San Dámaso, de origen español, nació hacia el año 305. Su pontificado comprende desde el año 366 al 384.
Fue el primer Papa hispano, nacido en la peninsula Ibérica, en aquella época España no existía.
Fue secretario de los Pontífices, San Liberio y San Félix, y al ser elegido Papa, en el año 366,
hizo honor a su nombre, que significa "domador", porque tuvo que sofocar una sangrienta rebelión que en Roma se levantó contra él.
Tuvo como secretario al gran San Jerónimo, al cual le encargó que tradujera la S. Biblia al idioma popular, y esta traducción llamada "La Vulgata", fue la que empleó la Iglesia Católica durante 15 siglos.
Desde muy joven, su lectura preferida fue la S. Biblia, y decía que el manjar más exquisito que había encontrado en toda su vida era la Palabra de Dios.
Dicen que él fue el que introdujo en las oraciones de los católicos el "Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, como era en un principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén".
Durante todo su pontificado se preocupó por obtener que los obispos de todas las naciones reconocieran al Pontífice de Roma como el obispo más importante del mundo.
San Dámaso en el Seminario de Madrid
En la cripta de los Papas de las catacumbas de San Calixto, él añadió: “Aqui, yo, Dámaso, desearía fueran enterrados mis restos, pero temo turbar las piadosas cenizas de los mártires”. San Jerónimo sostiene que el Papa Dámaso murió casi a los ochenta años.
Fue enterrado en la tumba que él mismo se había preparado, humildemente alejada de las gloriosas cenizas de los mártires, sobre la vía Ardeatina, muy cerca de su madre y hermana.
Durante el pontificado de Adriano I sus restos mortales fueron llevados a la iglesia de San Lorenzo.
Esta basílica fue restaurada por Adriano I y poco después por San León III, y en el año 1495 fue demolida y posteriormente reconstruida la basílica nueva: San Lorenzo in Dámaso, donde reposan sus restos en el altar mayor junto a los restos de San Eustoquio.
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