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jueves, 14 de octubre de 2021

SEMANA XVIII DEL TIEMPO ORDINARIO

´SÁBADO

“ El Espíritu os enseñará lo que tenéis que decir ”



según san Lucas 12, 8-12 

Jesús es una persona ante la cual nadie puede quedar indiferente: O se le acepta o se le rechaza. Y esta decisión está cargada de gravedad: En Jesús nos jugamos la vida a una sola carta. Si opto por Jesús mi opción no es sólo de vida sino de vida eterna. Lo mismo si lo rechazo. “El que me niegue delante de los hombres, será negado delante de los ángeles de Dios”.

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: 

 «Todo aquel que se declare por mí ante los hombres, también el Hijo del hombre se declarará por él ante los ángeles de Dios, pero si uno me niega ante los hombres, será negado ante los ángeles de Dios. 

 Todo el que diga una palabra contra el Hijo del hombre podrá ser perdonado, pero al que blasfeme contra el Espíritu Santo no se le perdonará. 

Blasfemar contra el Espíritu Santo es cerrarse al don de Dios, no querer recibir de Dios lo que Él nos quiere dar. ¿Y qué es el hombre sin Dios? Si lo que caracteriza al hombre es el soplo de Dios sobre el barro, si al hombre le quitamos ese soplo de vida se convierte en pura tierra.

 Cuando os conduzcan a las sinagogas, ante los magistrados y las autoridades, no os preocupéis de cómo o con qué razones os defenderéis o de lo que vais a decir, porque el Espíritu Santo os enseñará en aquel momento lo que tenéis que decir».




VIERNES

“ Encontraréis descanso para vuestras almas ”



según san Mateo 11, 25-30

En el Evangelio de hoy contemplamos a Ntro. Señor Jesús dirigiéndose al Padre en oración, y en una oración de acción de gracias:

 En aquel tiempo, tomó la palabra Jesús y dijo: 

«Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, así te ha parecido bien. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. 

Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».

El Señor se nos ofrece, se nos brinda, nos invita a acudir a Él para vivir en plenitud y nos muestra el camino de la humildad.



La zozobra del hombre actual tiene mucho que ver con la incertidumbre y la inseguridad que lo atenazan: el horizonte del sufrimiento, la enfermedad y la muerte están mucho más presentes de lo que la cultura del mundo nos quiere hacer ver. 
Y cuando sobrevienen estos enemigos del alma humana, ya no hay terapia ni medicina apropiada para encontrar una salida, un portillo por el que escapar en pos de salvación. Jesús da a conocer su receta, la única integral, eficaz y radical para salvar al hombre de su propia angustia: acudir a él, aprender de él mansedad y humildad de corazón para encontrar la única solución de verdad.

JUEVES

“ ¡Ay de vosotros, maestros de la ley! ”



Según san Lucas (11,47-54) 

En aquel tiempo, dijo el Señor: «¡Ay de vosotros, que edificáis mausoleos a los profetas, a quienes mataron vuestros padres! Así sois testigos de lo que hicieron vuestros padres, y lo aprobáis; porque ellos los mataron y vosotros les edificáis mausoleos. 

 Aquellos sumos sacerdotes y fariseos creen reparar los crímenes de sus antepasados construyendo sepulcros a los profetas asesinados, cuando ellos mismos conservan actitudes idénticas. Lo demostrarán crucificando a Jesús.

Todos somos capaces de las más aberrantes deformaciones cuando el Espíritu no nos guía.

 Por eso dijo la Sabiduría de Dios: “Les enviaré profetas y apóstoles: a algunos de ellos los matarán y perseguirán”; y así a esta generación se le pedirá cuenta de la sangre de todos los profetas derramada desde la creación del mundo; desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías, que pereció entre el altar y el santuario. 

El Espíritu sí guía donde hay humildad; la humildad que nos libra del peligro de la perversión y de la adulteración.

 Sí, os digo: se le pedirá cuenta a esta generación. ¡Ay de vosotros, maestros de la ley, que os habéis apoderado de la llave de la ciencia: vosotros no habéis entrado y a los que intentaban entrar se lo habéis impedido! ». 

 Al salir de allí, los escribas y fariseos empezaron a acosarlo implacablemente y a tirarle de la lengua con muchas preguntas capciosas, tendiéndole trampas para cazarlo con alguna palabra de su boca.




Señor, Tú venías con aires nuevos, querías implantar entre los hombres un estilo nuevo, una manera nueva de ver las cosas; pero ellos querían seguir siempre con lo mismo. Estaban embriagados con el vino viejo y no quisieron gustar el nuevo, que era infinitamente mejor. 
Hoy tal vez nos pase lo mismo.

El vino nuevo de Jesús tiene sabor a libertad, a fraternidad, a gozo en el Espíritu. Señor, en este rato de oración, dame la gracia de saborear este vino.

MIERCOLES

“ ¡Ay de vosotros! ”


Jesús se enfrenta con los fariseos y doctores de la ley. Para ellos, lo importante es la ley interpretada y comentada por las distintas escuelas. En tiempo de Jesús había que cumplir más de 600 preceptos. Esto hacía que las personas que querían servir al Señor debían cargar con “pesos insoportables”. La genialidad de Jesús consiste en reducir todas a un solo precepto: el precepto del amor. Este amor a Dios y a los hermanos es lo esencial

según san Lucas 11,42-46 

En aquel tiempo, aquel tiempo, dijo el Señor: «Ay de vosotros, fariseos, que pagáis el diezmo de la hierbabuena, de la ruda y de toda clase de hortalizas, mientras pasáis por alto el derecho y el amor de Dios! 

Esto es lo que había que practicar, sin descuidar aquello. ¡Ay de vosotros, fariseos, que os encantan los asientos de honor en las sinagogas y los saludos en las plazas! ¡Ay de vosotros, que sois como tumbas no señaladas, que la gente pisa sin saberlo!». 

 Le replicó un maestro de la ley: «Maestro, diciendo eso nos ofendes también a nosotros». 

 Y él dijo: «¡Ay de vosotros también, maestros de la ley, que cargáis a los hombres cargas insoportables, mientras vosotros no tocáis las cargas ni con uno de vuestros dedos!».


si falta el amor, no se puede cumplir con ningún precepto. Esto olvidamos también los cristianos: si vamos a Misa es porque a nuestro Padre Dios le gusta vernos juntos y que nos queramos como hermanos. No cumplen con el deber a los padres unos hijos que les atienden dándoles la comida, las medicinas, la calefacción etc, si no son capaces de darles cariño, de escucharlos, de tener detalles con ellos.

MARTES

“ Dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen ”



Y es que la grandeza de María está en ser la madre del Hijo de Dios en cuanto que, además de ser Dios ha querido ser hombre.

según san Lucas 11, 27-28 

En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba a la gente, una mujer de entre el gentío, levantando la voz, le dijo: «Bienaventurado el vientre que te llevó y los pechos que te criaron». 

Evangelio donde una mujer arrebatada por la emoción del momento, corazón en mano, alaba a Jesús y le dice cuán orgullosa tenía que estar su madre por haberlo llevado en su seno. Pero Jesús, humilde y sencillo como su madre, traslada la atención de Él mismo y de su madre a una insistencia más central: realmente, es más dichoso el que escucha la Palabra de Dios y la pone en práctica.

Pero él dijo: «Mejor, bienaventurados los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen».

Las palabras de Jesús, como en otras ocasiones resultan misteriosas. Parece que rechaza el piropo de aquella mujer. Pero en realidad lo que hace es elevar el sentido profundo de aquellas palabras.


La grandeza personal de María está en haber escuchado a Dios y haber dado un "si". Maria escuchó y puso en práctica la Palabra de Dios al responder en la anunciación:"He aquí la esclava del Señor".
 Es una actitud humilde, valiente, libre y auténtica. María, que meditó en su corazón las palabras y los gestos de Jesús, hace pensar en aquellos que "escuchan la Palabra con un corazón noble y generoso".

LUNES 

 “ El Hijo del hombre es un signo para esta generación ”





según san Lucas (11,29-32) 

En aquel tiempo, la gente se apiñaba alrededor de Jesús, y él se puso a decirles: «Esta generación es una generación perversa. 

Ante la obstinación y el rechazo de esta generción Jesús reacciona con firmeza afirmando que las palabras de Jonás, las cuáles invitaban a la conversión, fueron acogidas como signo de la presencia de Dios, de su compasión y su amor por el pueblo, así Él está llamado a ser, presencia de Dios.

Pide un signo, pero no se le dará más signo que el signo de Jonás. Pues como Jonás fue un signo para los habitantes de Nínive, lo mismo será el Hijo del hombre para esta generación. 

 La reina del Sur se levantará en el juicio contra los hombres de esta generación y hará que los condenen, porque ella vino desde los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón. 

 Los hombres de Nínive se alzarán en el juicio contra esta generación y harán que la condenen; porque ellos se convirtieron con la proclamación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás».



Jesús está presente en nuestro mundo “yo estoy con ustedes todos los días” (Mt 28, 20). No obstante, su presencia para engendrar vida necesita ser recibida, acogida. Jesús nos deja libres para abrirnos o cerrarnos ante Él, acoger la vida o rechazarla. 

Hoy lunes 11, ¿qué signos de la presencia de Dios descubro a mí alrededor? ¿Cómo lo acojo? ¿A qué me invita?

DOMINGO

“ Anda, vende lo que tienes, dáselo a los pobres ”


El Evangelio de hoy nos presenta el encuentro del Señor con un joven, un joven que esta en búsqueda, un joven que desea alcanzar la vida eterna,

según San Marcos 10, 17-30 

En aquel tiempo, cuando salía Jesús al camino, se le acercó uno corriendo, se arrodilló ante él y le preguntó: «Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?». 

 Jesús le contestó: «¿Por qué me llamas bueno? No hay nadie bueno más que Dios. Ya sabes los mandamientos: no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no estafarás, honra a tu padre y a tu madre». 

 Él replicó: «Maestro, todo eso lo he cumplido desde mi juventud». 

 Jesús se quedó mirándolo, lo amó y le dijo: «Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dáselo a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo, y luego ven y sígueme». 

A estas palabras, él frunció el ceño y se marchó triste porque era muy rico. 

El encuentro de aquel hombre con Jesús tiene un final triste: A estas palabras, frunció el ceño y se marchó triste, pues era muy rico. Mientras se aleja, Jesús le sigue con la mirada, triste también Él. ¿Por qué no ejerce su poder de seducción sobre este hombre como hizo, de manera delicada, con la mujer samaritana junto al pozo de Jacob o, de manera menos delicada, con Pablo junto a Damasco? Así lo sigue haciendo con algunos; con los que Él quiere; con los que nos decimos cristianos o discípulos suyos.

 Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: «¡Qué difícil les será entrar en el reino de Dios a los que tienen riquezas!». 

 Los discípulos quedaron sorprendidos de estas palabras. 

Pero Jesús añadió: «Hijos, ¡qué difícil es entrar en el reino de Dios! Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios».

 Ellos se espantaron y comentaban: «Entonces, ¿quién puede salvarse?». 

El cristiano es alguien que ha descubierto un tesoro que le ha cambiado la vida y le ha producido una alegría honda, contagiosa: ha descubierto el amor, el amor entero y limpio, auténtico y perdurable. Y ese amor a Dios le llena de tal manera el alma, que cualquier cosa que no sea amor ha dejado de interesarle. Ha encontrado otra sabiduría y entonces, “todo lo estimo pérdida, con tal de ganar a Cristo".

 Jesús se les quedó mirando y les dijo: «Es imposible para los hombres, no para Dios. Dios lo puede todo». Pedro se puso a decirle: «Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido». 

 Jesús dijo: «En verdad os digo que no hay nadie que haya dejado casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, que no reciba ahora, en este tiempo, cien veces más —casas y hermanos y hermanas y madres e hijos y tierras, con persecuciones— y en la edad futura, vida eterna»


“Dios nos ha creado para estar con Él, para siempre. Esto os ayudará a dar un sentido pleno a vuestras opciones y a dar calidad a vuestra existencia”. Benedicto XVI

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