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sábado, 16 de junio de 2018
15 DE JUNIO DE 1993
CONSAGRACIÓN DE LA CATEDRAL DE LA ALMUDENA
El Papa, igual que hiciera el pasado lunes en Huelva, insistió en el llamamiento contra la "descristianización" de España y calificó de inaceptable "la pretensión de reducir la religión al ámbito de lo estrictamente privado, olvidando, paradójicamente, la dimensión esencialmente pública y social de la persona humana"
. Estuvieron presentes en la misa de consagración -aunque el término utilizado por el consagrante fue "dedicación"-, el rey Juan Carlos, la reina Sofía y la madre del Rey, doña María de las Mercedes, entre otros miembros de la familia real. También acudieron el presidente del Gobierno en funciones, Felipe González, y su esposa, Carmen Romero; el presidente de las Cortes, Félix Pons; el presidente de la Comunidad de Madrid, Joaquín Leguina, y el alcalde, José María Álvarez del Manzano. Entre los invitados estaban el presidente del PP, José María Aznar; el número tres del PSOE, Txiki Benegas, y el cabeza de lista de CiU en el Congreso, Miquel Roca, así como los ex presidentes del Gobierno Adolfo Suárez y Leopoldo Calvo Sotelo.
Muchos miles de personas siguieron la ceremonia a través de pantallas macroscópicas de televisión desde el exterior de la cátedral, donde se habían dispuesto varios sectores de sillas. Pero el público, preferentemente el joven, ocupaba también los jardines de la plaza de Oriente, donde esperó el comienzo de la ceremonia durante varias horas.
Medalla de oro
La llegada del Pontífice en papamóvil, pasadas las seis menos cuarto, fue saludada con gritos y vítores, que se repitieron cuando Juan Pablo II se detuvo a saludar al público tras cruzar por segunda vez el patio de la Armería, procedente del Palacio Real. Los Reyes lo recibieron al pie de la llamada escalera de embajadores. Tras ese recibimiento, el Pontífice se retiró para vestirse con los ornamentos religiosos. Mientras lo hacía le fue entregada la medalla de oro de Madrid por el alcalde, José María Álvarez del Manzano.
En la ceremonia de consagración participaron el secretario de Estado del Vaticano, cardenal Ángel Sodano; el presidente de la conferencia episcopal, Elías Yanes, y los cardenales españoles: el arzobispo de Madrid, Ángel Suquía, y el de Toledo, Marcelo González Martín, así como los eméritos Vicente Enrique y Tarancón, y Narcís Jubany.
El Papa agradeció al pueblo de Madrid, al Gobierno, a las autoridades locales y a quienes han contribuido a completar, a lo largo de más de un siglo, este templo de 99 metros de longitud por 66 de anchura en el crucero, realizado según un proyecto iniciado en 1944 por los arquitectos Carlos Sidro y Fernando Chueca Goitia. Pero el proyecto originario, también de estilo neogótico y del que sólo llegó a realizarse la cripta, inaugurada en 1911, fue de Francisco de Cubas.
El Papa expresó su agradecimiento al cardenal Suquía, quien inauguró la ceremonia con una breve alocución en la que dijo que "es preciso crecer en la unidad de la fe". Suquía ha sido el principal impulsor de la conclusión de unas obras paralizadas desde 1965, en pleno franquismo, hasta 1984, cuando fueron reactivadas con la ayuda del primer Gobierno socialista.
El coste del proyecto, próximo a los 2.000 millones, fue el motivo principal del desinterés del cardenal Tarancón hacia un templo que consideró superado por los tiempos. Pero el Papa ha apreciado esta inauguración, excepcional en Europa y acogida con protestas por sectores del pueblo español, que señalan otras necesidades prioritarias.
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