JUAN PABLO EN ESPAÑA 12 - 17 DE JUNIO 1993
SÁBADO 12 DE JUNIO SEVILLA
Llegada al aeropuerto de Sevilla a media mañana, donde fue recibido por el Jefe del Estado, el Presidente del Gobierno y varios de sus ministros y otras autoridades civiles, el Arzobispo de Sevilla, los miembros de la Conferencia Episcopal Española y el Legado Pontificio al Congreso Eucarístico Internacional de Sevilla, Cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez, Arzobispo de Santo Domingo (República Dominicana) y Presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM).
Palabras de saludo.
Angelus en la Plaza de la Virgen de los Reyes, sede del Arzobispado hispalense. En su alocución el Papa habló de la "eucaristía como fuente de un renovado impulso de vida cristiana".
Adoración eucarística en la Catedral de Sevilla. Homilía del Papa sobre la eucaristía y la evangelización.
En el Polideportivo Municipal de Sevilla, ordenación sacerdotal de 37 diáconos.
Homilía del Papa sobre el sacerdocio como compromiso de servicio a los hermanos.
Encuentro con los fieles, especialmente jóvenes, desde el balcón del Palacio Arzobispal de Sevilla.
DOMINGO 13 DE JUNIO SEVILLA Y DOS HERMANAS
Eucaristía de clausura del 45 Congreso Eucarístico Internacional de Sevilla, en el Campo de la Feria. Homilía sobre la eucaristía como "compromiso de caridad sin límites" y rezo del Angelus, en cuya alocución habló de la relación entre la eucaristía y la Virgen María.
Encuentro con los delegados nacionales del 45 Congreso Eucarístico Internacional, en el Patio de Naranjos de la Catedral hispalense.
Discurso del Papa sobre el Congreso Eucarístico Internacional como signo de catolicidad.
Inauguración de la obra social del Congreso Eucarístico Internacional, en la Residencia "San Rafael" de Dos Hermanas.
Discurso del Papa sobre la dimensión social, caritativa y solidaria de la eucaristía.
evilla.abc.es/fotos-religion/20130611/veinte-anos-desde-papa-122103.html
LUNES 14 DE JUNIO
HUELVA,
Eucaristía en la Avda. de Andalucía de Huelva.
En su homilía, el Papa subrayó la necesidad de que la Iglesia en España -pastores y fieles- haga presente en medio de la sociedad los valores permanentes del evangelio.
PALOS DE LA FRONTERAS Y MOGUER
LA RÁBIDA
Coronación canónica de la imagen de Nuestra Señora de los Milagros del monasterio de La Rábida. Plegaria del Papa a Santa María, Estrella de la evangelización.
EL ROCIO
El 14 de junio de 1993, el Papa Juan Pablo II, voló en helicóptero hacia la Aldea del Rocío, contemplando, desde el inmenso cielo azul, uno de los más bellos y espectaculares panoramas de la baja Andalucía, entre el Atlántico y las marismas de las inmediaciones del Parque de Doñana.
Una ingente multitud de rocieros, llegados de Almonte, los pueblos de la provincia y toda Andalucía, así como de otros rincones y lugares de España, aclamaron al vicario de Cristo.
El espectáculo era como un éxtasis que El Rocío había preparado para la llegada del Papa
. En el rostro de éste se notaba la emoción del momento.
El sol y el calor eran abrumadores, pero el paisaje, único.
Las marismas almonteñas brillaban como patenas al reflejo de un sol que comenzaba ya a declinar, las manadas de caballos pastaban tranquilas o emprendían rápidas carreras, que alternaban momentáneamente la paz de otros rebaños.
La belleza del paisaje se hacía más intensa en aquella tarde, porque, de cuando en vez, una bandada de cigüeñas y otras aves migratorias remontaban el vuelo y dibujaban sobre el cielo azul intenso un capricho volador.
Contraste entre una naturaleza en sosiego y la expectación bulliciosa de los muchos miles de personas que esperaban la llegada del Papa.
Al aparecer en el cielo rociero el helicóptero del Santo Padre, un mar de manos, pañuelos, sombreros y banderas se confundió con las aguas de la marisma.
Las sevillanas y fandangos se alternaron con las palmas y los aplausos en el marco incomparable de la belleza de colorido de los trajes camperos y de faralaes.
El Papa penetró en el santuario.
Los noventa simpecados de las hermandades rocieras hacían como de retablos sobre las paredes blancas. La imagen sin par de la Virgen con sus más esplendorosas galas, teniendo a sus espaldas el primer cuerpo del espléndido retablo barroco, que estaba entonces en fase de construcción.
El Santo Padre se puso en oración y en el Rocío se hizo silencio.
Milagro de este pueblo rociero que sabe entender el diálogo de un Papa con la Madre de Dios.
La oración fue larga, 6 minutos extensos; el silencio fue inmenso.
Allí no se percibía nada más que el rumor de los pájaros y el de las banderas agitadas por el viento.
Todo ese silencio se hizo clamor de emoción y grito de júbilo y palmas por sevillanas, cuando el Papa apareció en el balcón de la fachada principal.
El Santo Padre, dirigió su palabra dejando un mensaje que constituye, desde aquel día, un compromiso ineludible para todo buen rociero.
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