DE SANTIAGO HASTA LA COSTA DE LA MUERTE
Aunque todas las rutas Jacobeas terminan en Santiago,
El Camino de Santiago no siempre termina en Compostela. Desde la Edad Media fueron muchos los peregrinos –algunos ilustres, como el erudito clérigo boloñés Doménico Laffi- que, alcanzada la meta apostólica, decidieron continuar travesía hacia el lugar que simbolizaba, hasta el fin del Medievo, el último reducto de la tierra conocida, la punta más occidental de la Europa continental, el tramo final de ese itinerario mítico-simbólico que seguía el rastro marcado por la Vía Láctea y que tenía en elactual Finisterre (antiguo Finis Terrae) su rincón más extremo.
Muchos caminantes sumaban a esta atracción por el fin del mundo la seducción y/o devoción de peregrinar a aquellos lugares donde la tradición situaba prédicas del Apóstol y, la leyenda, alguno de los milagros vinculados a la traslatio jacobea.
En el libro III del Codex Calixtinus, de mediados del siglo XII, que trata sobre la traslación del cuerpo del Apóstol desde Jerusalén a Galicia, aparece citada la ciudad de Dugium - la actual Duio del municipio fisterrano - donde los discípulos piden permiso al prefecto, sin éxito, para enterrar el cuerpo de Santiago.
En el renacer del Camino, a mediados del siglo XX, Luciano Huidobro describe en el tomo III de su consultada obra Las Peregrinaciones Jacobeas todo el viaje desde Santiago hasta Finisterre.
Más actual, de 2010, es el interesante título El Camino al Fin de la Tierra del muxián Manuel Vilar Álvarez, una tesis y recorrido histórico a pie desde Santiago hasta Fisterra y Muxía.
A pesar de que la prolongación cristiana desde Compostela a estos dos importantes focos de espiritualidad arranca poco después del descubrimiento del Apóstol, es a partir del siglo XIII, cuando, sobre todo Fisterra, se convierte en meca de peregrinación, en una travesía, en algunos casos, penitencial.
Y es que entonces los tribunales europeos comenzaron a imponer como penitencia a ciertos reos viajar a lugares santos o remotos en condiciones precarias para saldar sus deudas.
San Andrés de Teixido, también en la provincia de A Coruña, o Fisterra, son dos de esos destinos.
Pero más allá de esta particularidad, el apogeo jacobeo se extiende, como en el resto de las rutas, hasta mediados del siglo XVI, cuando comienza su lento declinar.
Es ahora, en pleno siglo XXI, cuando la ruta recupera progresivamente caminantes y se convierte, sobre todo en verano, en una de las más reclamadas.
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