del evangelio es una Iglesia inocente, tan absorta en la siega que se olvida de la cizaña, tan pacífica que se extraña ella misma de su audacia. Una Iglesia que solo tiene una palabra en los labios, un deseo en el corazón: "¡Shalom, paz a vosotros!"

 La mies es abundante, porque la paz de Dios ha de manifestarse.

LUNES

“ Guardaos de toda clase de codicia ”

“ Así es el que atesora para sí ”




san Lucas 12, 13-21 

En aquel tiempo, dijo uno de entre la gente a Jesús: «Maestro, dije a mi hermano que reparta conmigo la herencia».

Este hombre acude a Jesús yeso denota el prestigio de que goza ante el pueblo.

Jesús no entra en ese terreno. su misión es otra.Su dedicación es el Reino de Dios.

Él le dijo: «Hombre, ¿quién me ha constituido juez o árbitro entre vosotros?». 

Y les dijo: «Mirad: guardaos de toda clase de codicia. Pues, aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes». Y les propuso una parábola: «Las tierras de un hombre rico produjeron una gran cosecha. Y empezó a echar cálculos, diciéndose: “¿Qué haré? No tengo donde almacenar la cosecha”. Y se dijo: “Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros más grandes, y almacenaré allí todo el trigo y mis bienes. 

Y entonces me diré a mí mismo: alma mía, tienes bienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe, banquetea alegremente”.

Que equivocado esta la persona que vive de manera egoísta, a pesar de que su heredad ha producido fruto en abundancia. Lo que más pena produce es que, en su corazón, no hay lugar ni para Dios, ni para su prójimo.

 Pero Dios le dijo: “Necio, esta noche te van a reclamar el alma, y ¿de quién será lo que has preparado?”.

Así es el que atesora para sí y no es rico ante Dios».


No debemos acumular riquezas de este mundo. Mejor es atesorar las cosas que nos vienen de Dios.

El trabajo en este mundo sólo encuentra su sentido más pleno en cuanto que sirve para prepararnos la vida definitiva y eterna.

Somos ricos ante Dios practicando las obras de Misericordias.

Al cielo tenemos que llevar la Fe, la Esperanza y la Caridad.

DOMINGO




San Lucas 18, 1-8 

“ Orar siempre, sin desfallecer ”

según San Lucas 18, 1-8 

En aquel tiempo, Jesús decía a sus discípulos una parábola para enseñarles que es necesario orar siempre, sin desfallecer. «Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres.

Había un juez en una ciudad… Había en aquella ciudad una viuda… Habitualmente interpretamos esta parábola identificándonos con la pobre viuda e identificando a Dios con el juez injusto. A Jesús parece no importarle el feo retrato que hace de Dios. Pero algo parecido encontramos en aquellas palabras: Si vosotros, siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos…

 En aquella ciudad había una viuda que solía ir a decirle: “Hazme justicia frente a mi adversario”. 

Por algún tiempo se estuvo negando, pero después se dijo a sí mismo: “Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esta viuda me está molestando, le voy a hacer justicia, no sea que siga viniendo a cada momento a importunarme”». 

¡Qué fructífero es el “trabajo” de la oración! Porque Dios acabará dándole la razón al que ora a tiempo y a destiempo, en todo momento y ocasión.

Y el Señor añadió: «Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que claman ante él día y noche?; ¿o les dará largas? 

Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?».



La oración cristiana no es otra que la oración misma de Cristo, pues su Espíritu ora en nosotros como nosotros mismos no sabemos hacerlo. La oración aparece como la respiración honda que eleva al mundo hasta el destino prometido: Dios justifica el esfuerzo de los hombres.



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