Ayer segundo domingo de Cuaresma,
Benedicto XVI, como obispo de Roma, visitó esta mañana la parroquia de san Juan Bautista de la Salle, donde celebró la santa Misa.
Situada en la zona del Torrino, en la periferia sur de la capital, la parroquia fue instituida en el año 2.000 en un barrio habitado particularmente por jóvenes parejas y muchos niños.
Y precisamente a los niños que lo recibieron, el Papa les dedicó las primeras palabras: “Aprended de Jesús; aprended lo que ha hecho, lo que ha dicho y sufrido y así aprenderéis a vivir, porque vivir es un arte y Jesús nos muestra este arte”.
Papa, en su homilía el Evangelio de hoy, reflexionó sobre el episodio de la transfiguración cuando “Jesús se manifiesta en su gloria antes del sacrificio de la Cruz y Dios Padre lo proclama su Hijo predilecto, el amado, invitando a los discípulos a escucharlo”. Jesús sube al monte con los tres apóstoles -Pedro, Santiago, y Juan- que también estarán cerca del Maestro en la extrema agonía, en otro monte, el de los Olivos.
Como los tres apóstoles del Evangelio, también nosotros tenemos necesidad de subir al monte de la transfiguración para recibir la luz de Dios, para que su Rostro ilumine nuestro rostro. Es en la oración personal y comunitaria que nosotros encontramos al Señor no como una idea, como una propuesta moral, sino como una Persona que quiere entrar en relación con nosotros, que quiere ser amigo y quiere renovar nuestra vida para convertirla como la suya
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