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viernes, 31 de diciembre de 2021

OCTAVA DE NAVIDAD...SABADO

 SABADO

“ Dar gloria y alabanza a Dios ”



según san Lucas 2, 16-21 

En este Evangelio del primer día del año aparecen en primer plano María y los pastores. Ellos nos enseñan elocuentemente la manera de hacer nuestro el estilo de vida que trae el niño del pesebre; un estilo ajeno a oropeles y pretensiones. La elocuencia de María está en su silencio y en su saber guardar todo lo que sucede, meditándolo en su corazón. La elocuencia de los pastores está en su sencillez de vida; una vida vivida en los márgenes de la sociedad.

En aquel tiempo, los pastores fueron corriendo hacia Belén y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que se les había dicho de aquel niño. 

¡Qué bueno comenzar el nuevo año de la mano de la Madre! Dentro de ella dio comienzo la salvación; salvación universal y salvación gratuita: Os anuncio una gran alegría que lo será para todo el pueblo. Y todo rodeado de penuria y sencillez: unos pastores, un pesebre…; y María y José.


Todos los que lo oían se admiraban de lo que les habían dicho los pastores. María, por su parte, conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. 

María, como mujer, es el símbolo más claro y perfecto de la maternidad espiritual; maternidad espiritual que está presente en hombres y mujeres llenos de Cristo y del amor de Dios (Edith Stein).

Y se volieron los pastores dando gloria y alabanza a Dios por todo lo que habían oído y visto, conforme a lo que se les había dicho. 

Dios no es un señor distante que vive solitario en los cielos, sino el Amor encarnado, nacido como nosotros de una madre para ser hermano de cada uno, para estar cerca: el Dios de la cercanía. Está en el regazo de su madre, que es también nuestra madre, y desde allí derrama una ternura nueva sobre la humanidad. [

Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidar al niño, le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción.


Estamos llamados hoy, al final de la octava de Navidad, con la mirada puesta aún en el Niño que nos ha nacido, pobre de todo y rico de amor. Admiración: es la actitud que hemos de tener al comienzo del año, porque la vida es un don que siempre nos ofrece la posibilidad de empezar de nuevo, incluso en las peores situaciones.

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