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miércoles, 1 de octubre de 2014

SANTA SOFIA DE CONSTANTINOPLA


Constantinopla,es el nombre histórico de la actual ciudad de Estambul (en idioma turco İstanbul), situada a ambos lados del Estrecho del Bosforo en Turquía, y que fue capital de distintos imperios a lo largo de la historia, a saber: del Imperio romano (330–395), del Imperio romano de Oriente o Imperio bizantino (395–1204 y 1261–1453).




SANTA SOFIA

 La primera iglesia, levantada en Constantinopla, fue llamada Magalé Ecclesia, una palabra griega que significa La Gran Iglesia, fue planificada por Constantino el Grande cuando tomó la decisión de hacer del cristianismo la religión oficial del Imperio Romano.



Comenzó en el año 325 y continuó hasta el 360, debiendo ser terminada por su hijo Constantino II. No queda ninguna constancia de esta primera construcción, aunque probablemente fuera una basílica con techo de madera y paredes de piedra que sirvió como Iglesia Imperial hasta el año 404.

 Durante el siglo V esta primera iglesia se quemó y fue en el año 415 cuando Theodosius II reedificó la iglesia y la convirtió en basílica, el arquitecto de esta segunda iglesia era Ruffinos, aunque esta segunda iglesia también fue efímera pues se quemó durante la insurrección de Nikita en el año 532. Las huellas de esta segunda construcción se pueden apreciar en el exterior de la pared occidental de la iglesia actual.

Restos de esta basílica donde se aprecia el Cordero Divino

 Durante el imperio de Justiniano su reconstrucción fue nuevamente comenzada, 532, y para ello el emperador recurrió a dos arquitectos de tradición griega, Antemio de Tralles como autor teórico del proyecto e Isidoro de Mileto, encargado de llevarlo a término.


Santa Sofía es una iglesia palatina construida junto al palacio imperial y como el emperador quería realizar una construcción eminentemente grandiosa con el fin de manifestar así su poder, mandó llamar a dos ingenieros especializados en construcciones militares porque se consideraba que así podría ejecutarse una obra con más innovaciones técnicas que si la dirigiese un arquitecto.


Se reabrió en el año 537. Basílica dedicada a la 2ª persona de la Santísima Trinidad, como “ sabiduría Divina” ( Hagia Sofia)

 Su esplendor es debido, en parte, al haber sido levantada junto al palacio del emperador Justiniano.



Se concibe como la gran iglesia del emperador y contiene todos los elementos de la magnificencia cortesana a la vez que unifica todas las tradiciones arquitectónicas de la Antigüedad: la tradición oriental de la arquitectura mesopotámica, persa y siria, se funde con las tradiciones constructivas griegas, romanas y paleocristianas, además de las adiciones musulmanas.

A su vez, Santa Sofía va a ejercer una gran influencia en la arquitectura posterior del Románico y del Renacimiento.



 En el año 568 Isidoro el Joven, sobrino de Isidoro de Mileto, fue el encargado de reconstruir la cúpula, castigada por los terremotos de los años 553 y 557 y definitivamente destruida por el del año 558.
 A finales del siglo XVI hubo otros desperfectos menores, obligando a nuevas obras.

SANTA SOFIA



La basílica está precedida por un atrio.

 A la entrada de Santa Sofía y encima de la puerta principal se encuentra el más famoso de los mosaicos bizantinos, el Cristo Pantocrátor.
 Santa Sofía es una construcción básicamente de ladrillo, solamente la cimentación y los ocho soportes que conforman los contrafuertes iniciales se construyeron mediante grandes sillares de piedra caliza.

Se entra en el edificio a través de un nártex cubierto con bóveda de arista cuya longitud es igual al doble del cuadrado central, y a través de un puerta situada en el lado opuesto del ábside oriental que contenía el altar.

Archivo:Santa Sofía 11.jpg

La entrada imperial, en el centro del atrio, está protegida por una gran puerta de bronce en cuyo ápice la imagen una paloma sale del Evangelio de San Juan, abierto en el capítulo X, en el que se lee “Nuestro Señor dijo: Yo soy la puerta del Cordero”. Encima, se encuentra un mosaico, probablemente inspirado en un sermón del emperador León VI, donde aparece el emperador postrado ante Cristo y flanqueado por medallones de la Virgen y el arcángel San Gabriel. Se cree que fue donado por León VI en el año 920, como señal de arrepentimiento por su cuarto matrimonio, prohibido, que provocó que el patriarca impidiera la entrada al emperador por esta misma puerta.



PLANTA


 El resultado es original y único, una basílica rectangular de 77 x 72 metros que combina el eje tradicional con una distribución centralizada.

 En los ángulos de un gran cuadrado, que forma la nave central, de 100 pies bizantinos o 33 metros se elevan cuatro grandes pilares - estribos de 21,5 metros de altura sobre los que se apoyan 4 grandes arcos que se conectan entre si con cuatro grandes pechinas que completan la superficie circular sobre la que se situará la gran cúpula.

 En este sentido resulta determinante el estudio de planificación y contrarrestos de la cúpula, porque ésta contribuye a remarcar el eje longitudinal y a la vez el concepto de centralización.

EN SU INTERIOR

Una iglesia que  recoge un atrio (recinto cerrado, suele estar porticado, precede a la entrada de un edificio), un exonártex (se trata de un nártex interior cuando hay dos de ellos contiguos en una basílica) y un nártex (parte del atrio, porticado, reservado a los catecúmenos).


adjuntos a un rectángulo cuyo espacio central, cuadrado y demarcado por cuatro pilares, definen una centralización cubierta por una cúpula.

 La planta, un rectángulo  ubicado dentro de un cuadrado, que está orientada hacia Jerusalén, orientación este, unifica la tradición occidental, planta central y tres naves, con la oriental, planta centralizada, inscrita en una planta de cruz griega y centralizando la concepción espacial del edificio mediante una gran cúpula.
 Está dividida en tres naves, siendo la central de doble anchura que las laterales (que en su parte superior se utilizarán como matroneum).
Su división se realiza a través de columnas y grandes pilares (machones).

 El ábside central se encuentra flanqueado por una pareja de ábsides secundarios que vuelven a repetirse en los pies de la iglesia (aún no contamos con las habituales prótesis y diaconicon que se utilizarán sistemáticamente a partir de la Segunda Edad de Oro).

Santa_Sofia

El edificio consta de una galería superior con un palco desde donde la emperatriz podía presenciar las largas y fastuosas ceremonias que generalmente se celebraban. El acceso a esta tribuna se hacía mediante una rampa por la que, si era necesario, podían acceder jinetes a caballo.

En el piso de arriba, el “matronium”, abierto al espacio central mediante columnas con capiteles vegetales trabajados en trépano, pilares y arcos de medio punto que se alternan y repiten rítmicamente en el piso inferior.


 Las naves laterales y las galerías situadas sobre ellas también están cubiertas con bóvedas de arista. La cornisa de las galerías marca el punto de arranque de las pechinas y de los cuatro arcos que sostienen la gran cúpula.





 Su participación en el conjunto del templo es bastante secundaria, quedando aisladas (al menos visualmente) de la gran sala central, con lo cual podemos hablar de un espacio centralizado, tal y como decíamos en la planta.


 El efecto de la luz y sus reflejos crean en el interior del templo, etéreo y diáfano, una irisación dorada que contrasta con el exterior cerrado y macizo y que en ocasiones interfiere visualmente en la percepción del espacio, en la pérdida de sus límites. La luz, en el interior de Santa Sofía, proviene de las numerosas ventanas que hay en la base de la cúpula y que son posibles gracias al sistema de soportes que la dejan libre de pesos y de los vanos abiertos en las exedras mayores y menores de los muros, que originalmente y en algunos casos estaban cerrados con cristaleras de colores.

CÚPULA

El centro se cubre con una gran cúpula semiesférica construida con materiales muy ligeros (ánforas). Se encuentra dividida por nervios que separan gallones cóncavos, abriéndose en su base una línea de 40 ventanas que consigue hacerla flotar ópticamente sobre el edificio a la vez que lo inunda de luz. Sus apoyos se realizan a través de cuatro pechinas (triángulos curvos)


Las “ pechinas” son cada uno de los cuatro triángulos esféricos constituidos por el anillo de la cúpula y los dos arcos torales que sirven para pasar de la superficie cuadrada de la planta a la circular de la cúpula.
 Esta forma de resolver el soporte de la cúpula es más elegante y limpia que el sistema de
“trompas”, empleado por los romanos.

 La cúpula descansa sobre dos grandes medias cúpulas o exedras, una en la cabecera, hacia el este, y la otra en el lado opuesto, hacia el oeste.
 A su vez estas dos exedras descansan sobre otras dos más pequeñas y abiertas en los ángulos que logran remarcar el eje longitudinal, determinado por el nártex a la entrada, la primera exedra que cubre el primer tramo, la cúpula que cubre el tramo central, la otra exedra y el ábside en la cabecera.



Esta cúpula mide 32 metros de diámetro y está formada por 40 plementos curvos en cada uno de los cuales hay una ventana que ilumina directamente la nave y que en determinados momentos del año y del día provoca el efecto "cúpula colgante".

 La cúpula central está construida con ladrillos puestos de canto y gruesos lechos de mortero para conseguir mayor ligereza. Mármoles de colores, pórfido y basalto componen las columnas que separan las naves y policromados cubren sus paredes, los cuales contribuyen a generar una luminiscencia etérea e iridiscente dentro del recinto.


 De este modo se configura una concepción ovalada de la planta, más móvil, y también se refuerza el sentido de centralización dadas las dimensiones de la cúpula y el efecto centralizador que crea la centralización de la luz.

La cúpula de Santa Sofía es el elemento más llamativo del edificio, tiene la forma de una semiesfera rebajada y está compuesta por cuarenta nervios que se unen en el centro, su diámetro varía entre 30 y 31 m. y está situada a 54 m de altura.


 Las cuarenta ventanas forman un tambor cilíndrico que sirve para aligerar su peso y permitir la entrada de luz. El plemento que conecta los nervios entre sí es ligeramente cóncavo y recuerda vagamente la forma de una concha. Además para aligerar el peso al máximo, las tejas son ligeras fabricadas en Rodas. Fueron precisos grandes esfuerzos para apoyar la cúpula a 54 metros de altura.

DECORACIÓN


En su concepción original, todas las paredes se encontraban decoradas con mosaicos con motivos geométricos (aunque en la Segunda y Tercera Edad de Oro se añadieron ya otros figurativos) que contribuían a multiplicar (con sus fondos dorados) el efecto lumínico interior, creando un marco dominado por la luz y los brillos.
 En cuanto al suelo y las partes bajas del alzado, se utilizaron mármoles polícromos que conseguían, junto a lo dicho, a dar una imagen de poder y magnificencia.

 Para ello los turcos otomanos, que dominaron Constantinopla desde el siglo XV, eliminaron una gran parte de los mosaicos, cegaron ventanas y colocaron cuatro grandes medallones con motivos epigráficos.
  Aún así todavía se pueden contemplar hoy en día una parte de la decoración.


 El pavimento original también era de mosaico y mármoles policromados, los balaustres y revestimientos de los muros también eran de mármol así como los capiteles y las columnas, gran parte de ellas reutilizadas de edificios anteriores. Son de destacar también los elementos de decoración realizados con metal.

 Las ventanas tenían láminas de alabastro. La luz provenía principalmente del anillo de ventanas de la cúpula.


  EXTERIOR

El exterior es similar a la de los otros edificios de estilo bizantino: achaparrado, muy voluminoso, donde destaca la cúpula pero no de manera estilizada, sino muy baja y con un tambor poco desarrollado. Los minaretes son producto de la invasión turca.

   El exterior es cerrado y macizo, con volúmenes escalonados que caen desde la cúpula central hacia las exedras mayores, a las menores y, finalmente, a las capillas del nivel inferior. Un carácter más pesado adquieren los contrafuertes exteriores que reciben los empujes transversales de los arcos internos.

MAUSOLEOS

  Distribución de los Mausoleos Casi desde sus comienzos Santa Sofía se convirtió en necrópolis imperial, conteniendo los restos de la mayor parte de los emperadores, distribuidos en dos mausoleos exteriores, uno al norte y otro al sur del ábside, el de Constantino y el de Justiniano.

 Alrededor de la iglesia se encontraban pórticos suntuosos, los stoai, a lo largo de los cuales se disponían los sarcófagos aislados de algunos basileis. A parecer, todos los sarcófagos eran de mármol, completamente recubiertos de ornamentos deslumbrantes en plata y piedras preciosas que durante la Cuarta Cruzada fueron saqueadas y lo que quedó fue arrasado por los derviches tras la caída de Constantinopla en 1453.
exterior, sin embargo, toda sensación desaparece, convirtiéndose, con sus refuerzos, en una silueta pesada en la que la cúpula, sin tambor, queda medio oculta por sus sujeciones. Sólo los cuatro minaretes cilíndricos posteriores, cuando el templo fue reconvertido en mezquita, logran aliviar la pesantez.




 Así, los recursos de contrarresto de las presiones ejercidas por la cúpula central son el juego de medias cúpulas, las bóvedas de arista de las naves laterales, los pilares angulares, los gruesos muros laterales y los contrafuertes o estribos exteriores, además de la utilización de material ligero (cerámica) que permite reducir el peso de las cúpulas.

MATERIALES

 Las columnas interiores fueron traídas de templos en Baalbek, Heliopolis, Éfeso, Mileto y Delfos, mientras que otros pilares y capiteles fueron hechos con mármoles blancos de las antiguas y abunundantes canteras de Proconessos,en el Mar de Mármara, verdes de Tesalia, dorados de Libia, rosas de Frigia y marfil de Capadocia.




SANTA SOFIA CONVERTIDA EN MEZQUITA


En 1453 Constantinopla fue tomada por los turcos y la iglesia Santa Sofía convertida en mezquita.



A consecuencia de ello se levantaron los minaretes exteriores, se transformó la decoración interior agregando los cuatro emblemas circulares en las esquinas de la planta, los primitivos mosaicos se vieron afectados perdiendo el esplendor original y se reorientó el templo, que alteró el eje longitudinal original de la planta ya que el ábside de la iglesia quedó relegado a segundo plano.

Archivo:Santa Sofía 27.jpg



 Al principio los turcos preservaron los frescos y las figuras de mosaicos de los santos cristianos que adornaban las paredes, pero en el décimosexto siglo, éstos fueron cubiertos totalmente con yeso ya que el código islámico prohibe la representación figural.




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