recorrido acompañado de muchas personas.
En el silencio de la noche solo interrumpido por los cánticos y sonido de los tambores ,
Ellos tienen su corazón abierto a nuestras suplicas, nuestras oraciones, nuestros agradecimientos a tantos favores concedidos.
Nuestro Padre Jesús, un año más, ha recorrido las calles de Siruela con su Cruz a cuesta.
La cruz, señal de la vergüenza por excelencia fue abrazada con fuerza, en silencio y con amor por el Hijo de Dios.
Como un criminal condenado a morir en la cruz.
La Madre de Jesús llora y sufre la angustia de ver a su Hijo cargar con la cruz como la haría cualquier madre y
sin comprender nada pero acepta, una vez más, porque es la voluntad de Dios.
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