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martes, 21 de octubre de 2014
ABRAZOS CON HISTORIA
CARDENAL WYSZINSKI Y JUAN PABLO II
Cuando el cardenal Karol Wojty, era arzobispo de Cracovia, Wyszynski lo era de Varsovia y primado de Polonia; las dos máximas autoridades de la Iglesia mantenían excelentes relaciones de colaboración y liderazgo espiritual en el católico pueblo europeo.
Un mes antes de la elección papal de Karol Wojtyla, del 20 al 25 de septiembre de 1978, los dos cardenales visitaron la entonces República Federal de Alemania. Fue la única salida al exterior que el gobierno polaco permitió al cardenal Wyszynski, además de las de Roma. Ambos cardenales trataban de que el otro recibiera los honores. Al morir Juan Pablo I, después de treinta y tres días de pontificado, se reunió el cónclave. Muchos pensaban ya en Karol Wojtyla como sucesor de Pedro, pues en la elección de Juan Pablo I ya había tenido votos.
Antes de la votación, el cardenal austríaco König preguntó a Wyszynski: –Eminencia, ¿aceptará la responsabilidad del papado el cardenal de Cracovia? Sin titubear el cardenal primado respondió: –¡Debe aceptar! Aceptó y escogió el nombre de Juan Pablo II.
Un cuadro del pintor Pedro Cano, Abrazo del Papa Juan Pablo II y el cardenal Wyszynski, que data de 1980, se exhibe en la actualidad en la muestra sobre adquisiciones de Arte Contemporáneo 1980-2003 del Museo Vaticano, según informa el propio pintor de Blanca.
Cano explicó que el cuadro, un óleo sobre lino, forma parte de la serie Abrazos, que comenzó a realizar a partir de los años 70, y que éste, en particular, se asocia a un episodio real: el abrazo entre el recientemente nombrado Papa polaco y su padre espiritual. Pedro Cano relató que «en un principio era uno de los muchos abrazos anónimos, pero la historia de todos se ha mezclado con la Historia», y el cuadro se asoció a un episodio real, el abrazo que se dieron el 3 de octubre de 1978, Juan Pablo II, pontífice desde hacía siete días, y el cardenal Stefan Wyszynski. Wyszynski (1924-1981) fue el punto de referencia de la represión polaca de la segunda posguerra, arzobispo de Varsovia y primado de Polonia desde 1948, fue el fundador en Roma de una iglesia dedicada a la Virgen de Czestochowa.
Tras la elección del Cardenal Wojtyla como Papa, el Cardenal Primado de Polonia, Stefan Wyszynski concluía una alocución dirigida al pueblo polaco diciendo: "Alégrate, madre Polonia, que has dado a la Iglesia y a la Madre de Cristo tu mejor hijo, formado en las batallas y en los sufrimientos de nuestro pueblo".
Abrazo 23 de octubre de 1978
Nunca olvidaré -recordó el Papa en varias ocasiones- lo que me dijo el cardenal Stefan Wyszynski aquel 16 de octubre de 1978, mientras el Cónclave estaba ya cercano a la decisión definitiva: “Si lo eligen no deje de aceptar, por favor”. Y a la pregunta que se me dirigió en el momento de la elección, pude responder: “En obediencia a Cristo, mi Redentor y Señor, con confianza en su Madre, acepto”.
Antes de los ocho meses, el 2 de junio de 1979, el nuevo Pontífice aterrizaba en Varsovia.
Era la primera visita de un Papa a Polonia. Tal como se esperaba, el cardenal Wyszynski no se separó de su hijo espiritual, incluso estuvo con él en la delicada entrevista con el jefe del Partido Comunista Polaco, Edward Gierek, y el presidente de la república Henryk Jablonski, en el sector Biedermeier del palacio presidencial de Belvedere.
Le acompañó también en las multitudinarias celebraciones como la de Czestochowa (centro de peregrinación mariana, la Virgen Negra) y la despedida final en el aeropuerto de Cracovia, el 10 de junio, ante cientos de miles de católicos polacos.
Sería la última vez que los dos líderes espirituales se verían en su patria. Casi dos años después, el 28 de mayo de 1981, moría santamente el cardenal Wyszynski, quince días antes había tenido lugar el atentado contra Juan Pablo II en la plaza de San Pedro de Roma (13 de mayo).
Tal suceso conmovió profundamente a Wyszynski, quien tres días antes de entregar su alma a Dios logró hablar por teléfono con el Papa.
Encuentro en Roma el 5 de noviembre de 1980
Juan Pablo II, en su audiencia a los polacos el día siguiente al inicio de su pontificado, en octubre de 1978, expresó: “Venerable y querido cardenal primado: permíteme que te diga sencillamente lo que pienso: No estaría en la cátedra de San Pedro este papa polaco que hoy llora de temor de Dios, pero también de confianza, inicia un nuevo pontificado, si no tuviera esa fe tuya que no ha vacilado ni ante la cárcel ni ante el sufrimiento. Si no tuviera tu heroica esperanza, tu confianza sin límites en la madre de la Iglesia. Si no estuviera Josna Göra y todo el período de la historia de la Iglesia en nuestra patria, unido al ministerio del obispo y del primado”.
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