BASÍLICA DE LA AGONÍA
Parece que la primera iglesia construida en Getsemaní se remonta a la segunda mitad del siglo IV. Se situaría su construcción entre el 333 y el 383. Los historiadores fijan la fecha de la construcción bajo el reinado de Teodosio I (379-395).
Desde el siglo IV, en el lugar de la Agonía de Jesús, el huerto corrió el destino de tantas propiedades cristianas, a la huída de los cruzados.
A partir de la instauración de un régimen de mayor libertad por las autoridades otomanas, los franciscanos comenzaron los trabajos de limpieza del terreno. Estos sacaron a la luz, en 1909, las ruinas de una Iglesia medieval, orientada hacia el sudeste. Los arqueólogos identificaron esta Iglesia con la que el peregrino Juan de Würzburg (1165) dijo que estaba erigida a la advocación del Salvador, en el lugar de la oración de Cristo.
En octubre de 1919 la Custodia de Tierra Santa puso la primera piedra de la iglesia sobre el sitio donde se pensaba que estuvo construida la antigua del siglo IV. El proyecto había sido confiado al arquitecto Antonio Barluzzi. Efectivamente, cuando comenzaron los trabajos descubrieron, en 1920, a unos dos metros debajo del pavimento medieval, los restos de un magnífico mosaico.
Numerosos países contribuyeron a los gastos de la construcción. Sus escudos están reproducidos en las bóvedas y en los mosaicos absidales. Son estos: en la nave lateral izquierda, comenzando desde el ábside, Argentina, Brasil, Chile, Méjico; en el centro, Italia, Francia, España, Inglaterra; a la derecha, Bélgica, Canadá, Alemania, Estados Unidos de América.
Los mosaicos absidales fueron donados por Irlanda, Hungría y Polonia; la corona de la “Roca de la Agonía”, por Australia. A causa de esta aportación internacional, el edificio recibió el nombre de “iglesia de todas las Naciones”.
En el proyecto del Maestro Barluzzi, el edificio debía ser una evocación continua de la escena de la Agonía, al mismo tiempo que una afirmación de la autenticidad del lugar. Así, para dar la sensación de anonadamiento, el arquitecto cortó la altura de los muros con un techo de doce cúpulas rebajadas; para recordar la noche de la Agonía, dejó el interior en penumbra, propio para el recogimiento, gracias a los diversos colores morados del alabastro de las vidrieras, brillantes en el conjunto y diseñó en la bóveda un azul oscuro de un cielo estrellado, que circundan ramas de olivo.
El edificio tien planta basilical, con tres ábsides, como la antigua iglesia bizantina.
La Basílica de la Agonía conserva una sección de la base rocosa identificada como el lugar en el cual Jesús rezará en el huerto la noche de su detención.
Además de los mosaicos de la bóveda, la basílica está decorada con tres mosaicos absidales. Estos representan, de izquierda a derecha, el beso de Judas, la escena de la Agonía y la del “Ego sum”, “Yo soy Jesús de Nazaret”.
El mosaico central fue pintado por Pedro D’Achiardi, que ha querido mostrar al Salvador en Agonía, abrumado sobre la roca, como una víctima sobre el altar. El rostro, empañado de tristeza, pero no desesperado. La mano de Dios tiende hacia Él la corona de la victoria y un Ángel, situado entre el cielo y la tierra, le trae la ayuda divina.
Delante del altar, cuya base muestra un cáliz, – para recordar el grito de Jesús a su Padre, – se extiende la roca llamada de la Agonía. Su contorno tiene la forma de una corona de espinas, en la que algunos ramos de olivo evocan el huerto. Las aves, afrontadas a un cáliz, simbolizan las almas que quieren participar del cáliz de Cristo. La muestra se ofrece por dos palomas de plata que agonizan entre las zarzas, y estiran el cuello como víctimas de ofrenda.
Es una iglesia muy especial, no sólo por el lugar donde está levantada, sino por cómo consigue recrear un ambiente propicio para la oración, ayudando con su arte a contemplar la noche oscura que sufrió el Señor en el huerto de los olivos.
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