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martes, 26 de enero de 2016

UN JESUITA AMIGO DE CARLOS V

Fue un  niño fue muy piadoso y deseó convertirse en monje, su familia lo mandó a la corte del emperador Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano Germánico y en 1522 se encontraba en el palacio de Tordesillas para servir a la reina Juana I que estaba recluida ahí



El emperador Carlos V lo nombró gentilhombre de la Casa de Borgoña. En 1529, se acordó su matrimonio con Leonor de Castro, amiga íntima, caballeriza mayor y dama de la reina Isabel.


 Llegó a ser «gran privado» del emperador.
 A finales de 1529 fue nombrado caballerizo mayor de la emperatriz Isabel de Portugal, esposa del emperador Carlos I.
 El 7 de julio de 1530, Carlos V elevó el título de la baronía de Llombay a marquesado.

Isabel de Portugal murió en Toledo el 1 de mayo de 1539 con solo 36 años de edad. Era considerada una de las mujeres más bellas de su tiempo, como lo atestigua un lienzo del Tiziano.


 Esta muerte causó una impresión muy profunda en Francisco de Borja, quien desde entonces la recordó todos los años en su Diario por considerarla la fecha de su conversión:

Por la emperatriz que murió tal día como hoy. Por lo que el Señor obró en mí por su muerte. Por los años que hoy se cumplen de mi conversión. Francisco de Borja

El triste deceso fue el día 1 de mayo al mediodía, y después de las honras fúnebres, las de una Reina, se puso en marcha por orden del Emperador la comitiva que iba a acompañar sus restos mortales hasta Granada, para ser depositados en la Capilla Real, al pie del sepulcro de la Reina Católica, su egregia abuela

 El Emperador, desolado no iría a seguir esta procesión. No iba a escandalizar al cielo y a la tierra con su dolor como había hecho su madre Juana de Castilla, siguiendo, enloquecida, el cadáver de su marido durante un año. Carlos V se refugió en el Monasterio Jerónimo de la Sisla, aislándose en él durante más de un mes.



 Quien sí estaba presente era don Francisco de Borja, Duque de Gandía y Marqués de Lombay[ que tuvo que descubrir y reconocer el cadáver de su Reina.

Después de tantos días de viaje por la estepa castellana y Andalucía, casi en verano, y como consecuencia, seguro, del tipo de enfermedad padecida, el cuerpo se debía hallar en un avanzado estado de descomposición.




Francisco de Borja quedó conmocionado: la belleza y dulzuras de su Señora y Dama, ¿en qué se habían convertido? en una masa infecta de hedor y de ponzoña. Él debía estar ya preparado psicológicamente en sus meditaciones con lo que iba a encontrar, pero desearía quizás contemplar, una vez más, una última vez la imagen corpórea de sus devociones y cortesías… y estaba obligado a ello, pues ésta era una de sus misiones ante el Emperador: certificar que se entregaban a sepultura, en la Capilla Real de Granada, los restos mortales de la Reina.

He traído el cuerpo de nuestra Señora en rigurosa custodia desde Toledo a Granada, pero jurar que es ella misma, cuya belleza tanto me admiraba, no me atrevo. [...] Sí, lo juro (reconocerla), pero juro también no más servir a señor que se me pueda morir


Y aun así, quedó vivamente impresionado, hasta el punto de jurar abandonar el mundo y su vanagloria para entregarse del todo a Dios, si sobrevivía a su esposa.



------La conversión del duque de Gandía, por José Moreno Carbonero (1884), Museo del Prado.

No poco tuvo que ver en esta decisión, además del escenario y la pujanza de su propia alma, el discurso fúnebre que pronunció el beato Juan de Ávila, uno de los oradores sagrados más elocuentes de la historia de España. Así, el caballero renunciaba al mundo, con esta máxima que convertiría en lema de vida: “no servir a señor que se me pueda morir”. Y el celo que aplicó en servir a su Rey, sería dedicado ahora en servir a Dios, Rey de Reyes.

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--------------San Francisco de Borja de rodillas ante el cuerpo de la reina Isabel de ESPAÑA


Su esposa Leonor de Castro falleció el 27 de marzo de 1546 en el Monasterio de San Jerónimo de Cotalba, cerca de Gandía, y en junio de ese mismo año, Francisco decidió entrar en la Compañía de Jesús.
 Ajustó cuentas con sus asuntos mundanos, renunció a sus títulos en favor de su primogénito,

Carlos, e inmediatamente se le ofreció el título de cardenal. Lo rechazó, prefiriendo la vida de predicador itinerante.



 En 1554 fundó en Simancas el primer noviciado de la Compañía en España y se convirtió en el comisario general de los jesuitas en España



Doña Juana estaba encerrada en Tordesilla como consecuencia de su locura, año 1955
 Y su nieto Felipe pidió al ya jesuita, el futuro san Francisco de Borja, que la visitara y averiguara qué había de cierto en todo ello.
 Después de hablar con ella, el jesuita aseguró que las acusaciones carecían de fundamento y que, dado su estado mental, quizá la reina no había sido tratada adecuadamente. Sin embargo en su lecho de muerte se negó a confesarse al serle administrada la extremaunción


 Carlos V, que en 1555, después de haber abdicado al trono,




se había retirado a Yuste, llamó dos veces a aquella soledad a Borja para pedirle consejo.
En la hora de la muerte deseó tenerle a su lado y lo nombró su ejecutor testamentario, junto con su hijo Felipe.


Carlos V recibe a fracisco de Borja en Yuste

 La confianza con que Felipe II y su hermana, la princesa Juana, lo distinguieron, atrajo a Borja la envidia de algunos por participar en el gobierno secretamente.

 y, en 1565, a la muerte del Padre Laínez, Padre General de toda la orden.


 Murió en Roma el 1 de octubre de 1572 y fue canonizado en 1671, celebrándose su fiesta el 3 de Octubre.




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