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lunes, 26 de septiembre de 2022

MONASTERIO DE SANTA MARIA DE OBARRA HUESCA

 Santa María de Obarra es un monasterio románico situado en la localidad española de Calvera, dentro del municipio de Beranuy, en la Ribagorza (Huesca, en el Prepirineo aragonés). 




El conjunto arquitectónico esta situado al pie del extremo occidental de la sierra de Sis, bajo la Peña Obarra, en la orilla izquierda del río Isábena y a la salida del Congosto de Obarra, siendo conocido popularmente como “La Croqueta”. 

 Se conservan la basílica de Santa María, la iglesia de San Pablo, las ruinas del palacio abacial y un molino reconvertido en casa de colonias.

Historia 

Se considera que aquí, a lo largo de los siglos VII y VIII, pudo haber comunidades religiosas visigodas y carolingias. Buesa estima que inicialmente hubo un monasterio hispanovisigodo fechado en torno al siglo VII.

​ Fue refundado en el siglo IX a iniciativa de los condes de Tolosa para consolidar su expansión al otro lado de los Pirineos a costa del islam. De cualquier manera, su existencia está documentada en el año 874, cuando se cita a “los monjes de Ubarra”.

​ En el siglo X se convirtió en el principal núcleo religioso del condado de Ribagorza al contar con el apoyo y patrocinio de sus condes, en particular de Bernardo Unifredo que lo restaura y beneficia con diversos privilegios. No hay construcciones de esta época a causa de las destrucciones provocadas por las incursiones musulmanas, en particular la dirigida por Al Maliki|Abd-Al Malik, hijo de Almanzor, en el año 1006.

Las primeras décadas del siglo XI, coincidiendo con el mandato del abad Galindo de Raluy, marcan un periodo de hegemonía del monasterio en lo religioso, social y político dentro del condado de Ribagorza. 

A este momento corresponde la construcción de la basílica de Santa María. Está documentado como monasterio de Santa María de Obarra, la denominación más empleada, y también como monasterio de la Santa Cruz, de San Salvador, de San Esteban, de San Pedro y de San Pablo.

​ Con la incorporación del condado de Ribagorza al reino de Pamplona, en el reinado de Sancho el Mayor (ca. 992-1035), el monasterio pierde relevancia pues es sometido, con el rango de priorato, al monasterio de San Victorián del Condado de Sobrarbe. En el siglo XIII se vivió un momento de auge a causa del apoyo prestado por la nobleza, en particular por la poderosa baronía de Espés,​ que lo enriqueció con donaciones y en la iglesia levantó su panteón familiar.

 Otra etapa de prosperidad se disfrutó a comienzos del XVI, bajo el patrocinio de los barones Mur de Pallaruelo, que proporcionaron tres priores. Uno de ellos, Pedro Mur, emprendió la reforma y ampliación del antiguo palacio románico abacial, que reconstruyó de acuerdo con el canon gótico avanzado. Actualmente está en ruinas. El principio de la decadencia del monasterio se produjo en 1571, a causa del restablecimiento del obispado de Barbastro, que ocasionó la pérdida de buena parte de sus bienes raíces y el consiguiente empobrecimiento. No obstante el culto se mantuvo hasta 1873. Planta de Santa María8​ Fue declarado monumento nacional por Decreto de 3 de junio de 1931.

​ En 1936, a causa de la Guerra Civil, sufrió graves daños y destrucciones, entre otras, la del retablo central A finales del siglo XIX el conjunto arquitectónico del monasterio estaba en ruinas. La restauración, a cargo del Estado, de la basílica de Santa María y de la iglesia de San Pablo se produjo entre 1974 y 1978 bajo la dirección de Francisco Pons Sorolla.






Basílica de Santa María

De las dependencias que restan, es la iglesia la que conserva su estructura medieval. A los pies del templo quedan las ruinas del palacio prioral mandado construir entre 1550 y 1557 por don Pedro de Mur sobre edificaciones anteriores de las que nada quedan. Se conservan algunos muros de mamposteria con almenas, ventanales rectangulares con pequeños arcos mixtilíneos y alguna estancia abovedada con medio cañón, problablemente bodegas. También se conserva la portada principal del palacio, formada por un arco apuntado y sobremontado un arco conopial. En el tímpano de la portada el escudo del linaje de los Mur, también presente en otros muros del palacio.


La iglesia además de estar dedicada a Santa Maria, se encuentra bajo la advocación de San Pedro, San Esteban y de la Santa Cruz. 

 Es un templo de planta basilical, con tres naves de siete tramos acabadas en sendos ábsides semicirculares. El central mayor que los laterales, al igual que la nave central. Obra de maestros lombardos que en el primer cuarto del siglo XI dejaron su impronta y su buen hacer en los ábsides del templo. El primer tramo de los pies se hundió en 1872 y tuvo que ser posteriormente reconstruido.



 Está construida con sillarejo, la planta es rectangular, con tres naves, de las que la central es más ancha y alta. Se cierra en la cabecera con tres ábsides semicirculares. Los seis tramos de las naves están definidos por pilastras en los muros y seis pares de pilares cruciformes que definen la nave central.


Adosada a la fachada sur se quiso elevar una torre campanario de planta cuadrangular que nunca llegó a concluirse.



 Los ábsides siguen la tradición románica-lombarda. Los pilares que forman las lesenas separan el tambor en tres paños. Sobre la parte superior corre una galería de arquillos ciegos en los ábsides laterales, mientras que en el central los arquillos se convierten en nichos ciegos de base muy inclinada en principio sin utilidad aparente, más que el puramente decorativo. 

En total doce nichos ciegos, cuatro por paño. Esta serie de nichos es característica propia de este templo. Por encima de los arquillos un friso decorativo de forma geométrica romboidal (friso de rombos o friso de losanges). 

Este tipo de decoración de lesenas y arquillos ciegos continua por los muros laterales del templo, a excepción del primer tramo de los pies que está reconstruido. El friso de rombos aludido también lo podemos encontrar en la mezquita musulmana del Cristo de la Luz de Toledo.



La entrada al templo se realiza por la fachada lateral sur, a la altura del primer y segundo tramo de los pies.

 Es una puerta formada por un doble arco de medio punto, el interior rehundido. Este apoya en dos capiteles de origen visigodo y decoración vegetal muy esquematizada, uno de los pocos restos que debieron quedar del original templo godo. 

Por encima de la portada y casi llegando a la parte superior un vano aspillerado formado por un arco de medio punto permite la iluminación del interior. 

 A la izquierda de esta puerta encontramos otra portada bastante más grande, formada también por un arco de medio punto, construida en el siglo XVI. 




No tendría el menor interés sino fuera por el escudo del monasterio que campea encima de la portada, y el escudo de los Mur en la clave central de la portada. (Mur, muro en catalán, su escudo lo forma un muro con cinco altas almenas). En el muro norte encontramos también dos puertas fuera de uso, una primera románica y la segunda portada construida en el siglo XVI y en cuya parte superior encontramos el escudo de la familia Mur.


La nave central se cubre con bóvedas de arista en los tres tramos más cercanos al presbiterio y en el resto de la nave con bóveda de medio cañón. 



La nave lateral de la epístola (derecha) se cubre en su totalidad con bóvedas de arista, mientras que la del evangelio (izquierda) los cuatro tramos más cercanos al presbiterio con aristas y el resto con medio cañón. En total siete bóvedas de medio cañón y catorce bóvedas de aristas. Las bóvedas se sustentan por arcos fajones que descansan en seis pares de pilastras cruciformes exentas. Destaca el conjunto de las naves y los ábsides por su considerable altura.


 La cabecera interior se ilumina por tres vanos formado cada uno por dos arcos de medio puntos rehundidos en el muro, simétricamente situados en el testero del ábside. Por debajo de ellas una arquería ciega, formada por cinco arcos de distinto tamaño y forma y que apean en ménsulas y capiteles toscamente labrados, algunos de ellos del primer monasterio visigodo desaparecido. Los ábsides laterales disponen cada uno de dos pequeños vanos con arcos de medio punto. Los ábsides se cubren con bóvedas de cuarto de esfera .





 Preside el Altar una talla de 1,20 metros de altura, realizada en piedra policromada en el siglo XIV y que sustituye a otra anterior románica desaparecida. Esta talla es conocida como la Virgen de Obarra o Nuestra Señora de Obarra. 



La imagen de pie, sustenta al Niño Jesús con su brazo izquierdo mientras que con la mano derecha porta una flor de lis. Esta coronada por la diadema condal. En la guerra civil sufrió daños por el fuego y tuvo que ser restaurada, entre ellas la reposición de su mano derecha. 

 En una de las naves laterales, a los pies de la iglesia encontramos la pila bautismal, formada por un gran bloque de piedra completamente hueco, y sin ningún tipo de decoración. Dispone de un agujero de drenaje y parece corresponderse con uno de los elementos de la época visigoda del templo. 



 Del mobiliario mueble existente en la iglesia, se podría destacar el retablo del Altar Mayor, obra del gótico aragones que fue quemado en 1936. Sólo se salvo una de las tablas dedicada a San Pablo. Otro elemento desaparecido es el sarcófago del barón de Espés, obra de estilo gótico realizado en alabastro policromado en el siglo XIV. Bajo un arcosolio de mármol, se encontraba el sarcófago con la estatua yacente del barón de Espés, en la urna se podía ver los blasones familiares. Sólo se conservan dos de los tres leones donde se apoyaba el sarcófago. 

La tabla de San Pablo y los leones del sepulcro se custodian hoy día en el Museo Diocesano de Barbastro. Malas lenguas afirman que el resto del sarcófago se encuentra en un museo norteamericano.





Sufrió graves daños en 1936 y fue posteriormente restaurada.

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