La Catedral-Basílica de Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza es un importante templo barroco de España.
Según la tradición, se trata del primer templo mariano de la Cristiandad, puesto que en él se conserva y venera el pilar —en realidad, una columna de jaspe—
que fue puesto por la Virgen María quien, viviendo aún en Jerusalén, se habría aparecido en carne mortal al apóstol Santiago el día 2 de enero del año 40.
La tradición afirma que hubo una capilla primitiva, respetada durante la dominación musulmana.
Tras la conquista de Zaragoza por Alfonso I (1118), fue sustituida por un templo románico.
Este templo románico aún se conserva un tímpano -hoy colocado en el muro sur junto a la puerta baja del templo-; es un tímpano centrado por gran crismón rodado que se decora con cierta ingenuidad y monotonía, con rosetas inscritas en círculos unas, más naturalistas otras y recortadas las e la parte baja por las mordeduras del tiempo.
TEMPLO DE SANTA MARÍA DEL PILAR
Su nombre más antiguo “Templo de Santa María” (Diego de Estés, fol. 215). Más tarde se llamará “de Santa María la Mayor”. Añade también el Códice diocesano “
A esta Capilla se añadió, andando los siglos, un templo más amplio y augusto, que por su imagen de la Virgen puesta de pie sobre una columna de mármol, y allí venerada con grandísima piedad y concurrencia de todo el reino, recibió el nombre del Pilar”.
Más tarde llegan los árabes a Zaragoza el 716. (Zurita)… Y allí siguieron su culto en el Pilar. El obispo Senior recibía en 848 a Eulogio de Córdoba, que pasó algunos días aquí, según nos relata él: “Aliquandiu vero apud Seniorem pontificem Caesaraugustae, qui nunc rectis moribus eamdem urbem regebat, demorans.” (A veces, cuando permanecía en casa del anciano obispo de Zaragoza que en aquel tiempo regía aquella ciudad de costumbres rectas).
Y siguen a continuación innumerables citas posteriores certificando la fundación y permanencia del Santuario.
De acuerdo a fuentes de la época, la reina Blanca de Navarra, esposa de Juan II el Grande, experimentó una curación milagrosa atribuida a la Virgen del Pilar y en agradecimiento marchó al santuario en julio de 1434.
Entre 1434 y 1435 se originó en la sacristía del claustro un incendio que arrasó con varias joyas y con el retablo de alabastro del templo.
Un incendio de 1435 destruyó la angélica capilla, si bien, providencialmente no se quemó la Imagen ni la Columna.
Con sucesivas donaciones y aportes de los reyes, el templo se fue ampliando hacia el estilo gótico para terminar en el barroco de actualidad.
El Santuario como tal ha sufrido la evolución prevista de los siglos: desde una simple ermita en sus inicios hasta la hermosa basílica de cuatro torres en la actualidad.
Los visitantes y devotos no cesan en un constante entrar y salirse a toda hora.
Su fiesta del 12 de octubre se halla incapaz de recibir a tanto visitante. Y quienes consiguen entrar en el Templo, descubre colgadas frente a la Capilla de la Virgen las dos bombas destinadas a la destrucción del Santuario durante la guerra fraticida del período 1936-1939 por las hordas marxistas, pero la Virgen impidió que estallaran…
Comienza entonces la construcción de un nuevo templo gotico-mudejar que sustituye la iglesia románica. En la construcción colaboran los fieles y la nobleza de Aragón
BASÍLICA BARROCA
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En 1670 Juan José de Austria, por entonces Virrey de Aragón, promovió la construcción de un templo de estilo barroco de nueva fábrica, que es el que, fundamentalmente, existe en la actualidad.
Fue diseñado a partir de varios proyectos, que encabezaron los maestros de obras zaragozanos Felipe Busiñac y Felipe Sánchez, y los continuó el prestigioso arquitecto real Francisco de Herrera el Mozo.
Las obras dieron comienzo en 1681.
Tras la ampliación del templo culminada en 1730 la Basílica alcanzó las actuales dimensiones: 130 m de largo por 67 de ancho. Finalmente, en 1765, culminó la reforma con las aportaciones de Ventura Rodríguez, quien en 1750 había proyectado una nueva capilla de la Virgen por iniciativa de Fernando VI que comenzó a ejecutarse en 1754 una vez demolida la antigua.
EXTEROR DE LA BAÍLICA
El volumen exterior de la Basílica del Pilar alcanza proporciones majestuosas.
A lo largo de los siglos, y sobre todo desde la edificación barroca, el templo ha ido engrandeciendo su silueta con el alzado de cúpulas y de torres en sus ángulos.
Posee en la actualidad once cúpulas techadas con tejas vidriadas de colores verdes, amarillos, azules y blancos y cuatro torres.
Una central, en la confluencia entre la nave y el tramo centrales de la iglesia —que consta de tres naves y siete tramos—; dos más pequeñas situadas a ambos lados, en los tramos segundo y sexto, sobre la Santa Capilla y el Coro Mayor; y cuatro menores rodeando en los ángulos a estas dos cúpulas medianas, sobre los tramos primero, tercero, quinto y séptimo de ambas naves laterales.
La portada central de la fachada sur.
El proyecto de Teodoro Ríos se ejecutó entre 1945 y 1950. Asimismo, en el centro, coincidiendo con la cúpula mayor, otro pórtico formado por un nicho con una escultura de la Venida de la Virgen de Pablo Serrano (1969)
Sobre toda la fachada, se incorporan estatuas de santos de la región debidos a Félix Burriel —San José de Calasanz— y a Antonio Torres Clavero —San Vicente, Santiago, Santa Isabel de Portugal, San Braulio, San Valero, Santa Engracia y San Vicente de Paúl.
En el muro más cercano a la puerta del extremo oriental, la que queda más cercana a la Santa Capilla se insertó el tímpano románico, único resto que queda de la iglesia altomedieval.
Integrado en la fachada principal se puede apreciar un tímpano con un crismón, la abreviatura del nombre de Cristo en griego (las dos primeras letra X y P y la última S), de los brazos de la X cuelgan las letras alfa y omega (primera y última del alfabeto griego, simbolizando que Cristo es el principio y fin de todas las cosas). Todo está rodeado por una corona formada por 40 puntos que tal vez aludan a los 40 días de la cuaresma. El resto de elementos tal vez tenga relación con la astrología y pudieran representar una conjunción de planetas que tuvo lugar en 1186 y que fue interpretada como una predicción del fin del Islam.
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