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lunes, 12 de octubre de 2020

LA VIRGEN MARÍA Y SANTIAGO APÓSTOL

LA TRADICIÓN VINCULA A LA VIRGEN MARÍA  CON EL APÓSTOL SANTIAGO

La tradición vincula en esta historia a la Virgen María con el apóstol Santiago





Santiago el Mayor,era hermano de San Juan, los “hijos del trueno”, como los llamaba Jesús por su vehemente carácter.

 Fue uno de los tres apóstoles “íntimos de Jesús”. Fue uno de los primeros convocados al grupo apostólico y estuvo junto al Maestro en momentos clave de su vida, como la Transfiguración o Getsemaní, junto con Pedro y su hermano Juan.

 Como los demás apóstoles, tras recibir el Espíritu Santo en Pentecostés, fue enviado a evangelizar. Según la tradición, su destino fue, cruzando en barco todo el Mediterráneo, España, entonces Hispania, provincia romana.



Santiago vino a España.

 No murió entonces, sino tras sufrir martirio en Jerusalén, como atestiguan los Hechos de los Apóstoles (Hch 12,2), adonde volvió, según los evangelios apócrifos, para estar junto a la Virgen María y los demás apóstoles en el momento de su dormición, deseo del mismo Jesús, imposible debido a la gran dispersión en que se hallaban los doce por todo el mundo conocido, pero que se hizo realidad a través de múltiples milagros y apariciones marianas. 



Tan aguerrido y fiel apóstol quiso llegar, siguiendo el mandato de Jesús de llevar el Evangelio “hasta los confines de la Tierra”, al “Finis Terrae” (hoy cabo de Finisterre), considerado como “el fin de la Tierra” en la geografía latina y precolombina.

| Al parecer, con su predicación en Galicia fundó una pequeña comunidad, de la que existen indicios arqueológicos. Allí escogió, para que prosiguieran su misión, a los famosos “Siete Varones Apostólicos”. 


Anunciar el Mensaje de Jesús les estaba resultando un tanto difícil, Hispania  ofrecía   resistencia y rechazo a su predicación conforme avanzaban hacia el noroeste por la cuenca del Ebro que, desalentados por la falta de frutos pese a sus denodados esfuerzos, sintieron la insidiosa y lógica tentación de arrojar la toalla y volverse por donde habían venido.


 Justo en esos momentos, intervino María, que vivía entregada en cuerpo y alma a los apóstoles.



Antes de su dormición y asunción, sobre el año 40 y “en carne mortal”, Nuestra Señora se apareció al atribulado grupo sobre una columna de jaspe en Zaragoza, sobre el famoso “pilar” que ha dado nombre a su advocación como “Virgen del Pilar”, la “Pilarica”.



 Con su presencia les dio los ánimos que necesitaban para perseverar pese al aparente fracaso. Siguieron adelante

 Gracias a la Virgen María, aquel grupo de misioneros inició la evangelización de España y España, más tarde, la del mundo entero. 



La “Pilarica” que fue proclamada por Juan Pablo II “Estrella de la Nueva Evangelización”.

Ella fue la primera en acoger el Evangelio, la Buena Nueva.

Ella con su forma de ser conquistó el corazón de Dios y en su seno físico gestó a Jesús.

Nosotros teniéndola  a ella como  referente también podemos agradar a Dios  para que Jesús nazca en nuestro corazón.

La "Pilarica " valor,  fuerza e incluso esperanza.

Santiago y sus discípulos vivieron momentos difíciles hasta el punto de tirar la toalla, Recurrieron a María y les dio valor, fuerza y esperanza.

Nosotros en esta nueva normalidad producida por la pandemia nos sentimos derrotados, nos faltan las sonrisas, los abrazos, los amigos y ya no decimos nada de  las personas que han perdido los trabajos.

Imitemos a Santiago y pidanos auxilio a María, Nuestra Madre, nos dará fuerza, valor e incluso esperanza.




se constituyó para siempre en base sólida en la que sustentarnos cuando todo viene en contra, cuando ya no podemos más, cuando se nos quiebra el valor, la fuerza e incluso la esperanza.


 Bajo su amparo podremos recobrar siempre el consuelo y la “parresia”, esto es, el coraje para perseverar aun cuando nos acogoten las dificultades. Que hoy sea un día santo en el que, además de disfrutar del necesario asueto, acudamos a la Santísima Virgen y hallemos en ella el pilar, la columna indestructible de donde partir con renovadas fuerzas, cada cual a su misión. 

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