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lunes, 5 de abril de 2010

HERENCIA DE MIS ANTEPASADOS



Siruela donde nací y viví mi infancia, se convierte durante los días de Semana Santa, en la Nueva Jerusalén vistiéndose de negro para vivir la Pasión de Cristo.





Sus calles anchas o estrechas, su plaza, sus casas, sus esquinas llenas de gente, todo preparado para recorrer el Camino de la Cruz hacia la esperanza de la Feliz Resurrección


Mientras escribo me vienen muchos recuerdos a mi mente: barreños y más barreños de dulces, vestidos, calcetines y zapatos para estrenar: "Domingo de Ramos quien no estrena se queda sin mano", el potaje, la tortilla de espinacas, el bacalao, las natillas..., las túnicas, capirotes y rosarios con olor a naftalina.


Un año más he vivido "Mi Semana Santa". Semana, en la cual, todos los que estamos fuera volvemos a Siruela para vivir con mucha devoción y sentimiento estos días.
La ausencia de las personas queridas es notoria.

Papá, aunque nos dejaste hace mucho tiempo, año tras año, recuerdo cuando salías de casa con la túnica negra y como te gustaba acariciar a tus nietos -muy pequeños- al pasar por nuestra casa, todos esperábamos que pasaras cerca para sentir tus caricias.

Mamá, ya no me encuentro las puertas abiertas y todo preparado para que pasen las procesiones. A Pepa le pasa lo mismo, somos nosotras las encargadas de hacerlo para que sin vosotras -Pilar y Manuela- pasen las imágenes y que todo esté como a vosotras os gustaba.

También recuerdo tu cara María, mirabas con mucha fe y devoción a tus queridas imágenes mientras posiblemente pedías por los tuyos.
Como yo, muchas personas notaran la ausencia de sus seres queridos. Estoy segura que ellos en estos días están más cerca de nosotros, siguiendo paso a paso muestras procesiones.
En Siruela he vivido muchas Semana Santa. Durante bastante muchos años obligada, otros alejada y sin querer saber nada. Pero al final aprendí a vivir, estos días, con fe y devoción junto a Jesús Nazareno y a su Madre.

Cuando veo las imágenes en la calle, emanan en mi corazón sentimientos que no puedo explicar. Al pasar Jesús Nazareno siento su mirada fija en la mía:


          "Sígueme, yo te ayudaré a llevar tu cruz y será menos pesada"

El Viernes Santo, Cristo que ya ha entregado su vida por mi y detrás su Madre, mi Madre, con su tristeza y dolor por la perdida de su Hijo. Una Madre dolorida que nos comprende a todas las madres cuando nos acercamos a Ella. 

Gran sentimiento  profundo hacia Ella sabiendo que, años atrás, impidió que mi madre pasara por el trance doloroso que Ella había pasado.

                                   Gracias Madre.

He vuelto a vivir, un año más, unida a Jesús con su Cruz a cuesta y a su Madre Dolorosa los días de Semana Santa para hacerles más llevadera su Pasión.

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