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viernes, 15 de enero de 2021

SAN JOSÉ

CARTA APOSTÓLICA DEDICADA A SAN JOSÉ








 Es un año dedicado al Santo Patriarca y en siempre Aprendiendo nos adentramos en este personaje de la vida cristiana y lo hacemos de la mano de “Patris corde”, que es el titular de la carta del Papa.

  El significado del título de esta carta es “corazón de Padre” y es así como quiere el Papa Francisco entrar en la figura de San José. El personaje sale muy poco en los Evangelios, no dice ni una sola palabra en toda la Escritura, pero con lo poco que se dice se manifiestan algunos rasgos que nos pueden ayudar para nuestra vida cristiana.




 Dios le habla a San José siempre a través de un ángel que se le aparece en sueños y que le va diciendo lo que tiene que hacer. La respuesta de San José es inmediata, cumplir siempre la voluntad de Dios y ya eso es una enseñanza para nosotros.

 A San José Dios le habla a través de cuatro sueños y en cada uno de ellos le hace ver su voluntad y cuando se despierta cumple lo que le ha pedido. 



 En el primer sueño le pide que acoja a María, su prometida que está embarazada por obra del Espíritu Santo. San José acoge esa voluntad de Dios y al despertarse acoge a María en su casa cuando antes había pensado repudiarla en secreto.







 En el segundo sueño Dios le dice de levantarse e irse a Egipto. Después de dar a luz a Jesús en Belén se convierte en un emigrante en tierra extranjera, fuera de esa misma tierra que Dios le había confiado a su pueblo. 



 Otro sueño es cuando puede volver a Israel cuando Herodes ya está muerto, pero luego, en el cuarto sueño, es avisado y decide retirarse en Galilea.

 Por estos rasgos de la Escritura podemos deducir que en San José tenemos un modelo de hombre valiente que asume acoger el plan de Dios y lo conduce con éxito. Este es uno de los rasgos que nos puede ayudar en nuestra vida cristiana: acoger la historia que tenemos delante y conducirla con éxito.



 Él acoge la paternidad legal de Jesús y le pone nombre, adquiere la pertenencia y lo hace suyo. 



Manifiesta esa valentía permaneciendo en Egipto como un extranjero, vive de manera oculta en Nazareth, es un tipo religioso participando en la peregrinación al templo cuando le correspondía. Cumplió con la ley de circuncisión cuando le tocó a su hijo.

 Cuidaba de un hijo que "crecía en edad y gracia ante Dios y ante los hombres". 



 La tradición de la Iglesia lo hizo muy rápido patrono de la Buena Muerte por qué murió, según la tradición, rodeado de la Virgen María y Jesús, los que más lo quisieron durante la vida. Ojalá todas las personas que atraviesan dolor y sufrimiento, puedan morir acompañados de Jesús, consolados y confortados también con la Virgen María.

 Esta carta, la “Patris corde”, celebra 150 años de aquel 8 de diciembre de 1870 cuando Pio IX lo declaró Patrono de la Iglesia. 




Pio XII luego lo hizo Patrono de los trabajadores y San Juan Pablo II lo llamó “custodio del Redentor”. 

En San José encontramos un modelo para nuestra vida cristiana, el que pasa desapercibido, pero está presente siempre. Un intercesor, un apoyo, un guía en los tiempos de dificultades. Creyó cuando el mundo parecía iba a desaparecer bajo sus pies, mantuvo su fe y sacó adelante una Sagrada Familia. 


 Lo que nos dice San José es que todos tenemos un protagonismo en la historia de la salvación. No hay actores secundarios, sino que tenemos un papel protagonista.

 Quizás hemos sido parte de la historia de salvación de mucha gente sin darnos cuenta.

 La carta “Patris corde” nos dice algunos rasgos de la figura de San José que nos pueden ayudar en nuestra vida cristiana.

 El primer rasgo es la paternidad vivida como servicio a la esposa y a los hijos. De hecho, San José está al servicio de María, la mujer santa, y aún sin entenderlo, se despega de su propio criterio y se mete de lleno en el plan de Dios. Santa Teresa de Jesús pone en las manos de San José “todas las necesidades materiales y espirituales y en todas ha contestado a favor”.



 El segundo rasgo es la ternura de José vivida en su paternidad. Ve crecer a Jesús en sabiduría, en estatura, en gracia, le habría enseñado a caminar, a ayudar en las labores de carpintero. En media de su debilidad humana, se convirtió en un hombre de provecho. Dios perfecciona a los hombres que busca y San José realiza su plan de salvación a pesar de su debilidad. 


 Otro rasgo de San José es la obediencia. Lo hemos dicho al hablar de los cuatro sueños en los que él simplemente actúa cumpliendo la voluntad de Dios. El Papa Francisco nos dice que hay dos caminos de salvación en los que San José nos puede ayudar: ser padres en la acogida y el de la valentía creativa. En las dos cosas pone de ejemplo a San José, el carpintero de Nazareth que supo transformar cada problema en una oportunidad.



 El último rasgo es José como hombre trabajador. De él aprende Jesús el valor de la dignidad, la alegría de lo que significa comer del fruto del propio trabajo que no es un regalo sino un esfuerzo vencedor de nuestra pereza. 


 El Papa nos invita a vivir este Año Santo y a recibir la indulgencia plenaria acogiéndonos a la protección de San José. Hay que cumplir tres condiciones fijas, la Confesión Sacramental, la Comunión Eucarística y la oración por las intenciones del Santo Padre y hacer algunas de las obras previstas en esta indulgencia plenaria. 




El Papa ha sido muy generoso con estas obras porque se puede encontrar meditar durante 30 minutos el Padre Nuestro, acudir a un retiro espiritual de un día que tenga una meditación sobre San José, realizar una obra de misericordia material o espiritual, rezar el Santo Rosario en familia, confiar su trabajo a San José etc…

 Este episodio lo hemos dedicado a San José que es nuestro padre y nuestro modelo 

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