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miércoles, 12 de octubre de 2016

LOS MANTOS DE LA VIRGEN DEL PILAR

Los mantos constituyen a lo largo de los siglos la proyección de la devoción a la Santísima Virgen del Pilar fuera de la basílica. Y, aun dentro de la misma, es un manto la mejor ofrenda que, también desde siempre, ha sido hecha por sus fieles devotos.

 Los orígenes de la costumbre de exornar y enriquecer con mantos el conjunto de la Imagen y la Columna no son muy concretos, pero a lo largo de la historia se ha ido dejando constancia de ello. Lo cierto es que apoyándonos en los documentos que se conservan en el Pilar, la Virgen ya en 1504 se vestía con manto, y en 1577 se tenían catalogados 72 mantos de Nuestra Señora.

 Los mantos son prendas no muy grandes en forma de trapecio circular de 40 cm. el arco superior y 140 cm. el inferior, y una altura de 80 cm. No dejan de ser ofrendas nacidas del amor y la devoción a la Santísima Virgen María, cuyo valor trasciende lo puramente material, encerrando en sí mismos una historia o un sentimiento que motiva al donante a realizar su ofrenda.



El más antiguo que actualmente posee la Virgen es el donado por el Cabildo en 1762, que fue confeccionado por las Madres Capuchinas de nuestra ciudad y que sigue en uso. 



La colocación del manto sobre la Imagen no ha sido siempre igual. Antiguamente el manto se le colocaba a la Virgen muy alto,



 tanto que únicamente quedaban al descubierto las cabezas de la Virgen y del Niño. 




En el siglo XVIII, según señala, entre otros autores, Mullé de la Cerda, a instancias quizá del mismo Ventura Rodríguez, se bajó lo suficiente como para dejar al descubierto casi toda la Imagen; así se colocaba hasta 1969 el manto del Cabildo el 12 de octubre de cada año. Solamente muy a finales del siglo XIX el manto comenzó a ser colocado como se encuentra en la actualidad, dejando al descubierto toda la Imagen, tapando solamente el Pilar, y no todo, pues pueden verse, por la parte inferior del manto , unos 30 cm. del mismo. 



Cada noche, después que los silencieros invitan a los fieles a abandonar la basílica y ésta queda vacía, el capellán de la Virgen sube las escalerillas y procede devotamente a retirar de la Imagen el manto que tuvo puesto durante el día y le coloca el que lucirá al día siguiente. Éste queda sujeto al santo Pilar sobre un portamantos de duraluminio, forrado de terciopelo azul.


 

En tiempos recientes ha habido siempre fechas durante el mes en que a la Virgen se la ha dejado sin manto. el día 2, en recuerdo del 2 de enero, en que se conmemora la venida de María en carne mortal a Zaragoza; el día 12, en recuerdo del día de su fiesta, 12 de octubre, día en el que la imagen luce el manto del Cabildo, y el día 20, como recuerdo del aniversario de la coronación canónica de la Virgen, 20 de mayo de 1905. El número de mantos que posee la Virgen supera en la actualidad los trescientos. Constantemente se está recibiendo nuevas donaciones.

Una sección especial la ocupan los mantos "hispánicos", así llamados porque engloban los recibidos de las naciones hispanoamericanas y Filipinas. Cantidades notables de mantos ya en desuso están hoy distribuídos por iglesias, capillas y familias de todos los continentes, de ordinario sobre imágenes de la Virgen del Pilar, para las que el Cabildo los regala a petición de sacerdotes y comunidades.
Existen además los "mantos misioneros". El servicio que tienen encomendado ha sido y sigue siendo dar consuelo a los enfermos y manifestar la amorosa cercanía de la Virgen en esos momentos de dolor.

El año 1700, enfermo Carlos II, el Cabildo acuerda el día 29 de octubre enviarle un manto de la Virgen que le acompañe en su enfermedad. El manto llega después de haber muerto el rey y el Cabildo acuerda escribir a su agente en Madrid para que hable con el confesor de la reina, a fin de que éste le comunique el envío del manto y su llegada tardía. Éste, además de esta comunicación, le entrega a la reina el manto.


El manto donado por la reina regente María Cristina viaja a Roma en febrero de 1941, para servir de consuelo en su última enfermedad a su hijo, el rey Alfonso XIII; este mismo manto fue enviado a Lausana en marzo de 1969 y bajo su amparo murió la reina Victoria Eugenia.


En 1941 fueron confeccionados 500 mantos para esta misión, y para ella fueron usados, una vez pasados por la Virgen. Ahora, en 1983, han sido hechos otros 500. El deseo sigue siendo siempre el mismo: "Que no quede pueblo o ciudad de España o de las naciones hispanas sin proporcionar este beneficio a sus enfermos. Que en su lecho de muerte reciban el abrazo de Nuestra Señora del Pilar, que abra sus almas a la Fe, a la Esperanza y al Amor".


Fuente de información: Catholic.net

Santísima Virgen del Pilar con el manto de la Cofradía en el día de su entrega
Manto regalado por la Cofradía de Nuestra Señora de la Asunción y llegada de Jesús



Manto regalo de la Asocicion de Caballeros del Pilar

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