EN EL NORTE DE HUESCA
En la actualidad, se conocen como "Iglesias del Serrablo" a un conjunto de templos de características muy homogéneas construidos entre mediados del siglo X y el siglo XI en un espacio geográfico muy concreto y reducido, el cual, se sitúa al norte de la provincia de Huesca, en torno al curso alto del río Gállego (principalmente en su margen izquierda) y muy cerca de la pujante localidad de Sabiñánigo.
Este conjunto único de templos ha pasado notablemente desapercibido tanto para historiadores del arte como para el gran público hasta fechas relativamente recientes, en las cuales, gracias a la admirable labor de la Asociación Amigos del Serrablo, han sido restaurados, recuperados de la ruina en los casos que procedía, y puestos en valor, siendo declarados en conjunto Bien de Interés Cultural en 1982.
Conocidas también como "del círculo larredense" por ser precisamente el templo de San Pedro de Lárrede su ejemplo más señero, son aproximadamente entre una quincena y una veintena las iglesias que, con sus distintas variantes, han sido adscritas a esta denominación, situándose en las poblaciones de Lárrede, Oliván, Busa, Orós Bajo, Gavín, Isún de Basa, Susín, Satué, Cartirana, Lasieso, Otal, Espierre, Basarán (hoy en Formigal), Yésero, Lasieso, Arto, Ordovés y Rasal.
Dos teoria: mozarabes o románicas
A grandes rasgos, las opiniones a este respecto se han dividido en dos tendencias principales: por un lado, aquéllas que se inclinan por catalogar estos templos como de factura mozárabe basándose en los indiscutibles rasgos andalusíes que presentan las construcciones; y por otro, aún no negando la posible influencia árabe, quiénes se decantan por definir a estos templos serrableses como de un románico primitivo o protorrománico aragonés influido o desarrollado en paralelo al románico lombardo, presente tanto en Cataluña como en las propias tierras aragonesas.
Características de las iglesias serrablesas
Con sus mínimas variedades estructurales y formales, si por algo se caracteriza el grupo de iglesias llamadas "del Serrablo" o del "círculo larredense" es por su gran homogeneidad en cuanto a fórmulas constructivas y decorativas, algunas de las cuales, pueden ser consideradas únicas dentro del arte medieval peninsular. Coloquialmente, suele decirse de ellas que son iglesias "cortadas por un mismo patrón".
Salvo alguna excepción en la que nos detendremos más adelante como por ejemplo la iglesia de San Pedro de Lárrede, la gran mayoría de templos serrableses responden a la tipología de nave única cubierta con techumbre de madera a dos aguas que desemboca en su correspondiente ábside semicircular con bóveda de horno.
Tan solo aquéllas construcciones más primitivas, quizás por influencia visigótica, presentan aún cabecera cuadrangular, como es el caso de San Bartolomé de Gavín
Por lo general, el muro absidial presenta una inconfundible articulación exterior a base de un friso superior compuesto por baquetones en posición vertical bajo la cornisa de posible herencia árabe, y un registro inferior que ocupa prácticamente toda la superficie del muro y que se configura a base de arcos ciegos apeados sobre lesenas de raigambre carolingia.
Los muros de los templos, prácticamente sin excepción, quedan configurados a base de sillarejo rectangular aparejado a soga y tizón en hiladas regulares.
Uno de los elementos que hacen inconfundibles a estos templos serrableses, en los casos en los que se han conservado íntegras, son sus torres-campanario; las cuales, además de por su esbeltez en proporción al resto de la fábrica, destacan por su latente similitud con algunos minaretes islámicos. A este respecto, existe incluso quien se ha aventurado a relacionarlos de manera inmediata con ciertos alminares sirios, como el de la mezquita de Al-Omaira.
Estas torres, situadas indistintamente al costado norte o al sur de la fábrica, suelen presentar un volumen prismático abierto en su último cuerpo y en sus cuatro frentes mediante vanos bíforos o tríforos de ligera herradura apoyados sobre fustes conformados a base de bloques cilíndricos superpuestos.
Las puertas de acceso, situadas normalmente al costado meridional de las construcciones, presentan por norma general vanos de herradura o falsa herradura enmarcados en pequeños casetones rectangulares ligeramente rehundidos en el muro, dando así la apariencia de alfices herederos de la tradición musulmana.
Las ventanas, también orientadas al muro sur por las lógicas cuestiones climáticas, repiten el modelo de las portadas, abriéndose en vanos de herradura -simples o bíforos- enmarcados en los ya reseñados casetones rectangulares que emulan la silueta de un alfiz.
SAN PEDRO DE LÁRREDE
Lasiego, un interesante conjunto arquitectónico con airosas chimeneas, la iglesia románica del siglo XI y una necrópolis medieval próxima a ella, con tumbas excavadas en la roca.
Declarada Monumento Nacional desde 1931, fue sometida durante el siglo XX a dos acertadas restauraciones -la última de ellas en los años sesenta- que nos permiten admirarla en su espléndido estado actual como ejemplo paradigmático y más sobresaliente del grupo serrablés.
Presenta una estructura de una sola nave de cuatro tramos que, tras un crucero conformado por sendas capillas abiertas a cada lado de la nave, desemboca en un espacio presbiterial compuesto por un breve tramo recto y un ábside semicircular.
Cabecera
Es precisamente ese crucero resultado de la adición de una capilla a cada lado de la nave la que hace que San Pedro de Lárrede se distinga respecto al resto de templos del grupo, que limitan su planta a una nave rematada en su correspondiente ábside semicircular.
Dicho ábside, aparejado a soga y tizón, se eleva sobre un pronunciado basamento moldurado, articulándose la mayor parte de la superficie mural mediante siete arcos ciegos de medio punto que descansan sobre pilastrillas que vienen a recordar la morfología de las lesenas lombardas.
Rematando el hemiciclo, justo bajo la cornisa se despliega una sucesión de baquetones en posición vertical enmarcados por sendas molduras aboceladas y que constituye otra de las señas de identidad inconfundibles de las iglesias serrablesas.
La Torre Campanario
Aunque quizás el icono más reconocibles de los templos de este grupo y muy particularmente de la iglesia de Lárrede es su torre campanario, levantada sobre la capilla lateral norte y que se eleva nada menos que 17 metros sobre el nivel del suelo constituyendo por su esbeltez un auténtico faro de referencia desde considerable distancia.
Cuajada de mechinales a lo largo y ancho de los cuatro lienzos, sus únicas aperturas se limitan al cuerpo superior, disponiéndose en cada uno de los cuatro lados un ventanal conformado por una especie de casetón cuadrangular que enmarca series de tres arquillos de falsa herradura que descansan sobre columnillas configuradas a base de piezas cilíndricas superpuestas.
El cierre de la torre fue resuelto mediante una falsa bovedilla esquifada de aproximación de hiladas. Esta morfología de torre-campanario ha sido puesta en relación por varios especialistas con alminares sirios
Las puertas
La puerta principal, abierta al muro sur mediante un vano de medio punto sobre impostas biseladas que le dan aspecto de herradura, se presenta ligeramente rehundida respecto al muro, quedando enmarcada por un doble alfiz. Cuenta San Pedro de Lárrede, además, con otras dos puertas análogas practicadas en el muro occidental de cada una de las capillas del crucero.
El acceso principal se habilita al costado sur, sin duda, el más vistoso y fotogénico del templo. La portada, ligeramente rehundida en el muro y enmarcada en un doble alfiz, se configura mediante un arco de medio punto dovelado que descansa sobre impostas biseladas que dan al vano aspecto de herradura.
Otras dos puertas de acceso versión simplificada de la principal fueron habilitadas en el hastial occidental de cada una de las dos capillas del crucero; unas capillas que, al exterior, repiten la misma articulación mural a base de arcos ciegos de la cabecera.
Los ventanales
Continuando con el muro sur y en un segundo cuerpo en altura sobre la portada se abren hasta cuatro ventanales por las que se dota de iluminación natural al espacio interior.
ArteDe ellos, los tres más occidentales repiten idéntico esquema de aspillera abrazada por doble arco de medio punto dovelado que, a su vez, queda rehundido en una especie de marco rectangular a modo de falso alfiz.
Mucha mayor personalidad presenta el más oriental de los ventanales, conformado por un alfiz doble que enmarca un arco de medio punto dovelado que, a su vez, abraza un par de arquillos de falsa herradura; un modelo apreciable en otros templos serrableses cercanos como Susín.
El muro occidental, por su parte, se articula mediante cuatro pilastras a modo de lesenas gruesas y, en el imafronte, un nuevo ventanal casi idéntico a otro existente en la cercana ermita de San Juan de Busa conformado por dos arquillos de herraduras enmarcados por la recurrente moldura cuadrangular.
El interior
Una vez en el interior del templo rápidamente reconocemos otra característica que hace de San Pedro de Lárrede la más noble y valiosa de las iglesias serrablesas ya que, a diferencia del resto de construcciones del grupo que cubren su nave con cubiertas de madera limitando el abovedamientos pétreo al espacio cabecero, aquí el arquitecto fue capaz de abovedar con piedra la totalidad del espacio eclesial.
Las bóvedas que contemplamos a día de hoy son el resultado de las obras de restauración de 1933 ya que las originales no soportaron el paso de los siglos y acabaron desplomándose.
Así, la nave queda dividida en cuatro tramos cubiertos con bóveda de cañón reforzada por tres arcos fajones de medio punto que descansan sobre parejas de columnas cuya morfología, al igual que las columnillas de las ventanas de la torre, se logra mediante la superposición de sillares cilíndricos o, como tan expresivamente describe Antonio García Omedes, tipo "rodajas".
Además del ya descrito desde el exterior, el acceso a las capillas laterales desde el interior del templo se acomete a través de sendos arcos dovelados de falsa herradura, cubriéndose las mismas mediante abovedamientos de cañón longitudinales. Junto al arco de acceso a la capilla norte y a una altura superior, se conserva también el pequeño vano por el que se accedía a la torre.
En definitiva y a modo de resumen, en San Pedro de Lárrede nos encontramos ante el más notable ejemplo de la llamada escuela del Gállego, del Serrablo o del círculo laredense; un templo que si bien carece de cualquier tipo de concesión a lo decorativo, por su belleza, por el entorno en que se encuentra, así como por ese halo de misterio que ha rodeado el origen de este grupo de iglesias, se ha convertido en uno de los monumentos medievales más conocidos y que más interés ha despertado de todo el Alto Aragón.
San Pedro de Lasieso es un templo de gran belleza, compuesto por dos iglesias yuxtapuestas, una más grande que la otra. Ambas con nave rectangular cada una y terminadas en ábside semicircular. La unión entre las dos naves se efectúa mediante una simple puerta con arco de medio punto, lográndose la iluminación mediante dos ventanas centradas en los ábsides, también de medio punto y con doble derrame
Su cabecera, de planta semicircular, queda animada al exterior mediante baquetones verticales y arquillos ciegos de medio punto sobre lesenas, una articulación que encuentra continuidad en las citadas capillas laterales.
Sobre la nave de la iglesia pequeña descansa una torre campanario de gran belleza, con friso de baquetones en la parte superior y ventanas de tres y dos arquitos semicirculares en los pisos tercero y segundo respectivamente.
La iglesia más grande es lo que queda del Monasterio de San Pedro, que fundara el Conde Sancho Ramírez, hermanastro del rey del mismo nombre e hijo ilegítimo de Ramiro I de Aragón. El sarcófago en que fue inhumado, en dicha iglesia, se guarda en el museo Diocesano de Jaca.
http://sabinanigo.blogspot.com.es/2008/02/serrablo-patrimonio-arquitectonico.html
http://www.arteguias.com/serrablo.htm
http://www.comarcaaltogallego.es/es/menu-general/alto-gallego/patrimonio/ruta-de-serrablo.aspx
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