ELEGIDO PAPA
En la tarde del 16 de junio, después del cuarto escrutinio.
Treinta y seis votos, tenía tres votos más de los requeridos para ser papa.
Se resistía a cargar sobre sus hombros el enorme peso del Pontificado, pero aceptó, al fin, con lágrimas en los ojos. He aquí a tu indigno siervo. Hágase tu voluntad, dijo al aceptar.
Tomó el nombre de Pío IX.
DESTIERRO EN GAETA
Al estallar las revoluciones de 1848, el papa rechazó la oportunidad de alinearse con el movimiento nacionalista entrando en la guerra contra Austria.
El día 15 de noviembre de 1848, el conde Pellegrino Rossi, Primer Ministro constitucional de Pío IX, era asesinado.
Al día siguiente los revolucionarios se amotinaron ante la residencia del Papa, el Quirinal.
Ante lo insostenible de la situación Pío IX, disfrazado como un simple eclesiástico, salió de Roma para refugiarse en Gaeta y se puso bajo la protección de los ejercitos franceses, napolitanos y espaoles.
El 9 de febrero de 1849, una asamblea constituyente proclamó la República Romana.
Pocos meses más tarde, el 3 de julio, el general francés Oudinot se apoderó de Roma mientras que los ejércitos de otras potencias ocupaban el resto de los Estados Pontificios, poniendo fin a la efímera República.
El 12 de abril de 1850 volvió Pío IX a la Urbe.
Y cuando la revolución alcanzó a sus propios Estados, en los que se proclamó la República romana,
Desde allí bendijo la campaña militar contra la República, que le permitió recuperar su poder temporal en 1850.
DOGMA DE LA INMACULADA
El hecho de mayor gloria del pontificado de Pío IX fue la definición dogmática de la Inmaculada Concepción.
A raíz de la aparición de la Virgen a Catalina Labouré en 1830, muchos obispos solicitaron a la Santa Sede la introducción de la palabra Inmaculada en el prefacio de la fiesta de la Concepción de la Virgen.
Más adelante, las solicitudes eran para que fuese definida como dogma de fe la doctrina referente a la Concepción Inmaculada de María. Con el advenimiento de Pío IX las peticiones fueron creciendo.
Desde su destierro en Gaeta, el día de la fiesta de la Purificación de 1849, el Papa rogaba a todos los obispos que rezasen por la definición y diesen su dictamen acerca de la oportunidad de ésta.
Las respuestas recibidas fueron favorables. Fue entonces cuando Pío IX encargó la redacción de la bula Ineffabilis Deus acerca de la Concepción Inmaculada de la Virgen María a monseñor Pacifici. Éste, una vez concluido su trabajo, rogó al Papa que le firmase una copia de dicha bula, con la cual quiso que le enterrasen para que le sirviese de pasaporte para el Cielo.
El 8 de diciembre de 1854, en la Basílica de San Pedro, Pío IX leyó la bula Ineffabilis Deus con voz clara y sonora, pero su emoción era tan grande que tuvo que detenerse hasta en tres ocasiones. Declaramos, pronunciamos y definimos que la doctrina que sostiene que la Beatísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de pecado original en el primer instante de su concepción; por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Cristo Jesús, Salvador del género humano, ha sido revelada por Dios y debe ser, por tanto, firme y constantemente creída por todos los fieles.
El Dogma de la Inmaculada Concepción fue proclamado por el Papa Pío IX, rodeado de 53 cardenales, de 43 arzobispos, de 100 obispos y más de 50.000 peregrinos venidos de todas partes del mundo, el día 8 de diciembre de 1854.
Durante los días siguientes todo el mundo católico estuvo de fiesta.
https://anecdotasycatequesis.wordpress.com/2010/02/07/el-papa-de-la-inmaculada-beato-pio-ix-2/
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