Páginas

domingo, 13 de abril de 2025

SEMANA SANTA Y LA LUNA DE PARASCEVE

 ¿Por qué la Semana Santa cambia de fecha cada año?




Tiene que ver con la noche en la que el pueblo judío salió de Egipto, en la que la luna llena les permitió huir sin ser descubiertos 


La liturgia celebra a lo largo del año los misterios de la vida de Jesús teniendo su resurrección como eje. A este periodo temporal se le conoce como ciclo o año litúrgico. 


¿Por qué la Semana Santa cambia de fecha? Porque cambia la fecha de la fiesta de Pascua. Y la fiesta de Pascua de resurrección es móvil porque está ligada a la pascua judía.


La luna y la libertad 

El pueblo judío celebraba la fiesta de Pascua, llamada también ‘Fiesta de la Libertad’, conmemorando el fin de la esclavitud y su salida de Egipto.



 Y según el judaísmo, los hebreos deben celebrar cada año la fiesta de Pascua durante toda una semana entre el 14 (la víspera del 15) y el 21 del mes de Nisan.

 Esos días empiezan con la primera luna llena de primavera. 

El mes de Nisan es el primer mes del calendario hebreo bíblico (Ex 12, 2) porque en este mes salió el pueblo de Israel de Egipto. Dicho mes cae entre el 22 de marzo y el 25 de abril. 

 Y la fiesta de Pascua la fijaban en base al año lunar y no al año solar del calendario civil.

 ¿Por qué los judíos celebran su pascua con la primera luna llena de primavera? Porque la noche en la que el pueblo judío salió de Egipto, había luna llena. Y esto les permitió a los judíos huir de noche sin ser descubiertos por el ejército del Faraón al no depender de lámparas.


Pascua judía y pascua cristiana

Resultado de imagen de PASCUA JUDIA

 ¿Y qué tiene que ver la Pascua judía con la Pascua cristiana? En la Última Cena, llevada a cabo el Jueves Santo, los apóstoles celebraron con Jesús la Pascua Judía.

 Conmemoraron el éxodo del pueblo de Israel, guiados por Moisés. Podemos pues estar seguros de que el primer Jueves Santo de la historia, cuando Jesús celebraba la Pascua, era una noche de luna llena. 


 Por eso, la Iglesia fija el Jueves Santo en el día de luna llena que se presenta entre el mes de marzo y abril. Es por esta razón que cada año la Semana Santa cambia de día, pues se le hace coincidir con la luna llena.

 Murio en la cruz el día 15 de Nisan y resucitó el 17 de Nisan. Y da la casualidad que aquel año el día 15 cayó en viernes y el 17 cayó en domingo -que en aquella época no se llamaba domingo-.






La determinante decisión del Concilio de Nicea

 Lo que estableció el Concilio de Nicea fue que esta fecha iba a estar marcada por la Luna, más exactamente por la Luna llena. 

Y fue en el Concilio de Nicea-325- donde se estableció la separación entre la Pascua judia y la cristiana eliminando los elementos hebreos.

Pero dejaron el caracter movil de la fiesta recordando,para siempre,que Cristo resucitó en la Pascua judia.



Las fechas de celebración  -entre el 22 de marzo y 25 abril- ya que la Pascua de Resurrección tiene lugar el domingo siguiente a la primera luna llena de la primavera.

Una luna,que año tras año, ilumina la cara de Cristo dolorido y la de una Madre Dolorosa y,  que a los cristianos nos recuerda:                   






ENTRADA DE JESÚS EN JERUSALÉN

  Por un día siquiera, Jesús se va a presentar como el gran Rey, esperado por los israelitas piadosos que acuden al Templo todas las tardes a la hora del sacrificio.




 El mismo toma la iniciativa en la preparación del homenaje.


Archivo:La Borriquita (Sevilla).jpg


 Sale de Betania al amanecer, llega al monte de los Olivos y envía por delante dos de sus discípulos, mandándoles traer un asno en el cual ningún hombre ha cabalgado todavía.


Misterio de la Entrada de Jesús en Jerusalén. Domingo de Ramos.

 En la juventud de los tiempos y de la fuerza, el asno era animal guerrero, cabalgadura de Reyes y Profetas, gallardo y fuerte como el caballo.



 El Nazareno ha pedido expresamente un asno sin domar, imagen del mundo pagano, sin yugo, sin ley, sin Dios, atado con las cuerdas de la idolatría. Cristo lo desatará por medio de sus enviados y lo introducirá en la ciudad de Dios y de las promesas, mientras los hijos de la ciudad se harán dignos de ser arrojados fuera.


 Los discípulos traen el animal.

 Y cuando ven que Jesús hace ademán de cabalgar, se entusiasman; y quitándose sus mantos de fiesta, los ponen sobre la grupa del asno, y le ayudan a sentarse encima.

 Avanzan jubilosos hacia Jerusalén.

Muchísima gente hace el mismo camino en aquella espléndida mañana primaveral, de luz y alegría en el cielo intenso, de flores y de aromas en el campo, de amor ardiente en las miradas de los amigos.



 Y cuando conocieron que el que venía a caballo era el gran Maestro Jesús de Nazaret, el que por todas partes había pasado  haciendo bien, muchísima gente tendía por el camino sus vestidos de colores vivos, para que sirvieran de alfombra al Rey que venía, en señal de vasallaje y gratitud.


Otros cortaban ramos de los árboles y los esparcían por el camino.





Y cuando se acercaban a la bajada del monte de los Olivos, punto desde el que se domina plenamente la ciudad , toda la muchedumbre de discípulos, llenos de gozo, comenzaron a alabar a Dios en alta vez, por todas las maravillas que habían visto.


 Y la muchedumbre que iba delante y la que iba detrás gritaba diciendo:

 —¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el Rey que viene en nombre del Señor! ¡Paz en los cielos! ¡Hosanna y gloria en las alturas!


Domingo de Ramos Borriquilla Jaén



 Era un espectáculo regio, un camino triunfal, donde el vencedor homenajeado no ciñe espada ensangrentada ni arrastra prisioneros de guerra, sino que anuncia la paz del Reino mesiánico, distinto de los reinos de este mundo, como anunció el Profeta y evocan los evangelistas al referir esta historia del Domingo de Ramos:

 —No temas, ciudad de Sión: Mira a tu rey que viene montado en un asno






Comentario del libro El Drama de Jesús, de José Julio Martinez S.I

sábado, 12 de abril de 2025

HOSANNA !!!! El REY VIENE A SALVARNOS HOSANNA!!!!

Con la entrada de Jesús en Jerusalén damos comienzo a la Semana Santa. Con alegría y cantos; con palmas y ramas de olivo en nuestras manos evocaremos el momento en el que Jesús entra sobre un borrico en «la ciudad de la paz». Ciudad que es el marco físico donde se desencadenan los acontecimientos de su pasión y muerte, tal y como escucharemos en este día en el relato de la Pasión según san Lucas, y como iremos contemplando a lo largo de toda esta Semana Mayor.


 La Semana Santa nos salva a nosotros. la Cruz nos salva.

La Semana Santa siempre será la vida, en lo más hondo de nuestra entraña, de aquella pasión, muerte y resurrección de un Jesús Nazareno que nos trajo un regalo para todos: 

RESURRECCIÓN. No nos podemos quedar en la cruz. La cruz son dos maderos con los cuales Cristo construyó un puente para unir el cielo con la tierra, el amor humano con el divino, el absurdo con la luz, el imposible con una realidad: 

VIDA. No nos podemos acercar como espectadores a estos días. Como aquel que recoge una entrada para visionar una película cómodamente sentado en una butaca. ¡Claro que no! La pasión de Cristo es interactiva. 

Necesita de nosotros para completar lo que le falta. Mañana le aclamaremos con ramos (luego fingiremos no conocerle). 

En Jueves Santo comulgaremos su pan (luego le venderemos con nuestra ingratitud o silencio).

 En Viernes Santo nos admiraremos de su cruz (pero huiremos de ella).




 Y en la Pascua vibraremos con su resurrección aunque vivamos en medio de un mundo incrédulo. A lo dicho: 

¡VIVAMOS! ¡VIVAMOS LA PASCUA!

TIEMPO LITURGICO DE SEMANA SANTA

TERMINAEL TIEMPO DE CUARESMA Y EMPIEZA.........

TIEMPO DE  SEMANA SANTA

 Si se puede hablar a lo largo del Año litúrgico de un tiempo de gran riqueza litúrgica ese tiempo es sin duda la Semana Santa. Domingo de Ramos, Oficios del Jueves y Viernes Santos y la Vigilia Pascual son momentos cumbres del año litúrgico. 



 La actual Liturgia de la Semana Santa se inicia a partir de los años 1951 y 1955 siendo papa Pío XII que reforma primero la Vigila Pascual y posteriormente toda la Semana Santa. 

El Concilio Vaticano II, en la Sacrosantum Concilium la culmina con la posterior publicación del Misal romano de 1969. Ya quedaron atrás el uso del Tenebrario para iluminar tenuemente el templo e ir apagando todas sus velas excepto una en el suprimido Oficio de Tiniebas y en el cual los fieles tocaban sus carracas, o el enorme desarrollo de los llamados “monumentos”, arquitecturas efímeras para albergar la reserva del Santísimo que hoy sigue su costumbre pero de forma más discreta. 

 Hasta las reformas citadas se consideraba al Sábado Santo como día de Gloria (sábado de Gloria) ya que la Vigilia pascual se celebraba por la mañana. 



 Comienza la Semana Santa con el Domingo de Ramos en la Pasión del Señor (que ese es su actual nombre aunque errónea e indebidamente se le siga llamado Domingo de Pasión al anterior al de Ramos). 

El Domingo de Ramos, en todas las Misas, es obligatorio hacer conmemoración de la Entrada del Señor en Jerusalén, que puede realizarse con una procesión, con entrada solemne o con entrada simple, según las circunstancias de cada momento y lugar. Las palmas y los ramos, que son signos populares de victoria, manifiestan que la muerte en la Cruz es signo de victoria. 

Los fieles han de tener los ramos en las manos antes de la celebración ya que la distribución de los ramos ha sido suprimida.

 Ese día los celebrantes usan el color rojo que apunta a la muerte del Mártir y a su posterior Victoria uniendo así la Entrada de Jesús con su muerte y resurrección. 

 Acabada la procesión se dice inmediatamente la oración colecta, suprimiéndose pues los ritos iniciales. Asimismo se debe leer la Pasión, por lo menos en su forma abreviada. Se leerá el relato de la Pasión según el evangelista del año que toque (Mateo, Marcos o Lucas ya que el relato de Juan se reserva siempre para el Viernes Santo) y ya desde antiguo se adoptó la costumbre de actuar tres lectores distintos: el que hace de Jesús (reservado al celebrante), otro narrador y un tercero que personifica al resto de los demás interlocutores, costumbre que debe mantenerse cuando sea posible. 


 En la mañana del Jueves Santo se celebra por el obispo la llamada “Misa Crismal” en la cual se bendicen los Santos Oleos que se usarán durante el año. Es una Misa a la cual están especialmente llamados los sacerdotes, que en la misma renovaran sus promesas sacerdotales. 



 El Triduo Pascual, que comienza con la Misa “in coena Domine” y termina en la Vigilia Pascual, es el ápice de la Liturgia que estallará en la celebración del domingo pascual. 




 El Triduo Pascual comienza con la misa vespertina del Jueves Santo en la Cena del Señor (dando por finalizado el período cuaresmal precedente) tiene como característico el rito del Lavatorio de los pies tras la Liturgia de la Palabra y la reserva del Santísimo para la comunión del día siguiente ya que el Viernes Santo no se celebra la Misa ni se consagra. Al final de la Misa se omite el rito de despedida y la bendición y se hace el traslado del Santísimo Sacramento. Se despoja el Altar sin ninguna ceremonia y si es posible se retiran las cruces de la iglesia o en su defecto se velan.



 El Viernes Santo, primer día del Triduo Pascual, Pascua de Cristo crucificado es un día alitúrgico puesto que es un día en que la Iglesia no celebra la Eucaristía (al igual que el Sábado Santo) aunque si se reparte el Cuerpo de Cristo (novedad introducida con la reforma), se lee la Pasión de Jesús según el evangelio de Juan, a ser posible dialogada, y se hace la adoración de la Cruz. La oración de los fieles tiene ese día una especial importancia. El color litúrgico que corresponde es el rojo. 

 El Sábado Santo, segundo día del Triduo, Cristo en el sepulcro, es también un día alitúrgico en el cual no hay ninguna celebración sacramental prevista. 



 En la Vigilia Pascual, que comienza con la Liturgia del Lucernario, bendición del fuego y posterior Pregón pascual prosigue con la Liturgia de la Palabra con nueve lecturas incluyendo los salmos, en las cuales al acabar las pertenecientes al Antiguo Testamento se canta el Gloria, se encienden las luces del templo que hasta ese momento ha permanecido a oscuras y se adorna el Altar con luces y flores para seguir con la Liturgia bautismal en la que se pueden bautizar a los catecúmenos y renovar las promesas bautismales.



 En la procesión hacia el baptisterio se entonan las letanías de los santos. Terminada la Liturgia bautismal se continúa con la liturgia eucarística en la forma acostumbrada. Las vestiduras son blancas. Históricamente se comenzó celebrando solamente la Vigilia Pascual y de ahí se pasa en el S. IV a celebrar el Triduo Pascual, y como consecuencia, la Semana Santa completa. Como normas litúrgicas hay que tener en cuenta que durante el Triduo pascual no se tocan campanas (suena la popular matraca), el Altar permanece despojado sin Cruz ni mantel desde la terminación de la Misa en la Cena del Señor del Jueves Santo y sin flores o muy escasas y el Sagrario permanece abierto y vacío. No suena la música y el coro, si interviene, lo hace "a capella". 



 El Viernes Santo y el Sábado según la oportunidad se guarda el sagrado ayuno de la Pascua que no tiene ya carácter penitencial. En la Vigila Pascual, por el contrario, todo debe rezumar alegría: se deben poner flores, alfombras, y a partir del Gloria suenan las campanas y los instrumentos musicales. Debe contrastar claramente la austeridad cuaresmal con la alegría de la Resurrección. 

 Desde el final de la Misa vespertina del Jueves Santo hasta la medianoche se considera reserva solemne. El Viernes Santo se da el culto habitual a la reserva eucarística y tras los Oficios se debe retirar la reserva de la veneración de los fieles y colocarla en un lugar privado. También se hace genuflexión a la Cruz desde los Oficios del Viernes Santo hasta la Vigilia pascual.

 Desde estas líneas invitamos a todos los católicos a participar en los actos litúrgicos de la Semana Santa, cada uno en su parroquia respectiva, Iglesia Penitencial o en la catedral. Ningún cristiano debe perder la ocasión de participar en los actos litúrgicos de esos días pues no hay mejor manera de celebrar el Misterio de nuestra salvación. Y al salir de los Oficios ¡A ver Cofradías

viernes, 11 de abril de 2025

DOMINGO V DE CUARESMA

 SÁBADO

“ Y aquel día decidieron darle muerte ”




Según san Juan 11, 45-57

 En aquel tiempo,muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él. 

Los sumos sacerdotes y los fariseos, convocados en Sanedrín, deciden que hay que dar muerte a Jesús. No está diciendo nada herético ni blasfemo, salvo para aquellos que lo escuchan posicionados en la presunción de poseer la verdad absoluta.

Pero algunos acudieron a los fariseos y les contaron lo que había hecho Jesús. Los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron el Sanedrín y dijeron: «¿Qué hacemos? 

No está diciendo nada herético ni blasfemo, salvo para aquellos que lo escuchan posicionados en la presunción de poseer la verdad absoluta. No está haciendo nada malo sino todo lo contrario, realiza signos que alivian y sanan al pueblo levantándole de su postración, cosa que los que ostentan el poder entienden como soliviantar a las masas.

Este hombre hace muchos signos. Si lo dejamos seguir, todos creerán en él, y vendrán los romanos y nos destruirán el lugar santo y la nación». 

 No está reuniendo en torno a sí a un ejército para derrotar a los poderosos, solo lo siguen desahuciados y gentes de mala reputación. Habla de misericordia, de fraternidad, de paz y de amor para todos y entre todos, pero no deja de denunciar las injusticias que cometen unos cuantos que han pervertido la religión, olvidando el rostro de Dios para idolatrar la Ley.

Uno de ellos, Caifás, que era sumo sacerdote aquel año, les dijo: «Vosotros no entendéis ni palabra; no comprendéis que os conviene que uno muera por el pueblo, y que no perezca la nación entera». 

Esto no lo dijo por propio impulso, sino que, por ser sumo sacerdote aquel año, habló proféticamente, anunciando que Jesús iba a morir por la nación; y no solo por la nación, sino también para reunir a los hijos de Dios dispersos. 

Jesús es un peligro, no para el hombre sino para el sistema que los hombres han organizado donde unos son privilegiados y muchos son descartados. Es un peligro para los que están seguros en sus esquemas y en su propia organización y anteponen sus intereses particulares al interés general.

 Es un peligro para los que manipulan al pueblo según su conveniencia e ideología. Es un peligro para los que han olvidado la dimensión trascendente de la persona porque han quitado a Dios y se han puesto ellos, endiosados por el orgullo y la vanidad.

Y aquel día decidieron darle muerte. Por eso Jesús ya no andaba públicamente entre los judíos, sino que se retiró a la región vecina al desierto, a una ciudad llamada Efraín, y pasaba allí el tiempo con los discípulos. 

“os conviene que uno muera”, pensaría el Sumo Sacerdote: “muerto el perro se acabó la rabia”, “quitamos al que nos estorba y continuamos con nuestro sistema”. No podía intuir que Jesús entregaría su vida por amor para redimir y salvar, no sólo a la nación sino a todos los hombres, comenzando una revolución imparable, la de los hijos de Dios que renacen a una nueva vida por la muerte y resurrección de Aquel que dio su vida por amor.

Se acercaba la Pascua de los judíos, y muchos de aquella región subían a Jerusalén, antes de la Pascua, para purificarse. 

Buscaban a Jesús y, estando en el templo, se preguntaban: «¿Qué os parece? ¿Vendrá a la fiesta?». Los sumos sacerdotes y fariseos habían mandado que el que se enterase de dónde estaba les avisara para prenderlo.


A este mundo no lo salvará la técnica, los aparatos sofisticados, los coches eléctricos o los viajes espaciales. A este mundo lo salvará el amor. Personas que, como Jesús, estén dispuestas a amar a los demás más que a sí mismos. Jesús pasará por todo, incluso por el sufrimiento y la muerte en Cruz. Pero jamás pasará de estar cerca de los que sufren, de los que lo están pasando mal. Y nunca dejará de acudir a la gran fiesta del amor, a la verdadera fiesta de la vida”.

VIERNES

“ Soy Hijo de Dios ”





según san Juan 10, 31-42 

En el Evangelio de hoy comienza con un episodio nada grato, quieren apedrear a Jesús, seguimos con el rechazo, la repudia y la poca estima entre los suyos;

En aquel tiempo, los judíos agarraron piedras para apedrear a Jesús. Él les replicó: «Os he hecho ver muchas obras buenas por encargo de mi Padre: ¿por cuál de ellas me apedreáis?». 

Los judíos le contestaron: «No te apedreamos por una obra buena, sino por una blasfemia: porque tú, siendo un hombre, te haces Dios». 

Dos actitudes bien diferentes, unos intentaron apedrearlo, aún viendo los milagros que había realizado, sin embargo, no creyeron. Y en el otro grupo, podríamos colocar a los que sí creen en el Señor, y quieren acogerlo en su totalidad, incluida la cruz, la persecución, la muerte y la resurrección.

Jesús les replicó: «¿No está escrito en vuestra ley: “Yo os digo: sois dioses”? 

Si la Escritura llama dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios, y no puede fallar la Escritura, a quien el Padre consagró y envió al mundo, ¿decís vosotros: “¡Blasfemas!” Porque he dicho: “Soy Hijo de Dios”? 

Jesús es el revelador del Padre. Jesús dedicó toda su vida a decirnos cómo era Dios, su Padre. Jesús no vino a decirnos que Dios existe sino a descubrirnos lo maravilloso que es ese Dios a quien tantas veces nombramos, tantas veces escuchamos, tantas veces lo estudiamos y, sin embargo, tan poco y tan mal lo conocemos.

Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis, pero si las hago, aunque no me creáis a mí, creed a las obras, para que comprendáis y sepáis que el Padre está en mí, y yo en el Padre».

Jesús nos revela al Padre por medio de sus palabras, de sus silencios, de sus actuaciones. Si Jesús acaricia a un niño es para decirnos: así de cariñoso es el Padre. Si Jesús cura a un enfermo, es para decirnos: así de compasivo es el Padre. Si perdona los pecados, es para decirnos: así de misericordioso es el Padre.

 Intentaron de nuevo detenerlo, pero se les escabulló de las manos. 

es acusado de querer hacerse Dios, ante la negativa y el rechazo se marchó el Señor al otro lado del Jordán, y nos dice el pasaje evangélico que “muchos acudieron a él” y termina constatando que “muchos creyeron en él”


Se marchó de nuevo al otro lado del Jordán, al lugar donde antes había bautizado Juan, y se quedó allí. Muchos acudieron a él y decían: «Juan no hizo ningún signo; pero todo lo que Juan dijo de este era verdad». 

Y muchos creyeron en él allí.

Son los que confían, aun en la adversidad, como dice el salmista: “en el peligro invoqué al Señor y me escuchó… yo te amo, Señor, tú eres mi fortaleza, mi roca, mi libertador…”. La página evangélica nos dice que aquel día muchos creyeron en Jesús. Ojalá que renovemos hoy nuestra fe en Él. Que para nosotros creer se traduzca en darnos a Dios, trabajar por Él y dar testimonio con las obras.

Nosotros conocemos a Dios a través de las obras de Jesús. Haciendo nosotros las mismas obras que hacía Jesús, también nosotros podremos revelar hoy el rostro del Padre a tantas personas que lo desconocen totalmente.


JUEVES

“ Quien guarda mi palabra no verá la muerte ”




según san Juan 8, 51-59 

En el Evangelio de hoy nos habla de la grandiosidad e importancia de la Palabra de Dios, “Quien guarda mi Palabra no verá la muerte para siempre”, S. Pablo en los consejos dados a Timoteo le insiste en la Sagrada Escritura: “ellas pueden darte la sabiduría que conduce a la salvación por medio de la fe en Cristo Jesús  toda Escritura es inspirada por Dios y además útil para enseñar, para argüir, para corregir, para educar en la justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto y esté preparado para toda obra buena.”

En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: «En verdad, en verdad os digo: quien guarda mi palabra no verá la muerte para siempre». 

Si alguno guarda mi Palabra, no verá la muerte jamás», declarando así que había sido enviado por Dios, que es su Padre, a traer a los hombres la libertad radical del pecado y de la muerte, indispensable para entrar en la vida eterna.

La Palabra de Dios no nos deja indiferentes, siempre es un aldabonazo, una llamada , un aviso, un toque de atención, una invitación a cambiar algo en nuestras vidas.

Los judíos le dijeron: «Ahora vemos claro que estás endemoniado; Abrahán murió, los profetas también, ¿y tú dices: “Quien guarde mi palabra no gustará la muerte para siempre”? ¿Eres tú más que nuestro padre Abrahán, que murió? 

También los profetas murieron, ¿por quién te tienes?». 

los fariseos cierran el corazón y la mente a cualquier novedad, no entienden el camino de la esperanza.

Jesús contestó: «Si yo me glorificara a mí mismo, mi gloria no valdría nada. El que me glorifica es mi Padre, de quien vosotros decís: “Es nuestro Dios”, aunque no lo conocéis. 

.Es el drama del corazón cerrado, el drama de la mente cerrada y cuando el corazón está cerrado, este corazón cierra la mente, y cuando corazón y mente están cerrados no hay sitio para Dios, sino solamente para lo que nosotros creemos que se debe hacer.

Yo sí lo conozco, y si dijera “No lo conozco” sería, como vosotros, un embustero; pero yo lo conozco y guardo su palabra. Abrahán, vuestro padre, saltaba de gozo pensando ver mi día; lo vio, y se llenó de alegría». 

Los que tienen corazón y mente cerrados no consiguen acoger el mensaje de novedad llevado por Jesús, que es el que había sido prometido por la fidelidad de Dios y de los profetas.

Los judíos le dijeron: «No tienes todavía cincuenta años, ¿y has visto a Abrahán?». Jesús les dijo: «En verdad, en verdad os digo: antes de que Abrahán existiera, yo soy». 

Entonces cogieron piedras para tirárselas, pero Jesús se escondió y salió del templo.

Los descendientes de Abrahán han recogido piedras para lapidar a Jesús, no soportan el pacto con la vida que hace Jesús manifestando su condición de Hijo de Dios y como tal, su ser eterno. Rechazan este Dios que apuesta por la vida.


Gracias, Señor, porque hoy me has enseñado a situarme en la vida como soy: con mis limitaciones y mis pecados. Pero sobre todo quiero darte gracias por habernos hecho el inmenso regalo de la Encarnación. EN TU HIJO, EL HOMBRE PERFECTO, podemos soñar con llegar a ser lo que no somos capaces de ser por nosotros mismos. Podemos ser hijos en tu Hijo. Y disfrutar de la felicidad que Él posee.

MIÉRCOLES

“ La verdad os hará libres ”

según san Juan 8, 31-42 

Nos vamos aproximando a la Semana Santa. El Evangelio de hoy nos invita a perseverar en su Palabra. ¡Qué importante es referir nuestra vida siempre al Evangelio! Preguntémonos: ¿qué haría Jesús en esta situación que debo afrontar? ¿Cuál sería su reacción ante esta circunstancia?

En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos que habían creído en él: «Si permanecéis en mi palabra, seréis de verdad discípulos míos; conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres». 

¿Cuál sería su reacción ante esta circunstancia? El cristiano debe ser —según san Pablo— “otro Cristo”: “Vivo, pero no yo, sino que es Cristo quien vive en mí”

Le replicaron: «Somos linaje de Abrahán y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: “Seréis libres”?».

El reflejo del Señor en nuestra vida de cada día, ¿cómo es? ¿Lo muestro a Él?

 El Señor nos asegura que, si perseveramos en su palabra, conoceremos la verdad, y la verdad nos hará libres. Decir la verdad no siempre es fácil. ¿Cuántas veces se nos escapan pequeñas mentiras?

 Jesús les contestó: «En verdad, en verdad os digo: todo el que comete pecado es esclavo. El esclavo no se queda en la casa para siempre, el hijo se queda para siempre. 

Quienes aparentemente creían en él pero al mismo tiempo se sentían dueños de la “verdad” por ser hijos de Abrahán según lo manifiestan; Jesús insiste que para ser verdaderos discípulos deben permanecer fieles a su palabra, a sus enseñanzas, para conocer la VERDAD que los hará libres realmente.

Y si el Hijo os hace libres, seréis realmente libres. Ya sé que sois linaje de Abrahán; sin embargo, tratáis de matarme, porque mi palabra no cala en vosotros. 

Yo hablo de lo que he visto junto a mi Padre, pero vosotros hacéis lo que le habéis oído a vuestro padre». 

Por eso podemos afirmar que ser discípulos de Jesús, es entender lo que significa seguirlo para descubrir y vivir la Verdad que nos haga libres, es crecer como dignos hijos de Dios, viviendo con coherencia cada día sus enseñanzas.

Ellos replicaron: «Nuestro padre es Abrahán». Jesús les dijo: «Si fuerais hijos de Abrahán, haríais lo que hizo Abrahán. 

Sin embargo, tratáis de matarme a mí, que os he hablado de la verdad que le escuché a Dios; y eso no lo hizo Abrahán. 

Vosotros hacéis lo que hace vuestro padre». Le replicaron: «Nosotros no somos hijos de prostitución; tenemos un solo padre: Dios». 

Jesús les contestó: «Si Dios fuera vuestro padre, me amaríais, porque yo salí de Dios, y he venido. Pues no he venido por mi cuenta, sino que él me envió».



Estamos en tiempo de Cuaresma, detengámonos a meditar en nuestro papel de seguidores de Cristo, busquemos con afán en cada una de nuestras actividades esa Verdad que nos haga libres del pecado, de las ataduras, de las incoherencias de cada día.

MARTES

“ ¿Quién eres tú? ”


El evangelio de hoy nos sigue presentando el desarrollo de una larga controversia entre Jesús y los fariseos

según san Juan 8, 21-30 

En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos: «Yo me voy y me buscaréis, y moriréis por vuestro pecado. Donde yo voy no podéis venir vosotros». 

De algún modo ellos buscan a Jesús, pero no lo encuentran porque no le conocen y lo buscan con criterios equivocados.

Y los judíos comentaban: «¿Será que va a suicidarse, y por eso dice: “Donde yo voy no podéis venir vosotros”?». 

El misterio de Dios en Jesús no cabe en los criterios con los que ellos lo miran. Por eso, Jesús insiste en varios momentos de este discurso, que es enviado; no hace nada por su propia cuenta, sino que responde totalmente a la voluntad del Padre; lo que dice y hace, es expresión del Padre

Y él les dijo: «Vosotros sois de aquí abajo, yo soy de allá arriba: vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo. Con razón os he dicho que moriréis en vuestros pecados: pues, si no creéis que Yo soy, moriréis en vuestros pecados». 

“Levantar en alto” es una manera simbólica de hablar de la Cruz. Jesús muere en lo alto del Monte Calvario. Y con su muerte “por amor” nos ha levantado a nosotros de nuestras bajezas, nuestras miserias, nuestros pecados. Sí, el pecado es lo más bajo donde podemos caer.

Ellos le decían: «¿Quién eres tú?». Jesús les contestó: «Lo que os estoy diciendo desde el principio. 

Podría decir y condenar muchas cosas en vosotros; pero el que me ha enviado es veraz, y yo comunico al mundo lo que he aprendido de él». 

Y Jesús no quiere que permanezcamos hundidos en lo más bajo. Nos quiere elevar al amor más alto, más auténtico, más sublime y, por consecuente, el más sacrificado. “Nadie ama más al amigo que aquel que da la vida por él” (Jn. 14,13)

Ellos no comprendieron que les hablaba del Padre. 

Y entonces dijo Jesús: «Cuando levantéis en alto al Hijo del hombre, sabréis que “Yo soy”, y que no hago nada por mi cuenta, sino que hablo como el Padre me ha enseñado. El que me envió está conmigo, no me ha dejado solo; porque yo hago siempre lo que le agrada». Cuando les exponía esto, muchos creyeron en él.

Sólo después que hayan levantado al Hijo del Hombre, lo comprenderán. La Buena Nueva de la muerte y de la resurrección revelará quién es Jesús. En el horizonte de la Pascua, la liturgia nos invita a mirar al Crucificado, porque su amor clavado nos impulsa a corresponderle; su obediencia nos ayuda a contemplar, también, nuestra propia misión como respuesta fiel a la voluntad de Dios.


Jesús, entregando su vida por amor nos ha descubierto que lo importante de la vida es el amor. Una vida vivida sin amor es una vida malograda, perdida. Pero Jesús muriendo en la Cruz por amor, nos ha dado la clave para entender el verdadero amor. Hace falta amar mucho a una persona para dar la vida por ella.

LUNES

Yo soy la  luz del mundo



según san Juan. Jn 8, 12-20

 EN aquel tiempo, Jesús habló a los fariseos, diciendo: «Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no camina en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida». 

El Señor se presenta a los judíos como la luz del mundo. Él es quien puede dar sentido a los anhelos y esperanzas del ser humano, el que puede calmar todas las sed que se nos presentan a los hombres, el que responde a tantos interrogantes y necesidades de dicha y felicidad que todo corazón humano esconde.

Le dijeron los fariseos: «Tú das testimonio de ti mismo; tu testimonio no es verdadero». Jesús les contestó: «Aunque yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio es verdadero, porque sé de dónde he venido y adónde voy; en cambio, vosotros no sabéis de dónde vengo ni adónde voy.

Sin embargo, Él no puede negar quién es. Y nosotros, ¿llegamos a negar nuestra identidad de cristianos cuando se asoma a nuestra vida la dificultad?

 Vosotros juzgáis según la carne; yo no juzgo a nadie; y, si juzgo yo, mi juicio es legítimo, porque no estoy yo solo, sino yo y e! que me ha enviado, el Padre; y en vuestra ley está escrito que el testimonio de dos hombres es verdadero. 

Yo doy testimonio de mí mismo, y además da testimonio de mí el que me ha enviado, el Padre». Ellos le preguntaban: «Dónde está tu Padre?». 

El mundo no quiere oír hablar de un Dios que llama a tomar la cruz, a servir y a dar la vida por los demás. Necesitamos ser animosos para difundir la verdadera luz de Cristo, aunque encontremos oposición.

Jesús contestó: «Ni me conocéis a mí ni a mi Padre; si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre». Jesús tuvo esta conversación junto al arca de las ofrendas, cuando enseñaba en el templo. 

Y nadie le echó mano, porque todavía no había llegado su hora.


Estamos llamados a ser testigos, y con todo nuestro ser, testigos desde nuestro predicar pero no menos testigos en nuestras acciones, que al ver a los cristianos desprendamos ese buen olor de Cristo, que quien nos vea a nosotros pueda alabar y glorificar a Ntro. Señor, “que viendo vuestras buenas obras alaben a Dios”.

DOMINGO

 “ Yo tampoco te condeno ”



según san Juan 8, 1-11 

En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos. Al amanecer se presentó de nuevo en el templo, y todo el pueblo acudía a él, y, sentándose, les enseñaba. 

El pasaje evangélico narra el episodio de la mujer adúltera en dos escenas sugestivas: en la primera, asistimos a una disputa entre Jesús, los escribas y fariseos acerca de una mujer sorprendida en flagrante adulterio y, según la prescripción contenida en el libro del Levítico, condenada a la lapidación.

Los escribas y los fariseos le traen una mujer sorprendida en adulterio, y, colocándola en medio, le dijeron: «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. 

La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras; tú, ¿qué dices?». 

En la segunda escena se desarrolla un breve y conmovedor diálogo entre Jesús y la pecadora. Los despiadados acusadores de la mujer, citando la ley de Moisés, provocan a Jesús —lo llaman «maestro»—, preguntándole si está bien lapidarla. Conocen su misericordia y su amor a los pecadores, y sienten curiosidad por ver cómo resolverá este caso que, según la ley mosaica, no dejaba lugar a dudas.

Le preguntaban esto para comprometerlo y poder acusarlo.

 Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el suelo. Como insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: «El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra». E inclinándose otra vez, siguió escribiendo. 

Pero Jesús se pone inmediatamente de parte de la mujer; en primer lugar, escribiendo en la tierra palabras misteriosas, que el evangelista no revela, pero queda impresionado por ellas; y después, pronunciando la frase que se ha hecho famosa: «Aquel de vosotros que esté sin pecado, que le arroje la primera piedra» y comience la lapidación.

Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo uno a uno, empezando por los más viejos. Y quedó solo Jesús, con la mujer en medio, que seguía allí delante. 

San Agustín, comentando el evangelio de san Juan, observa que «el Señor, en su respuesta, respeta la Ley y no renuncia a su mansedumbre». Y añade que con sus palabras obliga a los acusadores a entrar en su interior y, mirándose a sí mismos, a descubrir que también ellos son pecadores. Por lo cual, «golpeados por estas palabras como por una flecha gruesa como una viga, se fueron uno tras otro».

Jesús se incorporó y le preguntó: «Mujer, ¿dónde están tus acusadores?; ¿ninguno te ha condenado?». Ella contestó: «Ninguno, Señor». 

Jesús dijo: «Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más».


Termina el pasaje evangélico con las palabras de Jesús: «tampoco yo te condeno», nos muestra cómo el Señor no ha venido a condenar sino a salvar, nos indica el camino a seguir a los cristianos, no condenar, no juzgar, eliminar de nuestro actuar todo lo que pueda herir al otro, trabajarnos para acercarnos a él, aunque nuestras ideas y comportamientos sean distintos, también él, es amado por Dios, aunque no lo sepa y tenemos que dejarnos amar por el Señor para que con su mismo amor poder acercarnos al otro y ser instrumento que les pueda ofrecer o hacer descubrir cómo son mirados por Dios.

SEPTIMO DOLOR, LA SEPULTURA DE JESÚS

 

Séptimo dolor: sepultura de Jesús y soledad de María, nuestra Madre



“Y, después, envuelto en una sábana, lo puso en un sepulcro excavado en la roca, en el que nadie había sido puesto todavía”. (Lc. 12, 53) 

Algo similar pasó en el Corazón de María al cerrarse la piedra del sepulcro. Fue como el último golpe que volvió a abrir todas las heridas de su amor maternal, acumuladas durante la Pasión de su Divino Hijo. 

El dolor de la sétima e última espada fue como la repetición de todos los sufrimientes de la vida de María, condensada en un solo instante. Grande fue el ruido de esta piedra sepulcral, pero más grande fue la repercusión en el alma de la Virgen. 

Este adios de la Madre hacia un Hijo fue seguramente de los más dramáticos.

 ¡Qué soledad tan diversa la de Aquella! ¡Es la soledad tremenda que deja la muerte del último ser querido, que estaba a nuestro lado!





TU Y YO

Nuestra Madre y Mediadora recibe a diario oraciones, notitas y fotos de personas enfermas. Desde el cielo, Ella que sufre con nosotros, vela por todos. Por los niños enfermos, sus familiares. Por tantas personas jóvenes, adultos, ancianos que sufren a diario ese dolor físico tan insoportable, que Ella sea medicina, consuelo y bálsamo.

Pues nos queda una manera muy sencilla y concreta para compatir con los sufrimientos de María : mantener la fe en la resurrección del Cuerpo Místico de Jesucristo que es la Santa Iglesia católica, apostólica y romana.

jueves, 10 de abril de 2025

LOS TRASLADOS EN GRANADA

 TRASLADO  DEL CAUTIVO







Desde el monasterio contemplativo de la Encarnación partió ayer el cortejo de la cofradía de su nombre, camino del Sagrario.

 En el quinto día de quinario la hermandad trasladaba a sus Titulares hasta su sede de salida del Domingo de Ramos, donde ya se encuentran los pasos en fase de montaje.












 Estrenaban parihuelas de traslado en esta ocasión y precedían al primer Titular quince parejas de hermanos con cera roja, por el carácter Sacramental de la cofradía.








 El acompañamiento lo ponía la capilla musical de la banda “Felipe Moreno”, de Cúllar Vega,











 A las diez de la noche llegó el cortejo al Sagrario después de haber recorrido las calles San Jerónimo, Cárcel Baja y Pie de la Torre.