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viernes, 13 de noviembre de 2020

SEMANA XXXII DEL TIEMPO ORDINARIO

SÁBADO
“ Hazme justicia frente a mi adversario ”





san Lucas 18, 1-8 

Jesús insiste en la oración constante, sin desanimarse, confiando en la misericordia del Padre que conoce las flaquezas y carencias de sus hijos

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos una parábola para enseñarles que es necesario orar siempre, sin desfallecer. 
«Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres. En aquella ciudad había una viuda que solía ir a decirle: 
“Hazme justicia frente a mi adversario”. 
Por algún tiempo se estuvo negando, pero después se dijo a sí mismo: “Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esta viuda me está molestando, le voy a hacer justicia, no sea que siga viniendo a cada momento a importunarme”». 
Esa es la constancia que Jesús nos pide en la oración al Padre. Pedir con confianza, pedir con insistencia, pedir con humildad… Ya sabemos que el Padre conoce nuestras necesidades. Si los cuervos del cielo y las hierbas del campo crecen al amparo de Dios, ¡cuánto más cuidará Dios de vosotros hombres de poca fe!

Y el Señor añadió: «Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que claman ante él día y noche?; ¿o les dará largas? 

Está claro que Dios escuchará nuestras plegarias sólo si nosotros somos perseverantes y no nos cansamos de presentarle nuestras peticiones. Por supuesto que Dios no se identifica, absolutamente, con ese juez. La parábola nos impresiona por el contraste: si aquél, siendo tan canalla, atiende a la viuda porque se lo pide hasta hartarlo, ¿cómo no hará caso nuestro Padre celestial a las súplicas que le dirigimos, si Él es infinitamente bueno y generoso?
Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?».

Y con esta pregunta nos alerta a todos: no debemos renunciar a la oración incluso si no se obtiene respuesta. La oración conserva la fe, sin la oración la fe vacila. Pidamos al Señor una fe que se convierta en oración incesante, perseverante, como la da la viuda de la parábola, una fe que se nutre del deseo de su venida. Y en la oración experimentamos la compasión de Dios, que como un Padre viene al encuentro de sus hijos lleno de amor misericordioso.”




Tal vez nos contentamos con pedirle a Dios una o dos veces aquello que necesitamos, y ya. Pero Jesús nos enseña una cosa muy distinta. Nos viene casi a decir que Dios quiere que lo “hartemos” con nuestras súplicas; que Él quiere que insistamos en la oración y no nos preocupemos si podemos resultarle “cansones”, pues así probamos la fe, la confianza y el amor filial que le tenemos.

VIERNES

“ El día que se manifieste el Hijo del hombre ”i


san Lucas 17, 26-37

Jesús nos habla de un final, un tiempo, un día, en que todos sus hijos e hijas deberemos encontrarnos con él.

Jesus nos llama a despertar nuestras conciencias dormidas, acomodadas, encerradas en un individualismo límite, ¡tomar conciencia! para cambiar nuestras actitudes, pensar y actuar como Dios lo quiere para sus hijos.

 En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Como sucedió en los días de Noé, así será también en los días del Hijo del hombre: comían, bebían, se casaban los hombres y las mujeres tomaban esposo, hasta el día en que Noé entró en el arca; entonces llegó el diluvio y acabó con todos. 

Se nos llama a dejar a un lado nuestro egoísmo, a cambiar de vida y a comprometernos en la construcción del Reino de Dios;

Asimismo, como sucedió en los días de Lot: comían, bebían, compraban, vendían, sembraban, construían; pero el día que Lot salió de Sodoma, llovió fuego y azufre del cielo y acabó con todos. Así sucederá el día que se revele el Hijo del hombre. 

Aquel día, el que esté en la azotea y tenga sus cosas en casa no baje a recogerlas; igualmente, el que esté en el campo, no vuelva atrás.

 Acordaos de la mujer de Lot. El que pretenda guardar su vida, la perderá; y el que la pierda, la recobrará.

el pasaje nos hace un aviso para que siempre estemos preparados, vigilantes… los criterios de Ntro. Señor son diferentes a los que nos presenta el mundo: “el que pretenda salvar su vida, la perderá”, pensar solo en uno, egoístamente, nos conduce al fracaso, nos incapacita para amar, nos aleja de gozar en el tesoro que nos ofrece el Señor que es Él mismo

 Os digo que aquella noche estarán dos juntos: a uno se lo llevarán y al otro lo dejarán; estarán dos moliendo juntas: a una se la llevarán y a la otra la dejarán». 

Ellos le preguntaron: «¿Dónde, Señor?». Él les dijo: «Donde está el cadáver, allí se reunirán los buitres».


Sin embargo, aquel que tiene la dicha de acoger la Palabra de Dios, que nos habla de entrega, de ofrecimiento, de darse, de configurarse con la vida de Cristo, en definitiva, que lo que te mueva es la acogida de su amor, y ese mismo amor comienza a actuar en tí, y con ese amor te lleva al encuentro con el otro, no teorizando sino amando.
San Juan en su carta nos dice; Sabe que Dios es amor, sabe que Jesús, su Hijo, es también amor. y sabe que todos los hombres, creados a imagen y semejanza de Dios, somos también amor,

JUEVES

“ ¿Cuándo va a llegar el reino de Dios? ”



san Lucas 17, 20-25


 En aquel tiempo, los fariseos preguntaron a Jesús: «¿Cuándo va a llegar el reino de Dios?».ç

“El Reino de los cielos es ya una realidad”. El reino ya se ha iniciado pero no ha llegado a su plenitud, ya ha comenzado, se encuentra dentro de nosotros, empezamos a gozar signos de su presencia, en donde el amor, la alegría y la paz son una verdadera realidad.

 Él les contestó: «El reino de Dios no viene aparatosamente, ni dirán: “Está aquí” o «“Está allí”, porque, mirad, el reino de Dios está en medio de vosotros».

Está realizándose en nosotros. Ni siquiera somos nosotros los que lo realizamos, sino que es Dios quien reina cuando sometemos nuestra libertad, memoria, entendimiento y voluntad a la del Padre.

Necesitamos mirada de fe para percibir en la cotidianidad, la presencia de Dios y los signos de su reino.

 Dijo a sus discípulos: «Vendrán días en que desearéis ver un solo día del Hijo del hombre, y no lo veréis. 

Pero la respuesta del Maestro supera esa escala y la trasciende, al llevar el cumplimiento del reino de Dios al corazón de cada discípulo que lleva a cabo la voluntad del Padre.

Entonces se os dirá: “Está aquí” o “Está allí”; no vayáis ni corráis detrás, pues como el fulgor del relámpago brilla de un extremo al otro del cielo, así será el Hijo del hombre en su día.

Pero primero es necesario que padezca mucho y sea reprobado por esta generación».

Se trata de un reino íntimo, personal y ajeno a manifestaciones externas como podríamos imaginar siguiendo el razonamiento farisaico. Y, de camino a Jerusalén, les anuncia que habrá de sufrir. No por gusto, sino por cumplir la voluntad del Creador. 

El sufrimiento no es grato para nadie. En absoluto. Pero el ejemplo redentor de la cruz es el que lo dota de un sentido trascendental en el que Dios reina. Evangelio palabra de Dios

Aceptar el sufrimiento como compañero de camino, a Ntro. Señor no se le quitó: «antes tiene que padecer mucho y ser reprobado por esta generación». No nos dice nada el Señor que Él no haya vivido. Su inmolación en la cruz, es el culmen de toda su vida siempre “donada”. Cristo se ha “expropiado” de sí para mostrar a Dios Amor. 


Él cargó con su cruz, que era la nuestra. La fuerza de la Cruz, procede de la humillación y aniquilamiento, “como el grano de trigo que muere”. Vivir el sufrimiento transformado en donación.

MIÉRCOLES

“ ¿Dónde están? ”




san Lucas 17, 11-19


 Una vez, yendo Jesús camino de Jerusalén, pasaba entre Samaría y Galilea. Cuando iba a entrar en una ciudad, vinieron a su encuentro diez hombres leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos le decían:

 «Jesús, maestro, ten compasión de nosotros». 

Al verlos, les dijo: «Id a presentaros a los sacerdotes». Y sucedió que, mientras iban de camino, quedaron limpios. 

La curación no fue instantánea,sino hasta después de comenzar a obedecer la orden de Jesús. Allí se percibe una prueba y exigencia de la fe. Los leprosos creyeron en la palabra de Jesús, y en el camino consiguieron su purificación

Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos y se postró a los pies de Jesús, rostro en tierra, dándole gracias.

Al verse curado, uno de los leprosos –“y éste era samaritano”,su-braya Lucas– regresó donde Jesús. Aquel samaritano estaba excluido de la comunidad no sólo por su lepra, sino también por ser un extranjero, y ser ¡un samaritano!

 Este era un samaritano. Jesús, tomó la palabra y dijo: «¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha habido quien volviera a dar gloria a Dios más que este extranjero?». 

el samaritano había experimentado en su interior una nueva relación con Dios, que lo había sanado, liberado y salvado a través de Jesús

Lucas aprovecha siempre la ocasión para inculcar en sus lectores la obligación de glorificar y alabar a Dios por sus beneficios

Y le dijo: «Levántate, vete; tu fe te ha salvado».



Dios es tan misericordioso con nosotros que nos concede nuestras peticiones. 

¿Somos capaces de saber decir gracias? ¿Cuántas veces nos decimos gracias en familia, en la comunidad, en la Iglesia? ¿Cuántas veces damos gracias a quien nos ayuda, a quien está cerca de nosotros, a quien nos acompaña en la vida? Con frecuencia damos todo por descontado. Y lo mismo hacemos también con Dios. Es fácil ir al Señor para pedirle algo, pero regresar a darle las gracias… Por eso Jesús remarca con fuerza la negligencia de los nueve leprosos desagradecidos: «¿No han quedado limpios los diez? Los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios?».

MARTES

“ Hemos hecho lo que teníamos que hacer ”




san Lucas 17, 7-10

El evangelio de hoy recoge una última recomendación: que seamos conscientes de que todo es gracia, todo es don de Dios.

Y nos hace caer en la cuenta que para el seguidor de Cristo hay dos pilares fundamentales: la humildad y el servicio.

 En aquel tiempo, dijo el Señor: «¿Quién de vosotros, si tiene un criado labrando o pastoreando, le dice cuando vuelve del campo: “Enseguida ven y ponte a la mesa”? 

¿No le diréis más bien: “Prepárame de cenar, cíñete y sírveme mientras como y bebo, y después comerás y beberás tú”? 


“una enseñanza de humildad, pero que está estrechamente ligada a la fe. Jesús nos invita a ser humildes y pone el ejemplo de un siervo que ha trabajado en el campo. Cuando regresa a casa, el patrón le pide que trabaje más.

 Según la mentalidad del tiempo de Jesús, el patrón tenía pleno derecho a hacerlo. El siervo debía al patrón una disponibilidad completa, y el patrón no se sentía obligado hacia él por haber cumplido las órdenes recibidas. Jesús nos hace tomar conciencia de que, frente a Dios, nos encontramos en una situación semejante: somos siervos de Dios; no somos acreedores frente a él, sino que somos siempre deudores, porque a él le debemos todo,

¿Acaso tenéis que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado?

Aceptar y hacer su voluntad es la actitud que debemos tener cada día, en cada momento de nuestra vida. Ante Dios no debemos presentarnos nunca como quien cree haber prestado un servicio y por ello merece una gran recompensa

 Lo mismo vosotros: cuando hayáis hecho todo lo que se os ha mandado, decid: “Somos siervos inútiles, hemos hecho lo que teníamos que hacer

Si hacemos cada día la voluntad de Dios, con humildad, sin pretender nada de él, será Jesús mismo quien nos sirva, quien nos ayude, quien nos anime, quien nos dé fuerza y serenidad.”

Sin embargo, no somos esclavos o criados de Dios.

 Dios nos ha hecho libres, respeta nuestra autonomía y cuenta con nosotros para que libremente colaboremos con él en la historia del mundo. Y nos quiere activos en esa necesaria tarea.


La expresión con la que termina el pasaje: “pobre siervo”. Es toda una llamada para entender la vida como servicio, el que ama entiende de entrega, sabe de olvido de sí, quiere agradar al amado, desea hacer de su vida un ofrecimiento, una donación, un darse. Ya que al servir crece nuestra capacidad de amar, es todo lo contrario de pensar en uno mismo, va alejándose del egoísmo, nos pone delante las necesidades de los demás

 LUNES

“ No convirtáis en un mercado la casa de mi Padre ”


según san Juan 2, 13-22 

En el Evangelio de hoy se hace referencia al Templo. El Templo de Jerusalén evocaba la presencia de Dios en medio de su pueblo, es un signo de esa elección de Dios, un espacio sagrad

El evangelista San Juan nos presenta, en la inauguración de su ministerio la acción profética de Jesús de la purificación del Templo de Jerusalén

Se acercaba la Pascua de los judíos y Jesús subió a Jerusalén. 

 Debido a la Pascua que atraía miles y miles de peregrinos, se instalaba un negocio de venta de animales para los sacrificios y cambio de monedas dentro del Templo (en el atrio de los gentiles);

Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo: «Quitad esto de aquí: no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre». 

 Esta situación irrita al Señor que procede a la expulsión de los mercaderes y de los animales, de esta manera indica que ya no son necesarios porque el único sacrificio que vale es el del mismo Jesús.

Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: «El celo de tu casa me devora». 

Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron: «¿Qué signos nos muestras para obrar así?». 

Jesús contestó: «Destruid este templo, y en tres días lo levantaré». 

 El Maestro se presenta como el Hijo y por lo tanto como el Señor y Dueño del Templo, por eso actúa con autoridad; pero, en realidad lo que hace no es purificar, sino sustituir el Templo; a partir de ahora el Templo no es el edificio de piedra, sino el mismo Señor: Jesús es el Templo donde encontrarnos con Dios.

Los judíos replicaron: «Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?». 

Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Y cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y creyeron a la Escritura y a la palabra que había dicho Jesús.


La liturgia de la Palabra en la Eucaristía otorga a este domingo: la dedicación de la basílica de Letrán. Con esta fiesta la Iglesia quiere conmemorar la importancia del templo, el material y el espiritual, en el ámbito de nuestra fe cristiana y San Juan de Letrán es la catedral de la diócesis de Roma desde el mismo inicio del cristianismo y ciudad, como sabemos, centro de nuestra fe.




DOMINGO


“ Velad, porque no sabéis el día ni la hora ”






Las lecturas de hoy nos invitan a estar vigilantes (Evangelio), con las lámparas encendidas ante la inminente llegada del Señor. Él-está-con-nosotros, pero la hora de su llegada definitiva para cada uno en particular, no la sabemos.

san Mateo 25, 1-13 

El tema principal de esta parábola es la necesidad de estar preparados en todo tiempo como hijos de Dios para la llegada del Señor Jesucristo desde los cielos, para traer el juicio a las naciones, y la entrada culminante al reino eterno.

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «Se parecerá el reino de los cielos a diez vírgenes que tomaron sus lámparas y salieron al encuentro del esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco eran prudentes.

 Las necias, al tomar las lámparas, no se proveyeron de aceite; en cambio, las prudentes se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas. 

Las cinco prudentes representan aquellos que hacen la voluntad de Dios esperando el novio, acorde al mandamiento dado por el Señor Jesucristo, y las cinco insensatas son los que no están preparados para la venida del Señor, pues se quedan estancados en no hacer la voluntad de Dios

El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron. 

A medianoche se oyó una voz: “¡Qué llega el esposo, salid a su encuentro!”.

 Entonces se despertaron todas aquellas vírgenes y se pusieron a preparar sus lámparas.

 Y las necias dijeron a las prudentes: “Dadnos de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas”.

Cuando las insensatas pidieron aceite a las prudentes, y ellas les dijeron que fueran a comprar, no es que ellas fueran egoístas. 

Nos llama la atención que no quisieran compartir un grupo con el otro que les faltaba el aceite. ¿qué representa este “aceite” para despertar ese actuar de las vírgenes llamadas prudentes? S. Agustín y otros padres de la iglesia ven en él un símbolo del amor, que no se puede comprar, y es intransferible, yo no puedo amar por ti, cada uno responderemos de nuestras acciones, y como nos recuerda S. Pablo en el himno de la caridad, si me falta el amor, no me sirve, no es grato a Dios, aunque pudiera estar en el grupo que sale en búsqueda del esposo, si me falta el aceite, me falta el mandamiento nuevo, el que cumple toda la ley y los profetas, del que seré examinado en mi encuentro con Él

 Pero las prudentes contestaron: “Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis”. 

Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta. 

Más tarde llegaron también las otras vírgenes, diciendo: “Señor, señor, ábrenos”. Pero él respondió: “En verdad os digo que no os conozco”. Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora».

Si nuestra fe no se materializa en una entrega por amor, algo esta fallando. Que no nos falte el amor, aunque siempre andamos faltos de amar más y mejor. Que no tengamos que oír de boca de Ntro. Señor: No os conozco.

La lámpara es el símbolo de la fe que ilumina nuestra vida, mientras que el aceite es el símbolo de la caridad que alimenta y hace fecunda y creíble la luz de la fe. La condición para estar listos para el encuentro con el Señor no es solo la fe, sino una vida cristiana rica en amor y caridad hacia el prójimo. […] La fe inspira a la caridad y la caridad custodia a la fe.”


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