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viernes, 10 de junio de 2022

SEMANA DE PENTECOSTES VIII

SÁBADO

“ Que vuestro hablar sea sí, sí, no, no ”



según san Mateo 5, 33-37 

En el Evangelio de hoy continuamos dentro del “Sermón del Monte”, dentro de la invitación a la plenitud, a las bienaventuranzas, y este pasaje nos presenta el tema de los juramentos, parece ser, que entre los israelitas, era una practica muy común y por motivos sin importancia. El Señor les exhorta a decir sencillamente la verdad: “Que vuestro hablar sea sí, sí, no, no…”, una palabra de verdad y con amor.

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Habéis oído que se dijo a los antiguos: “No jurarás en falso” y “Cumplirás tus juramentos al Señor”.

Que nuestro hablar sea evangélico, que hablemos con verdad, con amor, que no tengamos que buscar recursos para hacer creíble nuestro mensaje, que la verdad brille por si sola

 Pero yo os digo que no juréis en absoluto: ni por el cielo, que es el trono de Dios; ni por la tierra, que es estrado de sus pies; ni por Jerusalén, que es la ciudad del Gran Rey. 

debemos proclamar, según Jesús, es que Dios está cerca, que el amor del Padre se ha desbordado y quiere darse a conocer; que se acabó ya para siempre la religión de la distancia, de la lejanía, del miedo a Dios. Que Dios prefiere hijos que le amen, antes que siervos que le sirvan y le teman

Ni jures por tu cabeza, pues no puedes volver blanco o negro un solo cabello. 

La oración en Jesús no es fruto de una obligación, de una exigencia ascética, sino de una gozosa necesidad de estar con el Padre y recibir con los primeros rayos del sol mañanero, su primer beso.

Que vuestro hablar sea sí, sí, no, no. Lo que pasa de ahí viene del Maligno».


Señor, qué maravilloso eres, qué bueno, qué grande, qué cercano, qué condescendiente. Con un Dios así da gusto trabajar. Por eso te pido que cada día me empapes del rocío mañanero, que disfrute contigo en la oración, que saque fuerzas para no cansarme nunca de hacer el bien a mis hermanos y quitar de ellos todo lo que les haga sufrir. Que estando a mi lado, la vida se les haga un poco más fácil y placentera.

VIERNES

“ Pero yo os digo ”



según san Mateo 5, 27-32 

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Habéis oído que se dijo: “No cometerás adulterio”. Pero yo os digo: todo el que mira a una mujer deseándola, ya ha cometido adulterio con ella en su corazón. 

Si tu ojo derecho te induce a pecar, sácatelo y tíralo. Más te vale perder un miembro que ser echado entero en la “gehenna”. 

Si tu mano derecha te induce a pecar, córtatela y tírala, porque más te vale perder un miembro que ir a parar entero a la “gehenna”. 

Se dijo: “El que repudie a su mujer, que le dé acta de repudio”. 

Pero yo os digo que si uno repudia a su mujer —no hablo de unión ilegítima— la induce a cometer adulterio, y el que se casa con la repudiada comete adulterio».



JUEVES

“ Que el amor que me tenías esté en ellos ”



"Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros; haced esto en memoria mía... Esta copa es la Nueva Alianza, sellada con mi sangre, que se derrama por vosotros".
Celebramos hoy a Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote que en la última cena nos dejó el legado más hermoso y la historia de amor jamás contada entre Dios y los hombres: un pan partido y una copa rebosante.

san Juan 17, 1-2.9. 14-26 

En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, dijo: «Padre, ha llegado la hora, glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique a ti y, por el poder que tú le has dado sobre toda carne, dé la vida eterna a todos los que le has dado. Te ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por estos que tú me diste, porque son tuyos. 

En este signo el Señor quiere expresar todo su amor. Un amor que no se retiene nada, que lo da todo y se da del todo y al dejarse comer, Cristo se hace uno con los suyos. Él es el único mediador entre Dios y los hombres, el nuevo sacerdote que no necesita de sacrificios de animales en ningún ara de altar, sino que Él mismo es la víctima, la ofrenda y el altar.

Yo les he dado tu palabra, y el mundo los ha odiado porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No ruego que los retires del mundo, sino que los guardes del maligno. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. 

Santifícalos en la verdad: tu palabra es verdad. Como tú me enviaste al mundo, así yo los envío también al mundo. Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad. 

Él también, con amor de hermano ha elegido a hombres de nuestro pueblo que por la imposición de las manos, participen de su sagrada misión para que nunca falte a su pueblo el alimento de su Palabra y la fortaleza de los sacramentos a fin de vivir en plenitud nuestra vida de hijos amados de Dios.

No solo por ellos ruego, sino también por los que crean en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí, y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. Y

Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno; yo en ellos, y tú en mí, para que sean completamente uno, de modo que el mundo sepa que tú me has enviado y que los has amado a ellos como me has amado a mí. Padre, este es mi deseo: que los que me has dado estén conmigo donde yo estoy y contemplen mi gloria, la que me diste, porque me amabas, antes de la fundación del mundo. 

Padre justo, si el mundo no te ha conocido, yo te he conocido, y estos han conocido que tú me enviaste. Les he dado a conocer y les daré a conocer tu nombre, para que el amor que me tenías esté en ellos, y yo en ellos».


 Es un día sacerdotal y conviene orar por los ministros ordenados presbíteros para que su vida y su obra sean santas y den gloria a Dios.

MIERCOLES

“ He venido a dar plenitud ”


“Dios es el mismo ayer y hoy y siempre”. En Dios no hay tiempo. El tiempo es para la vida del hombre, es una dimensión humana. 

 La Ley la dio Dios en un momento de la historia, cuando hizo subir a Moisés al Monte Sinaí y le entregó las Tablas de la Alianza, con los Diez Mandamientos. Éstos son la voluntad de Dios sobre la conducta del hombre: su relación con Dios y su relación entre los hombres y consigo mismo…

según san Mateo 5, 17-19 

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No creáis que he venido a abolir la Ley y los Profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud. 

Dios en Jesús nunca quiso que se enseñaran otras leyes: “No he venido a abolir la Ley sino a darle plenitud”. Y esta plenitud, es “el Amor”.

Jesús nos trae la perfección de la Ley y nos va aclarando los Mandamientos a la luz del Amor…

En verdad os digo que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la ley.

 El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos. 

El mensaje de Jesús: Dios es Amor. Dios es Padre que ama apasionadamente a sus hijos y éstos al sentirse inundados de este amor se sienten obligados a crear comunidades vivas de amor.

Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos».

Las cosas hechas sin amor, esclavizan, pero todo lo que hacemos desde el amor nos libera. Por eso hoy, al iniciar mi oración, te pido que me deje guiar siempre por esa ley que Tú mismo has dejado impresa en mi corazón.

MARTES

“ Vosotros sois sal... luz... ”


Las imágenes de la sal y de la luz reflejan la condición de quien vive las bienaventuranzas, es decir, del discípulo de Jesús, y señalan la importancia de las buenas obras (v. 16). Cada uno ha de luchar por la santificación personal, pero también por la santificación de los demás. Jesús lo enseña con estas dos expresivas imágenes.

 según san Mateo 5, 13-16 

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? 

No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente. 

El Señor manifiesta que sus discípulos son la sal de la tierra, es decir, los que dan sabor divino a todo lo humano, y los que preservan al mundo de la corrupción, manteniendo viva la Alianza con Dios.

Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte.

 Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa. 

La luz es necesaria para caminar, para vivir. En el Antiguo Testamento, esa luz necesaria es Dios  y la palabra de Dios.

 Los discípulos de Jesús deben ser también, como Él mismo, luz para los que yacen en tinieblas 

Brille así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en los cielos».



Somos sal y luz, pero ¿Qué sal y qué luz? Si nuestra vida tiene el sabor de las buenas obras y la luz que presenta el Amor de Dios, entonces, sí somos los discípulos del Maestro, somos los amigos de Dios.

Ser sal Señor, donde quiera que me encuentre y luz que demuestre que soy de los tuyos.

LUNES

Comenzamos la octava semana de ese tiempo litúrgico que nos conducirá hasta el próximo “tiempo fuerte”; el Adviento. Atrás quedaron la penitencia representada por el ayuno, la oración y la limosna de la Cuaresma, y el gozo y espíritu de fiesta de la resurrección, y la cincuentena Pascual que culminó ayer con la gran fiesta del Espíritu.

“ El discípulo la recibió en su casa ”




según san Juan 19, 25-34 

Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y junto a ella al discípulo al que amaba, dijo a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo».

 Luego, dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre». 

Las últimas palabras de Cristo en el madero, cuando encarga a su madre el cuidado de los discípulos que van a formar la Iglesia militante.

Y, a su vez, encargando a los hijos la devoción debida por una madre, amparo, consuelo y refugio de los cristianos

Y desde aquella hora, el discípulo la recibió como algo propio. Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba cumplido, para que se cumpliera la Escritura, dijo: «Tengo sed». 

Había allí un jarro lleno de vinagre. Y, sujetando una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo, se la acercaron a la boca. Jesús, cuando tomó el vinagre, dijo: «Está cumplido». E, inclinando la cabeza, entregó el espíritu. 

No es gratuita esta memoria sino que recuerda a los creyentes que la venida del Espíritu Santo sorprendió a los discípulos reunidos en el cenáculo en torno a María, como una madre cuida de sus hijos. Así que es la misma Iglesia la que nace del seno virginal de María.

Los judíos entonces, como era el día de la Preparación, para que no se quedaran los cuerpos en la cruz el sábado, porque aquel sábado era un día grande, pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y que los quitaran. 

Fueron los soldados, le quebraron las piernas al primero y luego al otro que habían crucificado con él; pero al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados, con la lanza, le traspasó el costado, y al punto salió sangre y agua.

La sangre y el agua que manaron realmente del costado de Cristo -que los médicos pueden explicar en términos anatómicos- tienen para nosotros un significado espiritual aun mayor que la explanación científica: el bautismo y la eucaristía (los sacramentos de la iniciación cristiana por excelencia) provienen de ese momento.

Celebramos hoy la memoria de la “Bienaventurada Virgen María Madre de la Iglesia”.
Nos recuerda a todos los discípulos de Cristo que, si queremos crecer y llenarnos del amor de Dios, es necesario fundamentar nuestra vida en tres realidades: la Cruz, la Hostia y la Virgen


PENTECOSTES

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La Iglesia renueva en Pentecostés su vocación evangelizadora y misionera. La paz del Resucitado es la fuente de la alegría apostólica y con el don del Espíritu es enviada al mundo para ser signo de perdón (cf. Jn 20,23).

“ Recibid el Espíritu Santo ”


según san Juan 20, 19-23 

Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. 
Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a vosotros». 
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. 
Una manera nueva de estar entre los suyos. No ya desde fuera, hablándoles, animándolos, orientándolos; sino desde dentro: llenando su vida y actuando, a través de ellos, en el mundo: “recibid el Espíritu Santo” Una bonita manera de multiplicar su presencia entre nosotros. "Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra". Estaba naciendo la Iglesia.
Jesús repitió: «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo». 

Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».


Y el barco de la Iglesia, con las velas hinchadas, se estaba haciendo a la mar: "Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo". Lo nuestro es mantener izadas las velas y el barco a punto. 
Lo demás -el timón que marca el rumbo y el viento que da el impulso- ya son cosas de Él, del Espíritu Santo, del Señor.

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