LAS VIDRIERAS
Una de las joyas indiscutibles de la Catedral de León son sus vidrieras, que le dan ese aura tan especial.
En total, 130 ventanales y 3 rosetones, que cubren 1.800 metros cuadrados. Todas policromadas, con toda clase de motivos, de origen medieval y entre las mejores del mundo. Especialmente bonito es el rosetón central, compuesto por 97 piezas, en total unos 30 metros cuadrados. Data del siglo XII y su composición, una representación del Juicio Final, impresiona, especialmente cuando es traspasada por las últimas luces de la tarde.
Conservadas la mayoría de las originales, hecho extraño en catedrales de esta época, fueron construidas entre los siglos xiii y xvi. La técnica de la vidriera tiene su origen, según se cree, en la cultura musulmana.
De ella fue tomada por el arte cristiano, que los utilizó desde el siglo xi para alcanzar su auge dos siglos más tarde. En el siglo xvi entró en una total decadencia, y más tarde, con la pérdida de interés por lo medieval, los vitrales fueron eliminados de muchos templos. Esto, junto con la fragilidad propia del vidrio, es la causa de que se conserven tan pocas colecciones
Claristorio, triforio y ventanales bajos de la catedral de León.
Los ventanales del claristorio son temas bíblicos.
Los ventanales del triforio son escudos que representan la nobleza y los ventanales inferiores representas temas vegetales.
Están construidas en tres etapas distintas. Las vidrieras góticas, construidas entre los siglos XIII y XV, siendo estas la mayoría de la catedral, destacando las de la zona superior.
Las vidrieras renacentistas, construidas en la segunda mitad del siglo XVI
Su estilo es muy diferente, siendo más una pintura sobre vidrio que una composición, y también son de gran calidad. Destacan algunas de las capillas de la girola y las de la capilla de Santiago. Durante los siglos posteriores, no se realizaron nuevas vidrieras, debido a la decadencia de este arte, y los maestros vidrieros se dedicaron a duras penas a mantener los existentes.
y las vidrieras neogóticas realizadas en las restauraciones del siglo XIX imitando las auténticas góticas.
Realizadas a finales del siglo xix durante las grandes restauraciones por maestros vidrieros al estilo medieval, imitando las de estilo gótico. Su trabajo fue tan concienzudo que es muy difícil distinguir a simple vista las realizadas en esta época a las realizadas en época medieval. Corresponden a la mayoría de las del triforio y las partes inferiores de las vidrieras de las naves laterales, además del rosetón del sur. Aparte, se realizó una gran restauración de todas las vidrieras del templo, deterioradas con el paso de los siglos, recomponiendo los vidrios rotos o perdidos.
Estas están tan bien realizadas que son difíciles de distinguir a simple vista de las antiguas medievales. Estamos ante una auténtica obra maestra en lo que a vidrieras se refiere, tal es así, que la catedral de León es gracias a sus vitrales una de las catedrales góticas más importantes del mundo.
Vista de las vidrieras de la cabecera y el crucero sur, con el sol proyectándose sobre ellas.
También destacan las vidrieras de la Capilla Mayor y la de Santiago y las del transepto norte. Y no son sólo preciosas, como todo el templo están llenas de simbolismo. En general persiguen transmitir un mensaje claro, Dios es Luz (idea típica del gótico), con todo pensado al milímetro. Por ejemplo, si uno se fija nota rápidamente que en varias de ellas lo vegetal se encuentra en las partes bajas, justo encima vemos símbolos de la nobleza y el clero y en las partes más altas los personajes bíblicos, lo más cercanos al cielo.
Vidrieras destacadas
Se cree que una vidriera, llamada "la cacería", no fue hecha para el edificio y procede de un palacio real. Puede verse en el muro norte de la nave central.
Es el quinto gran ventanal superior comenzando a contar por los pies de la iglesia. Su nombre alude a los distintos jinetes y hombres armados dispuestos para la caza que en ella puede verse. Además, contiene otras escenas que representan algunas ciencias, entre ellas la de la alquimia, ciencia medieval con la que se creía relacionada con los constructores de catedrales.
Junto con la cacería, otras vidrieras del siglo xiii, más o menos restauradas, se diseminan por los ventanales, destacando las rosas situadas en los ventanales de las capillas del ábside. Destaca también aquí, por su originalidad, la vidriera de Simón el Mago, de temática profana.
También destacan las apariciones de reyes en los ventanales, sobre todo Alfonso X el Sabio, en cuyo reinado se inicia la catedral.
De espectacular efecto por sus brillantes tonos azules son los ventanales más altos de la nave central en el lado norte, sobre todo encima del coro, realizadas a principios del siglo xiv. Detalle de dos vidrieras del claristorio en la parte norte. Detalle de la vidriera de Simón el Mago.
El gran rosetón occidental se realizó a finales del siglo xiii, y fue bastante restaurado a finales del siglo xix. En su centro, aparece la Virgen con el Niño, rodeado por doce ángeles a su vez sucedidos por motivos ornamentales.
Frente a este gran rosetón occidental, al otro lado de la iglesia, en el centro del ábside, se alza en "árbol de Jesé", realizado en la misma época, representando el árbol genealógico de Cristo.
El rosetón del lado norte es del mismo período, aunque con añadidos del siglo xv. En el centro aparece Cristo, rodeado por doce formas de rayos de luz, a su vez rodeadas por doce músicos.
El rosetón del sur fue realizado en su totalidad a finales del siglo xix, debido a la pérdida del anterior con motivo de los cambios de fachada. Es una copia de los motivos temáticos del lado norte, esta vez con la Virgen presidiendo el centro rodeado por los rayos de luz y los músicos.
A partir del siglo xvi, el arte de la vidriera empezó a decaer, y se transformó en poco más que pintura sobre vidrio. Las grandes restauraciones del siglo xix, dejando de lado cierta falta de rigor, tuvieron el valor de resucitar temporalmente la técnica medieval de su elaboración, hasta entonces caída en el olvido.
Es importante también el efecto día en las vidrieras, teniendo en cuenta que en sol sale por el este (vidrieras del ábside), ilumina las naves (durante el día) y se pone por el oeste (rosetón occidental), por tanto la incidencia de la luz en los ventanales va a variar según en momento del día. El brillo de las vidrieras puede cambiar también en función de la meteorología, entrando más cantidad de luz en los días más luminosos y menos en los más oscuros o nublados.
Si las vidrieras son objetos signos de ser admirados como unidades aisladas, su efecto en conjunto con la arquitectura ojival hace de esta catedral una de las construcciones más espirituales jamás diseñada.
Detalle de dos vidrieras del claristorio en la parte norte.
En su época de esplendor no se tenían como meros elementos decorativos, sino que eran una parte fundamental de edificio. La técnica del arbotante permitía prácticamente eliminar los muros como elemento de sostén, por lo que se podían perforar para abrir grandes ventanales, que recubiertos con vidrieras, daban al templo una mágica apariencia.
https://www.slideshare.net/irichip/interior-catedral-de-len
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