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sábado, 11 de abril de 2020

EL DOLOR DE LA MUERTE DE SU HIJO


Una madre que ha seguido a su Hijo con la Cruz a cuesta.





 Una madre que ve morir a su Hijo. Que lo ve morir de esa manera. Que lo ve morir en esas circunstancias....

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Nunca podemos ni remotamente sospechar lo que significó de dolor para su corazón de Madre el contemplar, en silencio, la pasión y la muerte de su hijo.

Ella, que sabía perfectamente quién era Él.




Ella que humanamente habría querido anunciar a voz en grito la nefanda tragedia de aquel gesto deicida, en un intento de arrancar a su Hijo de las manos de sus verdugos. Ella, que en último término habría preferido suplantar a su Jesús...


Ella tuvo que callar, y sufrir, y obedecer. Esa era la voluntad de Dios. Y con el corazón sangrante y desgarrado, de pie ante la cruz, María repitió una vez más, sin palabras, en la más pura de las obediencias, "hágase tu voluntad"



¡Hasta dónde tuvo que llegar María en su amor de Madre! ¿De verdad no habrá amor más grande que el de dar la propia vida?





Son una y la misma cumbre del amor y la cumbre del dolor. Y en lo alto de esa cumbre, el ejemplo  de nuestra Madre brilla ahora más luminoso aún.






¿Que pequeños somos a su lado! ¿Que son nuestras ridículas cruces frente a ese colmo de su sacrificio? ¿Que raquítico es nuestro amor ante esa cima de su amor!

                         ¡QUIÉN SUPIERA MADRE AMAR ASÍ!

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