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jueves, 26 de noviembre de 2020

NUEVE DÍAS DEDICADOS A LA VIRGEN DE LA MEDALLA MILLAGROSA


SU FIESTA EL 27 DE NOVIEMBRE 




Oh, Inmaculada Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra, al contemplarte de brazos abiertos esparciendo gracias sobre aquellos que te las piden. 

2 Inunda de paz nuestros corazones y consolida nuestro amor por Jesucristo.

Oh María sin pecado concebida rogar por nosotros que recurrimos a vos.

3  Que nuestra forma de amar sea, amar a los demás como Tu Hijo amaba sin mirsr a quien y sin mirar cuanto.

 Oh María sin pecado concebida rogar por nosotros que recurrimos a vos.

4 Virgen y Madre Inmaculada, mira con ojos misericordiosos al hijo que viene a ti, lleno de confianza y amor, a implorar tu maternal protección y a darte gracias por el gran don celestial de tu bendita Medalla Milagrosa.

 Oh María sin pecado concebida rogar por nosotros que recurrimos a vos.

5 Para que María a manos llenas derrrame  sobre nosotros lo que más necesitamos para ser felices y dar gloria y alabanza a Dios.

 Oh María sin pecado concebida rogar por nosotros que recurrimos a vos.

6 Virgen y Madre Inmaculada, mira con ojos misericordiosos al hijo que viene a ti, lleno de confianza y amor, a implorar tu maternal protección y a darte gracias por el gran don celestial de tu bendita Medalla Milagrosa.

 Oh María sin pecado concebida rogar por nosotros que recurrimos a vos.

7 Que nuestra forma de amar sea, amar a los demás como Tu Hijo amaba sin mirar a quien y sin mirar cuanto.

Oh María sin pecado concebida rogar por nosotros que recurrimos a vos.

8  Virgen y Madre Inmaculada, mira con ojos misericordiosos al hijo que viene a ti, lleno de confianza y amor, a implorar tu maternal protección y a darte gracias por el gran don celestial de tu bendita Medalla Milagrosa.

Oh María sin pecado concebida rogar por nosotros que recurrimos a vos.

9 Creo y espero en tu Medalla, Madre mía del Cielo, y la amo con todo mi corazón, y tengo la plena seguridad de que no me veré desatendido. Amén.

Oh María sin pecado concebida rogar por nosotros que recurrimos a vos.


La paz, como el amor, es un fruto de nuestra unión con Dios. La Virgen María es la Reina de la paz, da la paz al alma que acude a ella por la devoción, construye la paz en los hogares que la invocan y por ella la sociedad llegará a una paz duradera


María oraba y meditaba el mensaje de salvación de Dios a su pueblo. La Palabra de Dios nos habla, nos cuestiona, nos alienta; por lo tanto es preciso leerla, meditarla y vivirla con fidelidad.




La misión de la Madre de Jesús no consistió sólo en traerlo físicamente a este mundo, sino en mostrar su verdadero espíritu, que Cristo imprimió fuertemente en el alma de su Madre. Esa es la misma misión que tenemos que cumplir todos los bautizados.


Toda comunidad debe tener una cabeza y un corazón: la comunidad cristiana tiene a Jesucristo como cabeza y a María como corazón. Si quieres que tu apostolado sea fecundo y que el cansancio no te venza, ponte siempre bajo la protección de María.



Ninguna realidad puede causar en nosotros una alegría tan sentida y tan duradera como la de sabernos hijos de Dios e hijos de María. Ten presente a María en todos los momentos de tu vida. Si vas con ella, no te desviaras.



El Espíritu de Dios condujo a María a la realidad de la redención. Como María, el cristiano que se deja conducir por el Espíritu Santo, llegará a una eminente santidad y la luz de la fe lo iluminará para conocer las cosas de Dios y gustar de ellas.





En su vida, María se preocupaba más por amar que por comprender, vivía todo en la dimensión del amor. 

¡Qué distinta sería nuestra vida cristiana si en todo nos moviera clamor, si el amor fuera la explicación de nuestras actitudes y reacciones!


Meditación: María creyó en su Hijo, Jesús, en todo momento, aún crucificado y muerto. 

Cree en Dios, en el amor de Dios, y cree cuando las cosas te salgan bien y cuando te salgan mal. Que nada te haga dudar del amor de Dios.



Con la pandemia nos hemos hechos desconfiados los unos con los otros. Como si los demás tuvieran la culpa.

Como dice el Evangelio hoy tenemos que confiar más en Dios y en su providencia. quien confia en Dios tiene la seguridad que Dios le acompaña en toda la circunstancia de su vida.

Cuando María recibió el anuncio del ángel y aceptó los planes de Dios, no conocía muchos detalles, pero se puso ciegamente en las manos de su Señor. Ese será el mérito de nuestra fe: confiar plenamente en la bondad y providencia divinas.

María confia en Dios y solo dijo: Aquí esta la esclava del Señor

En este primer día imitamos a María y confiemos en Dios como Ella.

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