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martes, 1 de septiembre de 2020

ORFEBRERIA


La catedral cuenta con una impresionante colección de piezas de platería, una de las más ricas y notables de España. 

Junto a las piezas propias de la catedral, se encuentran las que en su recinto componen la colección del Museo Diocesano de Orfebrería - localizado en la antigua Cillería - procedentes de diversos puntos de Navarra.

 La entronización de linajes y dinastías francesas en el Reino de Navarra, desde 1234 hasta 1512, explica la existencia en el tesoro de destacadas piezas de orfebrería francesa, como el relicario del Santo Sepulcro que contiene el Santo Sudario o el del Lignum Crucis. 

Es también importante la procedencia de talleres navarros, hispánicos preferentemente de talleres madrileños y americanos. 

 El relicario del Santo Sepulcro,


en plata y cobre sobredorados con esmaltes, debe considerarse como la pieza más sobresaliente del tesoro catedralicio, no existiendo en Francia una obra equiparable a ésta, considerándose próximo el relicario de la basílica de Santo Domingo de Bolonia, mandado ejecutar por el rey Philippe IV "le Bel" (1268-1285-1314) tras la canonización de su abuelo el rey San Luis.

Procede de la corte francesa, creyéndose que fue posiblemente el regalo de boda que hizo el rey San Luis (1214-1226-1270) a su hija Isabelle (1242-1271) con motivo de su matrimonio en 1255 con el rey de Navarra y V conde de Champagne, Teobaldo II (1238-1253-1270). 

 Algunos expertos, principalmente franceses, han propuesto una elaboración de finales del siglo XIII o principios del XIV, a instancias de la reina de Francia y de Navarra Juana I que había casado en 1284 con el futuro rey Philippe IV "le Bel", o por encargo de su hijo primogénito Luis I de Navarra (Louis X "le Hutin"), quien vino a coronarse a la catedral de Pamplona en 1307. Se conserva en el Museo Diocesano de Orfebrería en una dependencia con acceso desde el claustro de la Catedral.  

El relicario del Lignum Crucis

es también de origen parisino y se fecha a principios del siglo XIV, incorporando más tarde dos cruces gemelas a principios del siglo XV, cruces que había regalado el erudito emperador bizantino Manuel II Paleólogo (1350-1391-1425) a Carlos III el Noble (1361–1387–1425) para conseguir la colaboración del rey de Navarra en la liberación de Constantinopla de la dominación turca. 




Las cruces recibidas contenían las reliquias de la Vera Cruz y de la Túnica de Cristo. La pieza es de plata sobredorada con esmaltes translúcidos de color verde, azul y rojo. Tiene forma de templete gótico. Se conserva en el Museo Diocesano de Orfebrería.

El relicario de la Santa Espina 

se fecha a principios del siglo XV y procede de talleres navarros. 

Realizado también en plata sobredorada, consiste también en un templete de planta central sobre base de madera centrado por dos contrafuertes que culminan en pináculos. Entre ellos se inscribe la portada, de arco escarzano inscrito en un conopial. 

Culmina el templete un fanal prismático del siglo XVII que contiene la Santa Espina. Se conserva en el Museo Diocesano de Orfebrería.

Otros relicarios de la catedral son el de San Fermín (primera mitad s. XVI), con motivos de "moresco" renacentista, que se conserva en el Museo Diocesano de Orfebrería;

 de Santa Úrsula, renacentista, de 1548; 

de San Blas, de hacia 1600; de San Exuperio, que hace pareja con el anterior; 

de los Reyes Magos, tipo ostensorio, de finales del siglo XVI; 

de Santa Catalina, también tipo ostensorio; 

de San Francisco Javier (expuesto en la catedral en el V centenario del Santo), entre otros.



La época del Renacimiento está ampliamente representada en la colección, destacando principalmente la Custodia catedralicia


en plata sobredorada, de hacia 1540-1550 y el Evangelario - anterior a 1554 - 


con guardas de plata sobredorada sobre alma de madera, en el que juraban los obispos de Pamplona, custodiándose en el Museo Diocesano de Orfebrería.


Piezas bien representativas de la fase Purista son el Templete de plata y la Cruz procesional catedralicia,



de la primera mitad del siglo XVII, con crucero circular, ensanches ovales y rectángulos resaltados en los brazos que rematan en octógonos.


Es muy elevado el número de piezas que pertenecen al Barroco así como piezas Neoclásicas. Es extenso el inventario de acetres, báculos, bandejas, blandones, numerosos cálices y copones, campanillas, candelabros, crucifijos de altar, cruces procesionales, custodias, escribanías, evangelarios, hostiarios, navetas, ostensorios, palmatorias, relicarios, sacras y vinajeras. 

 El Templete es una de las piezas más importantes de la colección.

Fue estrenado en la procesión del Corpus de 1598. 

Estaba destinado a ir colocado permanentemente en el hueco semicircular que tenía el retablo mayor catedralicio donde, al igual que el El Escorial, cobijaría el ostensorio de las celebraciones eucarísticas. Se trata de un templete de plata de gran clasicismo.

 De planta central - cuadrada con ángulos achaflanados - sobre un basamento se alza un cuerpo único de columnas dóricas toscanas y fustes estriados que descansan sobre pedestales cúbicos. 

  

Por encima de los capiteles corre un friso dórico y sobre él una cornisa culminada en pirámides herrerianas y bolas.

 Corona el conjunto una media naranja con radios y una pequeña linterna rematada con la figura de la fe.

 En el siglo XVIII se introdujeron algunas reformas que trastocaron la estructura original. El lenguaje ornamental es propio del purismo a base de espejos ovales, cartelas, ces, frutos, hermes y guirnaldas. En él se desarrolla un amplio programa con escenas de contenido eucarístico.


En el Museo Diocesano de Orfebrería se encuentran otras numerosas piezas de orfebrería, muchas de ellas procedentes de diversas iglesias de Navarra, entre ellas un copón de plata dorada, s. XV-XVI;



 un marfil con marco de plata de Santa Cecilia, s. XVI;


 un crucifijo de marfil; 


una cruz procesional de plata parcialmente dorada procedente de la parroquia de San Juan Bautista de Pamplona, último tercio s. XVI, entre otras piezas.



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